𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 28. 00

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Ceasar se endereza para volver a su postura normal mientras se reacomoda los guantes de cuero que cubren sus manos

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Ceasar se endereza para volver a su postura normal mientras se reacomoda los guantes de cuero que cubren sus manos. Desde su altura de dos metros con cincuenta se detiene a observar el arte que recién ha culminado de hacer: la golpiza con la que recibió a JungKook en su habitación presidencial.

JungKook yace sin camisa tendido en el piso, tosiendo y escupiendo sangre sin parar. Su espalda se arquea constantemente por la forma hostil en que tose, lo que no lo ayuda con sus costillas severamente rotas. El abdomen lleno de magullones y quemaduras se le contrae, quema como el infierno.

Después de los primeros tres golpes, JungKook perdió la cuenta de cuántos más recibió por todo el cuerpo, incluso, hasta la noción del tiempo perdió. Tiene la certeza de que fueron muchos puñetazos, rodillazos y patadas, los suficientes como para aturdirse durante un lapso. Su vista se había tornado borrosa y, por un instante, creyó que iba a caer inconsciente.

Ceasar lo cogió como si tal él fuese un saco de boxeo. Los puños de este tipo deberían ser penados por la ley y, la fuerza que maneja, debería de ser llevada a la silla eléctrica. Él llegó a creer que de verdad iba a morir en manos de Caesar, pero éste, de pronto, se detuvo. Sin decir nada lo soltó, él cayó al piso y Caesar se enderezó. Actualmente, percibe la mirada zafiro de Ceasar sobre él.

—Ven aquí.

—Por favor..., no-no me mates.

—No comas ansias.

JungKook es agarrado del cabello por parte del Zar. El Zar, a fuerza,
hace que JungKook se ponga de rodillas frente a él aprovechándose de que ya está en el piso. JungKook formula dolor en sus facciones, debido a la violenta manera en que es agarrado del cabello. La respiración se le atasca en los pulmones cuando es obligado a alzar la cabeza y darle la cara al Zar, que lo hace sentirse profundamente pequeño por verlo desde el piso.

—Te tengo una noticia; no te voy a matar —comunica el Zar—, porque todavía eres algo útil.

—Gracias, Zar. —A JungKook se le regresa el alma al cuerpo y sonríe aliviado por la noticia—. Yo...

—No agradezcas tan pronto. Podría cambiar de opinión si no me satisfaces con lo que quiero escuchar —el Zar interrumpe a JungKook para explicarse—. Dime, ¿es que JiMin descubrió que trabajas para mí que quiere matarte?

Él se dirige hacia el elegante y bestial comedor de color blanco posicionado frente a un ventanal todavía más elegante y bestial que el comedor. Él toma asiento en una de las sillas blancas de respaldar estilo trono. Una vez cómodo, se cruza de piernas mientras le pide a León, a quien se trajo consigo a Corea del Sur, que le sirva un trago. Posteriormente, se dedica a anhelar el cielo azulado.

En cuanto a JungKook, él es levantado del piso por dos hombres del Zar. Es llevado sin cuidado hacia el comedor en el que el Zar está degustando del trago seco que León acaba de prepararle. Él es obligado a tomar asiento frente al Zar. Los dos hombres lo sentaron en la silla con increíble violencia, por lo que ahora está soltando ayes de dolor. Se sujeta las costillas en busca de hacer una presión que le permita respirar sin que le resulte infernal.

𝐄ᴸ ᴵᴺᶠᴵᴱᴿᴺᴼ ᴰᴱ 𝐀ˡᵉˣᵃᶰᵈʳᵒᵛᶤᶜʰ| ʏᴏᴏɴᴍɪɴ. [Pausado].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora