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El fin de semana había concluido y las clases otra vez comenzaban. Aquella mañana, Sienna se despertó más temprano que de costumbre y comenzó a aprovechar su tiempo invirtiendo en ella misma. Al llegar la hora del desayuno, Sienna se dirigió al Gran Comedor. En la mesa de Ravenclaw se encontraban pocos alumnos, cada uno sumergido en sus desayunos. Sienna tomó un jugo de calabaza y un trozo de pan con mantequilla. Cuando terminó, tomó rumbo a la clase de Cuidado de las Criaturas Mágicas con Hagrid. La clase fue un poco aburrida debido a que Hagrid no quería volver a exponer a sus alumnos al peligro, como pasó con Malfoy.

Al terminar la clase, Sienna regresaría al castillo, pero se vio interrumpida por el cachorro negro.

—Hola, otra vez tú de nuevo —dijo Sienna.

El cachorro se acercó a ella, lamió su mano y comenzó a girar, un acto que a Sienna le pareció divertido.

—Disculpa, pero tengo que irme. Mi siguiente clase comenzará pronto.

El perro, al escuchar y entender esas palabras, tomó su estuchera, donde Sienna tenía plumas y tinta para escribir, y salió corriendo.

—¡Oye, vuelve aquí! —gritó Sienna, mientras corría tras el cachorro.

El perro se metió en el Bosque Prohibido, y Sienna, sin pensarlo dos veces, lo siguió. A medida que se adentraba en el bosque, Sienna comenzó a desorientarse y a perderse. Los árboles se veían cada vez más altos y oscuros, y los sonidos del bosque se volvían más inquietantes. Justo cuando empezaba a desesperarse, escuchó un ruido detrás de ella.

—¿Quién está ahí? —preguntó Sienna, asustada y sin pensarlo sacó su varita

De entre los árboles emergió el profesor Lupin.

—Sienna, ¿qué haces aquí? Este no es lugar para una estudiante —dijo Lupin con una voz preocupada pero firme.—Por favor baja tu varita, no te haré daño.

—Perdón profesor pero el perro... se llevó mi estuchera... —Sienna trataba de explicar mientras recuperaba el aliento y bajaba su varita.

—¿Perro? No importa ahora. Vamos, te sacaré de aquí —dijo Lupin, tomándola suavemente del brazo y guiándola fuera del bosque.

Con la ayuda de Lupin, Sienna logró regresar al castillo sana y salva. Profesor y alumna caminaban en silencio, apple perro si había logrado asustar a Sienna pero el profesor lupin que hacía en el bosque

—Ven conmigo, Sienna. Vamos a mi despacho —dijo Lupin, notando la tensión en el ambiente.

Una vez en su despacho, Lupin le ofreció a Sienna una taza de té para calmarse.

—Siento mucho lo de tu estuchera. ¿Qué tal si te doy algunas plumas y tinta para reemplazar lo que perdiste? —ofreció Lupin amablemente.

Sienna sonrió, agradecida.

—Gracias, profesor. Eso sería de gran ayuda.

Lupin sacó algunas plumas nuevas y un frasco de tinta de su escritorio, entregándoselas a Sienna.

—Aquí tienes. Intenta no perderte de nuevo en el bosque, ¿de acuerdo? —dijo Lupin con una sonrisa cálida.

—Lo prometo —respondió Sienna, guardando las plumas y la tinta en su mochila.

Mientras se dirigía a su siguiente clase, Sienna no pudo evitar notar sentir el caminar de otra persona detrás de ella, al girarse solo vio una sombra negra, Sienna trato de no darle importancia asi que siguió su camino.

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La luz de las velas parpadeaban, proyectando sombras en las paredes de piedra. Sienna estaba de pie junto a una mesa llena de calderos desordenados, sintiendo la mirada del profesor Snape sobre ella.

—Tu castigo es limpiar y ordenar estos calderos —dijo Snape con su voz fría y autoritaria—. No quiero ver ni una sola mancha o imperfección. Me aseguraré de que este lugar esté impecable cuando termines.

—Sí, profesor Snape —respondió Sienna en un susurro, evitando su mirada.

Sienna comenzó a trabajar en silencio, mientras Snape se sentaba en su escritorio, revisando algunos pergaminos con una concentración intensa. El silencio se rompía ocasionalmente por el sonido del agua y el raspado de cepillos contra el metal.

Después de un rato, Sienna se sintió más cómoda con su tarea. Sin embargo, su mente comenzó a divagar y, en un descuido, golpeó un frasco vacío que estaba al borde de la mesa. El vidrio cayó al suelo con un estruendo, rompiéndose en mil pedazos.

—¡Qué torpeza! —exclamó Snape, levantándose de golpe y caminando hacia ella con una expresión de irritación.

—Lo siento, profesor, fue un accidente —dijo Sienna rápidamente, agachándose para recoger los fragmentos.

En su apuro por recoger los pedazos, cortó su mano en un borde afilado. El dolor agudo la hizo retroceder y, para su sorpresa, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Snape, a punto de reprenderla, se detuvo al ver su rostro angustiado.

—Déjame ver —dijo Snape, su tono más suave pero aún autoritario. Tomó la mano de Sienna con cuidado y examinó la herida—. Esto necesita ser curado inmediatamente.

Snape sacó su varita y murmuró un hechizo de curación, cerrando la herida al instante. Aunque su expresión era seria, sus ojos mostraban una preocupación genuina.

—Debes tener más cuidado —dijo, su voz más suave de lo habitual.

—Gracias, profesor —murmuró Sienna, limpiándose las lágrimas con la manga de su túnica.

En ese momento, un patronus en forma de gato apareció en la sala. La voz de la profesora McGonagall resonó, urgida:

—Severus, todos los profesores deben ir al Gran Comedor de inmediato. Sirius Black ha sido visto dentro del castillo. Los estudiantes deben dirigirse al Gran Comedor sin demora

Snape frunció el ceño y se volvió hacia Sienna.

Recoge tus cosas y vete al Gran Comedor inmediatamente —ordenó. Sienna comenzó a moverse rápidamente, pero antes de que pudiera irse, Snape la detuvo colocando una mano en su hombro.

—Ten mucho cuidado, Sienna. Mañana te espero en mi despacho —dijo, sus palabras cargadas de una mezcla de preocupación y firmeza.

—Sí, profesor —respondió Sienna, sintiendo un nudo en la garganta.

Sienna se apresuró a salir del aula, su corazón latiendo con fuerza tanto por el encuentro con Snape como por la noticia de Sirius Black. Al llegar al gran comedor pudo encontrar a todo el colegio, el director dio la instrucción de que se quedarían a dormir todos los alumnos en el gran comedor mientras los profesores darían rondas por todo el castillo. Sienna busco a su amiga Ravenclaw Lyra para dormir juntas y descansar, sin duda había sido un día algo cansado

Secrets under the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora