𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 53. 00

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Alan encuentra a JiMin detrás de la gasolinera vieja, desplomado en el suelo

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Alan encuentra a JiMin detrás de la gasolinera vieja, desplomado en el suelo. Al parecer, durante la caída desde el techo, JiMin se golpeó la cabeza y quedó inconsciente. Alan aprueba esta teoría cuando, al tomar a JiMin entre sus brazos y levantarlo del suelo, una vez se ha arrodillado en el suelo, nota sangre goteando de detrás de la cabeza de JiMin y un charco diminuto en el suelo.

Alan presiona ligeramente su dedo índice y medio sobre el cuello de JiMin, al costado de la tráquea, para verificar si tiene pulso y, que si lo tiene, cómo ha de estar. Alan expulsa el aire que se le retuvo en los pulmones ante la tensión del momento. Logra respirar con alivio apenas halla el pulso de JiMin y lo siente en buen estado, pese al golpe en la cabeza.

Él se pone de pie con JiMin entre sus brazos, teniendo exactamente el máximo cuidado con la cabeza de JiMin, que ahora está bastante delicada. Mientras le pide a su asistente virtual, conectada a su radio de última tecnología, que lo comunique con YoonGi, se dedica a acomodar algunos mechones rebeldes de los cabellos rojos de JiMin, pues uno que otro está desparramado en su frente, lo que genera en un inconsciente JiMin más sudor y sofocación.

—¿Este enano no es muy bonito para estar con el idiota de YoonGi? —De pronto la voz del soldado Park se escucha en su oído y ocasiona en él un sobresalto, no del susto por la repentina presencia del soldado Park, sino por el nervio de tenerlo tan cerca.

—¿Cómo me encontraste? —interroga al soldado Park en lo que se contornea a encararlo, después de comunicarse con YoonGi e informarle que JiMin ya va en camino. Él mira al soldado Park con unos ojos desconfiados.

—Te tengo rastreado —el soldado Park admite con simpleza, encogiendo los hombros, hasta se rasca la nariz con una mano en la cintura el desgraciado.

—¿Qué? —es lo único que logra soltar, puesto que se ha desconcertado—. ¿Po-por qué me tienes rastreado?

—¿Porque eres mi capitán? —alega el soldado Park ladeando la cabeza, pero no se oyó a sí mismo muy convencido, así que se aclara la garganta y, con una voz más segura, afirma—: Porque eres mi capitán.

—¿Y qué con eso? Soy capitán de una manada de soldados y no creo que alguno de ellos me tenga rastreado —él plantea con una expresión ceñuda, juzgando a su soldado con sus ojos plateados—. Además..., ¿en dónde pusiste el chip... y cómo?

—¡Oh! Te lo puse en tu camisa favorita, la que sé que sueles usar unas cuatro veces a la semana —el soldado Park explica sin ningún tipo de remordimiento o vergüenza. Es más, se explica con una sonrisa debajo del pasamontañas—. ¿Y cómo...? Bueno, la vez que estábamos almorzando. Aproveché tu distracción.

Luego de confesar la enferma y perturbadora historia de cómo el soldado Park colocó un chip rastreador a tiempo real en Alan, sin padecer de lo demente que puede llegar a ser una historia de este calibre, Alan se le queda viendo pasmado. Alan se reserva frente al soldado Park sin palabras y con una mirada enajenada, su rostro albino, por debajo de su pasamontañas con estampado de calavera, no expresa más que espanto.

𝐄ᴸ ᴵᴺᶠᴵᴱᴿᴺᴼ ᴰᴱ 𝐀ˡᵉˣᵃᶰᵈʳᵒᵛᶤᶜʰ| ʏᴏᴏɴᴍɪɴ. [Pausado].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora