Severus Snape terminó de apuntar las notas de la última poción de la clase con una pluma elegante y precisa. Observó con una mirada aguda a los estudiantes que abandonaban el aula, pero no podía quitarse de la cabeza un detalle que lo había molestado durante toda la lección: Sienna no había asistido.
Para cualquier otro alumno, habría sido una simple omisión, algo que podría pasar desapercibido. Pero Sienna... ella nunca faltaba. Era puntual hasta el extremo, siempre dispuesta a aprender y cumplir con las expectativas, sobre todo en sus clases de pociones, donde mostraba una dedicación que pocos alumnos demostraban. La idea de que ella hubiera faltado sin ninguna razón aparente lo inquietaba.
Cuando la última fila de estudiantes salió del aula, cerró la puerta con un ademán brusco y recorrió los pasillos con el ceño fruncido. ¿Dónde podría estar? Tal vez en la biblioteca, aunque no había visto su sombra por allí esta mañana. ¿Enfermería? Si hubiera estado ahí, Madame Pomfrey le habría informado...
Perdido en sus pensamientos, Snape dobló una esquina y escuchó un murmullo que captó su atención. Se detuvo a escuchar con cuidado desde las sombras.
—¡No puedo creer que Moody haya dicho algo así! —Harry se quejaba con furia en la voz, su semblante crispado de indignación.
—Lo vi, Harry, pero no sé qué podríamos haber hecho —murmuró Ron con preocupación—. El viejo loco no debería hablar así. Especialmente sobre algo tan delicado...
—¡Pero es que fue terrible! —continuó Harry, incapaz de contenerse—. Sienna ni siquiera había hecho nada y él... él simplemente la atacó con sus palabras. Dijo que era igual que su abuelo.
—Moody es un paranoico, siempre lo ha sido —dijo Hermione con una voz tensa, intentando sonar razonable, aunque la preocupación era evidente en su expresión—. Pero... eso fue demasiado. No se puede ir por ahí comparando a la gente con un mago tenebroso como Grindelwald, menos a una chica como Sienna.
—Ella solo salió corriendo —susurró Harry con la voz quebrada por la impotencia—. Traté de seguirla, pero no me dejó. Me miró con esos ojos... tan herida... y se marchó antes de que pudiera decirle que no le hiciera caso a Moody.
—Es natural que reaccionara así —dijo Hermione, suspirando—. Sienna siempre ha sido reservada con respecto a su familia, ¿y qué esperaba? Que alguien la acusara de ser igual que Grindelwald en medio de una clase...
Las palabras resonaron en la mente de Snape como un trueno. Se sintió paralizado por un instante antes de que un torrente de emociones lo invadiera. ¿Moody había lastimado a Sienna? Sin pensarlo dos veces, giró con la túnica ondeando a su alrededor y se dirigió a la torre de Ravenclaw.
Sin molestarse en ocultar su presencia, Snape subió las escaleras a paso decidido, ignorando las miradas curiosas de los estudiantes que encontraba en su camino. Una vez frente a la puerta del dormitorio de las chicas de cuarto año, murmuró un hechizo suave para asegurarse de que no había más personas allí. Cuando confirmó que Sienna estaba sola, entró sin hacer ruido.
Allí la vio. Sienna estaba profundamente dormida, su cuerpo pequeño se veía frágil entre las sábanas. Parecía que no se había movido en horas, y su rostro, normalmente tan animado, ahora mostraba rastros de agotamiento y dolor. Pero lo que realmente hizo que Snape se detuviera fue la huella de lágrimas secas en sus mejillas. Unas cuantas gotas cristalinas habían quedado allí, como testigos silenciosos de su sufrimiento.
Severus sintió un nudo en la garganta, uno que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. Se acercó lentamente, su expresión severa transformándose en algo más suave. ¿Qué le había hecho ese lunático? La ira burbujeó dentro de él, pero la contuvo. No quería despertarla, no quería asustarla más de lo que ya debía haber estado.
Con manos temblorosas, levantó un mechón suelto de cabello que descansaba sobre su frente y lo apartó con cuidado. Suavemente, deslizó los dedos por sus mechones oscuros, como si quisiera asegurarle que todo estaría bien, aunque ella no pudiera escucharlo. Había algo inusual en ver a la joven tan vulnerable, y por un momento, Snape se permitió bajar la guardia.
—Estúpido Moody... —murmuró apenas audible, lleno de rencor y remordimiento.
Sin darse cuenta, se encontró inclinándose un poco más hacia ella. El aroma a lavanda de su cabello lo rodeó, un perfume suave que le resultaba inusitadamente tranquilizador. Sienna suspiró en sueños, y Snape sintió que algo dentro de él se quebraba. Acarició su mejilla con la yema de los dedos, siguiendo el rastro de las lágrimas que había llorado por su dolor.
¿Cómo era posible que alguien tan inocente y decidida tuviera que enfrentarse a esto? La ira lo consumía por dentro, pero ahora se disipaba, dejando un sentimiento más profundo y oscuro. Una promesa silenciosa.
—Nadie volverá a hacerte daño... —susurró sin darse cuenta, las palabras fluyendo antes de que pudiera detenerlas.
Se quedó un momento más observándola, velando su sueño como si de un guardián oscuro se tratara. Luego, apartó la mano con suavidad, sabiendo que debía irse antes de que alguien lo encontrara allí. No quería que ella despertara y lo viera a su lado, no así, tan... preocupado.
Con un último vistazo, Severus se alejó de la cama y salió de la habitación, su capa negra agitándose como un remolino de sombras. Mientras caminaba de regreso a las mazmorras, su mente ya estaba trabajando en un plan. Nadie, ni siquiera un auror retirado y paranoico como Alastor Moody, se atrevería a tocar un solo cabello de Sienna sin enfrentar las consecuencias.
Snape se encargaría personalmente de ello.
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Secrets under the moon
FanfictionSienna, una joven bruja con un legado complicado, lucha por encontrar su lugar en un mundo donde su apellido pesa más de lo que quisiera. Su vida se complica aún más cuando empieza a desarrollar sentimientos hacia su profesor de pociones. A lo larg...