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Sienna corría por los pasillos del castillo, el corazón martilleando en su pecho mientras llegaba al despacho del profesor Flitwick. Antes de que Sienna pudiera intentar abrir la puerta , se escuchó un fuerte ruido en el pasillo. Giró sobre sus talones, su varita en mano, pero se relajó al ver a Hermione y Harry que llegaban corriendo.

—¡Alohomora! —gritó Hermione, y la cerradura se deshizo con un chasquido.

—Gracias, chicos —murmuró, abrazándolos rápidamente—Son geniales

—Sirius, debes irte ahora —instó Harry, preocupado—. Usa a Buckbeak y escapa.

—En un momento —dijo Sirius, acercaba su mano al hombro de Potter—Necesito hablar contigo Harry— Y también contigo Sienna.

Sienna se interrogó a sí misma ¿Por que quisiera Sirius hablar con ella?. Lo que en ese momento importaba era que huyera y fuera un hombre libre.

Después de una breve conversación con Harry, Sirius se volvió hacia Sienna. Cuando quedaron solos, Sirius pareció vacilar por un instante, pasándose la mano por el cabello desordenado.

—Sienna... —empezó, su voz ligeramente temblorosa pero con un tono juguetón—, no sé cómo agradecerte por lo que has hecho. De verdad, eres... eres increíblemente valiente, y bueno... fascinante.

Sienna sintió un cosquilleo en su estómago mientras él hablaba, notando cómo Sirius evitaba por momentos su mirada, como si estuviera reuniendo el valor para continuar.

—Debo decir que... cualquiera que te conozca... podría fijarse en ti —Sirius dejó escapar una pequeña risa nerviosa, y aunque sonreía, sus ojos mostraban un atisbo de vulnerabilidad.

Antes de que Sienna pudiera decir algo, Sirius dio un paso hacia ella. Su mano tembló ligeramente al levantarla, y con una timidez que contrastaba con su reputación, se inclinó y le dio un beso suave en la mejilla.

—Espero... que te cuides —susurró, retrocediendo con una sonrisa que intentaba ser despreocupada pero que traicionaba su nerviosismo.

Montó en Buckbeak y, con una última mirada hacia Sienna se dirigió a Hermione y Harry— Gracias nuevamente y por cierto Hermione eres una bruja extraordinaria—Tomó impulso y se alejó rápidamente en la oscuridad.

Sienna estaba tan intrigada ¿Que había sucedido?. Tal vez Sirius confundió su forma de gratitud. Había sido un día lleno de muchas emociones, todas tan sorprendentes pero al final ella estaba en Hogwarts y sabía que el colegio nunca la dejaría de sorprender.

—Rápido, es momento de regresar a la enfermería—mencionó Hermione mientras comenzaban a correr a su destino.

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La mañana después de la huida de Sirius, Sienna se despertó en la enfermería, sintiéndose más descansada de lo que había estado en días. Se había quedado profundamente dormida, y cuando abrió los ojos, la enfermería estaba vacía. Al parecer, los demás habían salido hacía horas. Se vistió apresuradamente y decidió salir a los pasillos.

Mientras caminaba, sus pensamientos giraban en torno a la noche anterior, Snape gritándole y horas después cargándola en brazos, al escape de Sirius y a las palabras que él le había dicho. Estaba sumida en sus reflexiones cuando, al girar una esquina, vio a Harry, caminando con la cabeza baja y el ceño fruncido.

—Harry, ¿qué ocurre? —preguntó Sienna, acercándose a él.

Harry levantó la mirada, y Sienna pudo ver la tristeza en sus ojos.

—Es Lupin —dijo Harry con voz apagada—. Renunció. Snape... Snape reveló que es un hombre lobo.

El impacto de esas palabras la golpeó como un hechizo desviado. Sienna abrió la boca para decir algo, pero las palabras murieron en su garganta. No podía escuchar más, no en ese momento.

—Lo siento, Harry —dijo suavemente, apenas capaz de encontrar su voz—. Necesito... hablar con él.

Harry asintió, comprendiendo, y Sienna giró sobre sus talones, encaminándose hacia el despacho del profesor Lupin.

Cuando llegó, encontró la puerta entreabierta. Asomó la cabeza y lo vio allí, solo, empacando lo que parecía su última maleta. Lupin levantó la mirada al sentir su presencia y le dedicó una sonrisa triste.

—Sienna, sabía que vendrías —dijo Lupin, dejando a un lado lo que estaba haciendo para darle su atención.

—Profesor... no se vaya —dijo Sienna, dando un paso dentro de la habitación—. Tiene que haber alguna manera de solucionarlo. No puede dejarnos así...

Lupin negó con la cabeza, su expresión calmada pero decidida.

—Ya no hay marcha atrás, Sienna. Mi condición no es algo que pueda ser ignorado. La escuela necesita estabilidad, y mi presencia aquí... ya no es posible.

Un silencio pesado cayó entre ellos. Sienna luchaba por encontrar las palabras adecuadas, su mente estaba llena de emociones contradictorias.

Finalmente, Lupin rompió el silencio.

—Sienna, no debes odiar a Snape por esto. Algún día entenderás sus razones.

—No lo odio... —empezó a decir Sienna, pero su voz se quebró. Lupin la miró con una mezcla de ternura y comprensión, y ella sintió que sus defensas comenzaban a desmoronarse.

—Sé que lo que sientes por él es... complicado —continuó Lupin, con un tono suave pero directo—. Lo he visto en la forma en que lo miras, en cómo te pones nerviosa cuando está cerca. Y... creo que él también lo ha notado.

Sienna sintió que el color subía a sus mejillas. Su corazón latía con fuerza, y durante unos segundos no pudo encontrar su voz.

—No es cierto —negó Sienna con un susurro, aunque sus palabras sonaron vacías incluso para ella misma.

Lupin esbozó una sonrisa comprensiva.

—No tienes que negarlo conmigo. Está bien sentir lo que sientes. Pero también debes entender que Severus... es un hombre complejo. Si lo que sientes es real, entonces tendrás que estar preparada para lo que eso signifique.

Sienna bajó la mirada, el peso de sus palabras calando hondo en ella. Era difícil admitirlo, incluso ante sí misma, pero lo sabía en lo más profundo: había algo entre ella y Severus Snape, algo que no podía ignorar.

—Si es lo correcto... —murmuró finalmente, levantando la mirada para encontrarse con los ojos de Lupin—, entonces tendré que afrontarlo, sea lo que sea.

Lupin asintió, su expresión llena de respeto hacia ella.

—Confío en que lo harás, Sienna. Eres de las mejores brujas Sienna y se que nos volveremos a encontrar.

Con un último suspiro, Lupin cerró su maleta y se dirigió hacia la puerta. Sienna se quedó en la habitación, observando cómo se marchaba, y sintió que una parte de su mundo se desmoronaba, mientras otra parte comenzaba a tomar forma, incierta pero ineludible.

Secrets under the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora