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El 01 de septiembre había llegado tan pronto; Sienna estaría de regreso en Hogwarts en tan solo unas horas. Como ya era costumbre, su padre y su abuelo la habían llevado a la estación. Mientras se despedía de ellos, vio pasar a la familia Weasley y con ellos a Hermione.

Al subir al tren, buscó un compartimento vacío. En esta ocasión, Sienna quería estar sola y leer un libro muggle que encontró en casa. Después de algunas horas de viaje, Sienna decidió mirar por la ventana. El paisaje era espectacular debido a que los campos deslumbraban con un verde exuberante, con los campos de trigo ondulando suavemente al viento, mientras que el cielo parecía un lienzo azul claro salpicado de nubes blancas esponjosas. Después de unos minutos, las gotas de lluvia comenzaron a golpear la ventana del tren. Sienna miraba cada gota y se perdía en sus pensamientos. De momento, el tren se detuvo y ella no dudó en asomarse por la puerta, pero solo se encontró con una sombra negra. Su estado de ánimo bajó y un espeso frío tocó sus mejillas. En algún instante, ella comenzó a escuchar los gritos de una mujer.

Cuídala mucho—mencionaba la mujer.

Sienna, al sentir que no era algo normal, cerró rápidamente la puerta, pero se sintió tan débil que solo alcanzó a sentarse cuando su vista se nubló.

Después de algunos minutos, Sienna sintió que alguien trataba de despertarla. Probablemente fue un sueño, pensó ella, pero al abrir los ojos se encontró con un hombre delgado. Su cabello castaño claro y un poco desordenado, como si no tuviera tiempo o interés en arreglarlo. Su rostro estaba marcado por algunas cicatrices, sin embargo, sus ojos eran lo que más llamaba la atención. Eran de un color ámbar suave.

—Disculpa si te asusté, pero al caminar por el pasillo pude notar que estaba desvanecida sobre los asientos. ¿Se encuentra bien, señorita?— comentó aquel hombre

—Sí, muchas gracias. ¿Qué eran esas sombras negras? Yo solo las vi y me sentí infeliz, como si la tristeza se apodera de mí. Solo recuerdo que cerré la puerta y me desmaye

—Aquellas sombras negras son dementores y es normal que se haya sentido así, señorita...?

—Sienna Grindelwald. ¿Y usted es...?"

—Soy Lupin, Remus Lupin. Tenga y asegúrese de comer esto, la hará sentir mejor, tengo que ir a la cabina

—Gracias nuevamente— menciona Sienna mientras Remus cruzaba la puerta dándole una sonrisa de ánimo.

Al salir el profesor, Sienna probó el chocolate y en su mente solo se repetía el grito de aquella mujer. Nunca lo había escuchado, pero pronto se sabría.

Durante la cena del nuevo curso pudo degustar la comida que más le gustaba y apreciar nuevamente lo hermoso que era el Gran Comedor. También vio a Remus Lupin, que le había ayudado en el tren. Este año él sería el encargado de la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Al lado del profesor Lupin se encontraba Snape, pero Sienna no quería ni mirarlo a los ojos después de lo ocurrido en el Callejón Diagon. Después de la cena, Sienna se fue directamente a dormir; había sido un largo viaje y mañana comenzarán sus clases.

Las clases comenzaron con cierta normalidad, dando un repaso a lo aprendido el año anterior y en algunas clases comenzaban con los nuevos temas. La clase que este curso le atraía más era Defensa Contra las Artes Oscuras. Sus amigos de Gryffindor le comentaron que el profesor Lupin sería un gran mentor, y Hermione le aconsejó que comenzará a buscar más sobre la clase. Sienna no perdió el tiempo y, al terminar las clases, se fue a la biblioteca.

Sienna estaba sentada en una mesa aislada en la biblioteca, rodeada de tomos antiguos. Uno de los libros que había encontrado era especialmente interesante, titulado "Hechizos Defensivos y Cómo Perfeccionarlos". Absorbida por la lectura, no se dio cuenta de la figura alta y oscura que se acercaba silenciosamente

—¿Interesada en la Defensa Contra las Artes Oscuras, señorita Grindelwald?—La voz profunda y severa de Severus Snape la hizo sobresaltarse. Sienna levantó la vista rápidamente, encontrándose con la mirada penetrante del profesor de Pociones.

—Profesor Snape—tartamudeó, cerrando el libro de golpe—sí, estaba dando un repaso.

Snape arqueó una ceja, su expresión inescrutable. --¿Y qué es lo que te interesa exactamente de la Defensa Contra las Artes Oscuras? ¿O acaso Lupin no es capaz de enseñar correctamente?

—No, señor. De hecho, no he tenido clases con el profesor Lupin, pero quiero estar preparada. Nunca se sabe cuándo puede ser necesario defenderse.

Snape observó a Sienna detenidamente, como si estuviera evaluando su sinceridad. Después de un largo silencio, habló nuevamente. —El conocimiento y la preparación son ciertamente importantes. Pero la práctica y la precisión lo son aún más. Espero que Lupin no sea un desastre.

Sienna asintió, sintiendo que el profesor Snape se equivocaba.—Yo confío en que nos enseñará de manera adecuada.

—Eso veremos— comentó Snape para después desaparecer y dejar a Sienna nuevamente sola.

Secrets under the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora