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Sienna despertó. Las grandes ventanas arqueadas mostraban el cielo nocturno, con estrellas titilando y la luna derramando su luz plateada sobre aquel lugar. Poco a poco, fue abriendo los ojos y reconoció que se encontraba en la enfermería. El lugar estaba silencioso salvo por un murmullo lejano. Tratando de no hacer ruido, abrió lentamente los ojos y se concentró en las voces que llegaban a sus oídos.

—Muchísimas gracias, señor Ministro.

—Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fue Black.

—En realidad fueron Potter y Grindelwald, señor Ministro.

—¡No!

—Black los había encantado. Me di cuenta enseguida.

Sienna reconoció esa voz al instante. Era Severus Snape. Miró cautelosamente alrededor sin moverse demasiado, tratando de no llamar la atención. Desde su cama, apenas podía ver la figura de Snape y la del Ministro de Magia, Cornelius Fudge, hablando en un rincón de la enfermería.

Justo en ese momento, Madame Pomfrey entró y, al notar que algunos de los estudiantes estaban despiertos, exclamó:

—¡Vaya, parece que han despertado!

Su voz llamó la atención de Snape y Fudge. Ambos se giraron hacia las camas. Severus lanzó una mirada de desagrado hacia Sienna, haciendo que ella sintiera un nudo en el estómago. La expresión de furia en sus ojos la hizo pensar que él estaba extremadamente molesto con ella.

Madame Pomfrey se acercó a cada uno para revisar que estaban bien y no tenían algún daño. Al llegar con Harry, su inquietud hizo que Pomfrey revelara lo que menos deseaban escuchar.

—Potter, todo se ha solucionado. Han cogido a Black. Lo han encerrado arriba. Los dementores le darán el Beso en cualquier momento.

Harry, Hermione y Sienna dieron un gran salto de la cama. Sabían que Black era inocente y no merecía el beso del dementor.

—Escuche, señor Ministro —dijo Harry—. ¡Sirius Black es inocente! ¡Peter Pettigrew fingió su propia muerte! ¡Lo hemos visto esta noche! No puede permitir que los dementores le hagan eso a Sirius, es...

—Sirius es inocente, Harry tiene razón —dijo Sienna, mientras Severus daba una mirada de asombro. ¿Cómo podía defender a un criminal?

—Muchachos, yo creo que ustedes deberían reposar. El Ministerio se hará cargo.

Antes de que pudiera seguir defendiendo a Sirius Black, el Profesor Dumbledore entró en la enfermería. Con su presencia calmada y serena, pidió a Severus, al Ministro y a Madame Pomfrey que abandonaran la enfermería.

—Necesito hablar con Potter, Granger y Grindelwald. He estado hablando con Sirius Black —dijo Dumbledore con un tono suave pero firme.

Severus se acercó a Albus y, con voz baja y peligrosa, susurró:

—Black debe pagar por sus crímenes, señor Director.

Luego, sin decir una palabra más, salió de la enfermería junto con el Ministro y Madame Pomfrey.

Dumbledore se quedó unos momentos en silencio, observando a los estudiantes. Luego se dirigió a Hermione con una mirada significativa.

—Yo les creo, pero lo que necesitamos es ganar tiempo —dijo Dumbledore despacio. Sus ojos azul claro pasaron de un estudiante a otro.

—Pero... —empezó Hermione, poniendo los ojos muy redondos—. ¡Ah!

—Hermione, creo que sabes lo que tienes que hacer —dijo Dumbledore, sus ojos brillando con un conocimiento profundo.

Hermione asintió, aparentemente comprendiendo al instante. Sin embargo, Sienna y Harry se miraron confundidos.

—Confíen en ella —dijo Dumbledore—. Sirius está encerrado en el despacho del profesor Flitwick, en el séptimo piso. Torre oeste, ventana número trece por la derecha. Si todo va bien, esta noche podrán salvar más de una vida inocente.

Albus salió de la enfermería regalando una última sonrisa a todos.

Hermione esperó hasta que la puerta se cerró detrás de Dumbledore antes de sacar un pequeño y brillante objeto de su cuello.

—Este es un giratiempo —explicó Hermione, mostrando el reloj de arena colgante—. Nos permitirá retroceder en el tiempo. Harry y yo debemos seguir los pasos que dimos horas antes, pero tú, Sienna, deberás esperar en el castillo cerca del despacho del Profesor Flitwick.

Sienna asintió, todavía algo perpleja pero confiando en las instrucciones de Hermione. Harry también parecía estar un poco confundido, pero su determinación era evidente.

—Buena suerte —murmuró Sienna mientras Hermione ajustaba el giratiempo.

En un parpadeo, Hermione y Harry desaparecieron, dejando a Sienna sola en la enfermería, lista para cumplir su parte en el plan. Observó a su alrededor y notó que Ron estaba dormido en una de las camas. Su pie se encontraba elevado, pero sabía que Madame Pomfrey lo curaría.

Sienna salió de la enfermería y caminó por los pasillos del colegio, tratando de no ser vista por nadie. Al llegar a la torre central del castillo, decidió permanecer unas horas allí. Era un lugar muy solitario y eso le ayudaría. 

Después de algunas horas, notó que ya eran pasadas las 10 de la noche. Sienna se acercó a un ventanal que tenía vista hacia una de las entradas del Bosque Prohibido cuando notó que Snape había recuperado el conocimiento. Con ayuda de la magia, unas camillas llevaban los cuerpos inconscientes de Harry, Ron, Hermione y Black. Pero faltaba una persona, y esa era ella. 

Sienna abrió más los ojos y no podía creer lo que miraba: Severus Snape la llevaba cargando entre sus brazos. Sienna estaba tan asombrada. ¿Por qué la cargó? ¿No estaba furioso con ella en la enfermería? ¿Acaso estaba soñando? Pero sus preguntas tendrían que esperar, porque ella debía correr al despacho del profesor Flitwick. En esos momentos, el tiempo valía oro.


Una disculpita por tardar queridos lectores :((

Secrets under the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora