𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 60. 00

83 14 299
                                    

—¿Por qué tengo que ser yo quien le entregue estos archivos si eres tú su soldado asistente? —el soldado Park cuestiona a su compañero, dándole la peor de sus miradas juzgonas cuando éste le estampa una ristra de archivos a entregar al capitán Len...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Por qué tengo que ser yo quien le entregue estos archivos si eres tú su soldado asistente? —el soldado Park cuestiona a su compañero, dándole la peor de sus miradas juzgonas cuando éste le estampa una ristra de archivos a entregar al capitán Lennox—. ¿Estás buscando que te devuelva a tu fosa séptica, mugre larva?

—Porque fuiste tú quien arruinó su relación no oficial con el capitán, imbécil —el soldado Kang, asistente del capitán Lennox, le informa mientras toma asiento frente a su escritorio; a las afueras de la oficina del capitán Lennox—. ¿Acaso crees que no hemos notado la tensión entre ustedes?

—¿Y qué les hace pensar que yo soy el responsable de que él ande con un humor de perros? —se defiende de entrecejo arrugado, claramente cabreado por las acusaciones sin alegatos válidos—. No ha comido bien estos días, es por eso que anda así. Cuando no come, se pone de malhumor.

—Hay que aclarar también qué es lo que no ha comido para que esté de tan mal genio —insinúa el soldado Lee, uno de los tres compañeros de cuarto que JaTzael tiene la desgracia de tener—. ¿Qué le hiciste... o qué no le hiciste, Park? Dinos, ¿no será que él te quiso de almuerzo y tú ya estabas echado a perder?

—Park, te conocemos desde hace siete años, así que no necesitamos ser una bola de videntes para saber que ustedes dos discutieron por algo —argumenta el soldado Kim, otro de los tres compañeros de cuarto de JaTzael, cuando se apoya al escritorio con los brazos cruzados—. Tú y el capitán eran como la uña y la mugre. Después, de pronto, se ignoran y no se hablan más. ¿Nos crees estúpidos?

—Sí. Siguiente pregunta.

—Precisamente porque te conocemos hasta la raya del culo, es que sabemos lo orgulloso que eres. Tú, si no lo friegas en la entrada, lo friegas en la salida, pero lo friegas —plantea el soldado Kang, que se mueve de un lado al otro en su silla giratoria, actuando pensativo—. Tú siempre eres el culpable de todo lo que sucede a tu alrededor. ¿No te das cuenta? ¿Quién arruinó la llave de la regadera?

—Park —tanto el soldado Lee como el soldado Kim dicen al unísono.

—Ya les dije que ese día me resbalé y me sujeté de la llave para no dejar los dientes en el piso —justifica JaTzael, virando los ojos.

—¿Quien fue el que se comió la única ensalada con aderezos?

—Park.

—Era un flacucho como yo o la pelota de playa que se traga hasta las servilletas. La salvación es individual, hijo.

—¿Quién fue el que nos dejó con una pesa menos porque disque le fracturó el dedo?

—Park.

—¡Me lo tuvieron que entablillar, bola de insensibles!

—¿Quién fue el responsable de que el capitán Lennox ande más exigente y estricto de lo que de por sí ya es?

—Park.

𝐄ᴸ ᴵᴺᶠᴵᴱᴿᴺᴼ ᴰᴱ 𝐀ˡᵉˣᵃᶰᵈʳᵒᵛᶤᶜʰ| ʏᴏᴏɴᴍɪɴ. [Pausado].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora