Capítulo 31

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-Señorita Scott le había asignado un trabajo para hoy, lo hizo? – el esquelético del profesor preguntó.

Ya quería ver su cara al entregarle el informe.

Ojalá pudiera tener una cámara.

Creyó que una simple humana no podría realizar ese informe?.

Que mal está.

Si pero nunca lo habrías terminado sin ayuda del rey.

Es cierto, por primera vez admito que el rey no es tan malo.

Gracias a él mi orgullo no estará por el piso hoy.

-Si profesor, todo el informe está listo – le dije mientras se lo entregaba – todos los sucesos de la colonización vampirica hasta la actualidad – tome eso esqueleto andante.

-¿Cómo lo ha hecho? Su alteza dejó muy en claro que solo él tenía los libros de la historia vampirica – dijo sin mostrar ni un ápice de asombro.

-Su alteza? – pregunté confundida.

-El rey Aro Van Rosenheim de Bloodstone, que otra persona en este castillo tiene tal título señorita Scott – dijo con notable fastidio e ironía.

Algo no estaba bien.

¿Qué tenía que ver Aro con esto?.

-Disculpe profesor, pero el rey que tuvo que ver con esto – dije señalando el informe.

-Mucho, su alteza fue quien asignó su primer castigo.

Paren todo.

Pero que idiota soy.

Maldito vampiro.

Así que todo esto fue una de sus estúpidas jugadas.

El sabía que en mi primer día me iba a ir mal y por eso planeó todo esto para así yo tener que pedirle ayuda y él poder hacerme jurar mantener la postura, para que él no tuviera problemas con respecto a mi comportamiento y así poder callarme de una vez.

Ay pero te lo juro que está me la pagas Aro Van Rosenheim de Bloodstone.

Eso no lo dudes.

Y yo que creía que era una buena persona.

Ilusa.

Un ogro, sin duda alguna es un ogro.

****

En cuanto termine todas mis clases mi camino era nada más y nada menos que la oficina del mister maquiavélico, porque él tenía que pagar por lo que había hecho, no me iba a quedar de brazos cruzados.

Eso jamás.

-Se encuentra el rey – pregunté a uno de los guardias que estaba en la puerta.

-Si señorita – el guardia dio dos toques en la puerta para luego entrar y avisarle que me encontraba ahí.

-Déjenla pasar y retírense – su voz fue lo que escuché después de que el guardia le hablara para así después dejarme pasar y retirase del lugar.

-Dime – soltó seco.

-Le gusta jugar no es así? Porque déjeme decirle que a mí me encantan los juegos y más si son venganza – dije seria.

-¿A qué te refieres? – preguntó confuso dejando de prestarle atención a sus papele para así mirarme.

-Y todavía tienes la desfachatez de preguntar, sin duda eres todo un cínico – solté una risa falsa – tanto tiempo libre tienes como para tener que asignarme un castigo para luego hacerme jurar comportarme? Porque vaya, no sabía que esa era la tarea de un Rey.

-Eso no es problema tuyo – soltó sin más devolviendo su atención otra vez a sus papeles.

-Para tu mala suerte todo lo que tenga que ver conmigo lo es, y sabes me parece inmaduro que lo hayas hecho, es que acaso te aburres tanto? – volví hablar – y yo que pensé que tenías una pizca de bondad pero ya veo que eres todo un patan.

-¿Y tú quién te crees como para cuestionar al rey? – Aro se encontraba a escasos centímetros de mi rostro – dime, eres una simple mortal sin utilidad alguna, y lo únicos que haces es molestar – dijo molesto.

-¿Y tú quién coño te crees como para creer que yo acataría tus órdenes? – le respondí con el mismo tono y levante mi barbilla para retarlo – crees que por el hecho de ser una "simple mortal" tú eres alguien superior para mi? Qué equivocado estás.

-Te he tenido demasiada paciencia Emma, ya no voy a tolerar tus estúpidos comportamientos de niña malcriada, tú no eres absolutamente nadie para dirigirte a mí así, estas aquí para cumplir un simple objetivo, eres solamente eso un objeto que tiene que cumplir con su función, y yo soy el maldito Rey de este castillo al que le tienes que bajar la cabeza cuando a mí me de la gana.

Sus palabras no me herían para nada porque el simple hecho de que creyera que le tenía que bajar la cabeza por ser el puto rey, eso sí que era erróneo.

Maldito vampiro de mierda.

-Puedes hacer lo que te dé la puta gana con tu estúpido título incluso metértelo por donde no me importa, pero jamás bajaría mi cabeza por ti, que eso te seque muy claro.

Y sin más salí del lugar.

Estaba más que furiosa, lo único que me provocaba era patearle la cara hasta destruírsela pero era más que obvio que eso era imposible.

Solo quería esperar que todo esto se acabara para no volver a verlo más nunca en mi vida.

****

Una semana.

Una semana había pasado desde la pelea con el idiota ese, una semana desde que gracias a dios y todos los dioses que no le había visto la cara, o más bien al viaje que supuestamente tuvo que hacer por cuestiones de la corona, cosa que no me interesaba para nada, más bien estaba rezando para que el avión se cayera y así no verlo más.

Les parece maquiavélico? Pues en realidad no me importa, se merecía eso y mucho más.

Esta semana había pasado todo mi tiempo lo más ocupada posible, estudiaba de más, casi no salía de mi habitación de no ser para hablar con Elara o incluso con Cassian el cual se había convertido en un gran amigo con el que me divertía demás y con el que pasaba la mayor parte del tiempo.

Hoy era domingo por lo que era mi único día libre, y siéndoles sincera mis ánimos de levantarme de la cama eran pocos, el día estaba completamente soleado y siendo de mañana mucho más, como me encantaría estar en la playa en estos momentos, sin duda alguna tienen razón cuando dicen que la playa lo cura todo, y a mí no solo me hacía falta curarme sino que también relajarme.

Porque esto de ser un objeto con una función, eras más que aburrido.

Muy a mi pesar me levanté de la cama para alistarme y así caminar un poco para distraerme, tenía que ocupar mi mente en alguna otra cosa que quedarme en la habitación todo el día haciendo nada y recreando escenas estúpidas en mi cabeza.

Salí de la habitación rumbo a los jardines, y justo cuando me encontraba bajando las escaleras escuché unas voces masculinas, inmediatamente detuve mi paso al saber de quién se trataba.

¿Por qué no te podía caer avión?.

Era el idota junto a la pareja de Elara, Cyrux.

Les juro que quise devolverme a mi habitación pero al escuchar mi nombre me detuve por completo.

-¿Y qué harás con Emma? – preguntó Cyrux.

-¿Qué más voy a hacer? Esperar que cumpla con su parte para así librarme de ella y de sus malcriadeses, porque definitivamente no la soporto más – no había que ser tan inteligentes como para saber que el idiota sabía que los estaba escuchando.

Con que malcriadeses eh?.

Él quiere saber qué es una malcriadez de verdad? Está bien.

Prepárate Aro Rosenheim porque el juego ha comenzado.

La realidad de soñarte a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora