𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 03. 00

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—... Yo no tengo por qué ir; yo sólo soy un empleado más.

—Yo tampoco, porque..., porque mi trabajo es custodiar la entrada, sí.

—Y yo soy su compañero, por lo tanto, moverme no es una opción.

—Grupo de cobardes, miserables. —León, supervisor del grupo de guardaespaldas de la mansión del Zar; jefe de la mafia rusa, se pone de pie estrellando las manos en su escritorio—. Alguien tiene que ir con el Zar y darle la noticia: JiMin al final salió del país.

Cinco de sus hombres que yacen de pie a su alrededor, se dedican a negar con la cabeza al mismo tiempo y dar un paso hacia atrás, rehusándose rotundamente en ir con el jefe e informarle sobre la partida de JiMin. Todos se muestran aterrados ante la sola idea de ver al jefe.

León suspira bajando la cabeza por un segundo. Se rinde por completo a tratar con ese grupo de inservibles, así que decide ser él quien le dé la noticia al Zar, aun cuando el Zar fue muy específico al decirle que no lo moleste a menos que sea porque JiMin está de regreso en la mansión.

JiMin se deshizo de dos de sus mejores hombres y escapó del país ignorando todas las advertencias. Ahora el Zar va a estar furioso cuando a León le toque contarle que todos sus intentos por retenerlo en Rusia no dieron sus debidos frutos. Después de todo, JiMin ya está en Corea del Sur.

—Supervisor. —Los dos hombres que custodian las puertas del despacho del Zar, le hacen un movimiento con la cabeza a León. Posteriormente, pasan a abrir las puertas.

León coge valor en una bocanada de aire ahora que alcanza a ver al Zar de pie frente al inmenso ventanal que tiene el despacho. León está nervioso; el Zar no es un hombre que perdona un fallo. Si bien es un hombre que difícilmente pierde los estribos, suele asesinar a quien le falla sin siquiera darle el aviso.

Él había recibido la orden estricta de ir por JiMin y traerlo de vuelta antes de que cometiera la locura de salir del país. Sin embargo, sus hombres no hicieron bien el trabajo y tampoco regresaron para contarlo. Por consiguiente, su deber como supervisor es tratar con el Zar y entregarle la noticia.

Entra al despacho lujoso y moderno con los nervios a flor de piel. Se siente perder todo rastro de color en su rostro mientras camina a boca cerrada hacia en donde el Zar está. Está tan inquieto por la futura reacción del Zar que su mente maquina y lo hace ver mucho más grande.

El Zar tiene una estatura de dos metros con cincuenta centímetros. Es un hombre robusto de ojos plateados y cabellos rubios. Posee una postura dominante y un aura intimidante que hace sentir pequeño e insignificante a cualquiera, incluyendo a León.

𝐄ᴸ ᴵᴺᶠᴵᴱᴿᴺᴼ ᴰᴱ 𝐀ˡᵉˣᵃᶰᵈʳᵒᵛᶤᶜʰ| ʏᴏᴏɴᴍɪɴ. [Pausado].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora