A una calle del museo nacional hay cinco camionetas cerradas de color negro, todas en filas. La que está más cerca al museo, la primera camioneta, es en la que están YoonGi y JiMin junto a cinco hombres más. Todos ellos, incluyendo a YoonGi y a JiMin, están vestidos completamente de negros de pies a cabeza, ocultando hasta el mínimo mechón de cabello con pasamontañas.
El museo nacional está repleto y rodeado de guardaespaldas que se encargan de la seguridad y protección del, actualmente, famoso político Choi SiWon. Según el dron del tamaño de una mosca que YoonGi echó a volar, hay alrededor de cuarenta y cinco invitados, un impecable sistema de seguridad de última categoría y más de sesenta hombres esparcidos por todo el museo.
¿El buen aporte? No hay más políticos ni gente realmente importante dentro de ese museo, debido a la enemistad entre Choi SiWon y su competencia.
—Muy bien, vamos a crear una matancina ahí adentro, pero debemos cerciorarnos de no dejar nuestro rastro.
YoonGi sube un maletín negro a los asientos traseros en los que está sentado junto a JiMin. Abre el maletín y de ahí saca el último juguete que su gente ha creado, especialmente, para ese tipo de situaciones: un celular conectado a un control de videojuego inalámbrico que funciona como un detector de sistema de seguridad y, a su vez, como jaquer.
Con un conjunto de contraseñas que el mismo sistema jaquea puede apagar las cámaras de seguridad y congelar los videos. En este caso, se requiere desactivar todo el sistema de seguridad en general. YoonGi enciende la pantalla e inicia a jugar con los múltiples botones del control, para hacer un escaneo completo al sistema de seguridad del museo, jaquear las contraseñas y apagar las cámaras.
El escaneo no lleva más de un minuto en ser completado. La pantalla le muestra un aviso en letras rojas sobre que el sistema de seguridad del museo ha muerto con eficacia. Pero, para los encargados del sistema en el cuarto de cámaras del museo, se les va a mostrar todo en perfecto orden. Es decir, las cámaras realmente están apagadas, pero en las pantallas del cuarto la imagen se va a repetir.
—Pan comido. —YoonGi vuelve a guardar el aparato jaqueador en su debido lugar. Esconde el maletín debajo de los asientos y, posteriormente, se reacomoda el pasamontañas que cubre su rostro—. Vamos a matar gente, cariño.
Por medio de uno audífonos inalámbricos le comunica a sus hombres que ya es momento de llevar en marcha la matancina de esa noche. A cada grupo, que hizo antes de llegar al museo, les recuerda qué zona del museo les toca atacar. Asimismo, les pide siempre actuar con discreción, sin llamar la atención de las personas que están adentro del museo.
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