𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 64. 00

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La luz de un nuevo día —que muchos creyeron no iba a llegar—resulta molesto para alguien que lleva horas con la noción del tiempo perdida

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La luz de un nuevo día —que muchos creyeron no iba a llegar—
resulta molesto para alguien que lleva horas con la noción del tiempo perdida. Los rayos del sol se asoman por las cortinas, la briza mañanera se cuela entre las ventanas semiabiertas y la habitación es inducida a una refrescante escarcha. El ambiente dentro de la habitación, gracias al cielo, ha pulverizado toda tensión e inquietud vivida hace horas atrás. Ahora se puede respirar mejor en un aire más ligero, carente de agobio.

YoonGi va abriendo sus enrojecidos e hinchados ojos poco a poco y, a su vez, gesticula lo mucho que le está costando conseguirlo. Pasa saliva con sequedad; su garganta necesita lubricarse con algo agua. Carrapea. Todavía la cabeza le sigue dando vueltas, pero hoy es leve, fácilmente controlable. Percibe que su cuerpo está dormido y sus extremidades entumecidas. Se siente bastante debilitado, como si fuese un móvil con cero pila que necesita ser cargado. El sólo hecho de tratar de abrir los ojos por completo, le pesa.

En su vago intento por despertar del todo, se percata de que hay un peso bastante considerado sobre su pecho. Ronroneando más dormido que despierto, levanta su mano, igual de adormecida que él, para palpar aquello que le impide moverse; en busca de enterarse de quién se trata. Su tacto se topa con lo que podría asegurar es una cabellera de hebras tupidas y, yendo más allá, una mejilla rechoncha y tan suave que la termina pellizcando sin fuerza entre sus dedos.

—¿Cuchurrumin...? —es lo primero que le ha nacido del alma mencionar, con su voz dos tonos más ronca, como lo habitual por las mañanas—. Mi cuchurrumin, ¿eres tú?

JiMin se incorpora de sobre el pecho de YoonGi en ipso facto cuando, equitativamente, estuvo a punto de caer rendido ante Morfeo tras pasarse el resto de la madrugada en vigía, cuidando el sueño de YoonGi y velando por su bienestar así como se lo prometió al médico de la familia. JiMin se acomoda al lado de YoonGi de modo en que se sienta de piernas dobladas, para verificar su temperatura ahora que ha despertado.

JiMin desaloja el paño húmedo que yace sobre la frente de YoonGi y posa su mano en lugar de ello, pues horas antes YoonGi estuvo ardiendo en fiebre. JiMin suspira sutilmente unos segundos después. La fiebre ha bajado notablemente, gracias al paño y a los medicamentos suministrados por sueros intravenosos. Pero, aun así, YoonGi necesita ser cuidado por él hasta que se recupere al cien por ciento.

JiMin se baja de la cama un momento para ir a remojar el paño con el fin de volver a ponerlo sobre la frente de YoonGi. De paso, llevará consigo un vaso de agua para refrescar la garganta de YoonGi. Cuando se ve de regreso a la cama, YoonGi lo está observando con un brillo en los ojos simplemente cegador, causado por la ola de lágrimas que pronto se van a dejar ir salvajemente. JiMin toma asiento en la cama, en silencio coloca el paño húmedo sobre la frente de YoonGi. Éste toma su mano de imprevisto, acaparando su atención.

𝐄ᴸ ᴵᴺᶠᴵᴱᴿᴺᴼ ᴰᴱ 𝐀ˡᵉˣᵃᶰᵈʳᵒᵛᶤᶜʰ| ʏᴏᴏɴᴍɪɴ. [Pausado].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora