𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 66. 00

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YoonGi se echa en el sillón con un gran suspiro de satisfacción salido de lo más recóndito de sus pulmones

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YoonGi se echa en el sillón con un gran suspiro de satisfacción salido de lo más recóndito de sus pulmones. Tremendamente fatigado estira su mano hasta el mueble junto al sillón, para tomar su cajetilla de cigarros y el encendedor. YoonGi no es de fumar, como se ha podido notar. Él hace uso del cigarro en momentos que lo ameritan. Hoy, que está en plena extorsión, necesita soltar su estrés a raíz del humo.

YoonGi se encuentra en una bodega ubicada abajo de la residencia; subterránea, por así decirlo. YoonGi ha apodado esa bodega como ❝la cueva de la tortura❞, un infierno especializado que YoonGi se encargó de construir como hospedaje para todo aquel que trate de verle la cara de imbécil. YoonGi no es de torturar, pues él prefiere ir directo al grano, que es meter plomo y atravesar cráneos. Sin embargo, hay algunas ocasiones en que YoonGi debe emplear este método.

Una de esas ocasiones se está dando en este preciso instante. YoonGi, junto con JiMin, capturaron a un espía ruso que trabaja para Ceasar. Fue de causalidad la situación, cuando JiMin admiraba el jardín por la ventana de la habitación y desde esa distancia alcanzó a divisar a una persona subida en lo más alto de un árbol a las afueras de la residencia, espiando a ésta con ayuda de unos binoculares. Los hombres de YoonGi lo lograron embaucar y llevar a la bodega subterránea, donde, en la actualidad, está siendo arduamente torturado para que escupa la ubicación de Ceasar.

YoonGi, para estas alturas del partido, no sabe si admirar la lealtad del ruso para con Ceasar o encabronarse por no abrir la bendita boca y responder a todo lo que se le está preguntando. No importa cuántos golpes se le ha dado ni cuánta tortura se le ha hecho, el ruso simplemente se mantiene con la boca cerrada. No pretende quemar a su jefe. De vez en cuando se carcajea tiranamente de la visible frustración en el rostro de YoonGi, lo que tiene a YoonGi con los testículos realmente endurecidos.

Tanto JiMin como el propio YoonGi están enteramente sudorosos y agitados, aunque lo disimulan perfectamente. Debido a que la bodega, al ser completamente cerrada y ubicada debajo de suelo, resulta caliente. La presión que hace ahí adentro los acerca a las tierras del infierno. Tanto JiMin como el propio YoonGi están que se trepan por las paredes de la desesperación por respuestas. JiMin ya está comenzando a perder la paciencia, YoonGi la perdió desde que optó por tomar asiento en el sillón y fumarse un cigarro para no atravesar la cabeza del ruso con un par de balas.

—Es inútil todo esto, señor Min. Conozco a la gente que trabaja para Ceasar; son estúpidamente leales, como perros domesticados incapaces de morder la mano del humano que les da de comer —JiMin llega a YoonGi y le comenta, después se lleva su puro cubano a la boca para fumar de él—. No importa lo mucho que lo torturemos, no va a abrir la boca para decirnos algo sobre su jefe. Él prefiere morir a delatar a su jefe, así funciona esto.

JiMin expulsa el humo de su puro cubano. Su mano derecha tiene algunas machas de sangre y sus nudillos se le ven ligeramente hinchados y morados, por tantos golpes que le ha estado dando al ruso espía con el puño. Algunos mechones de su cabello húmedo yacen adheridos a su frente. Está vestido elegantemente como cuestión de costumbre diaria: un traje completo en negro grafito, exceptuando por el saco, que se quitó apenas puso pie en esa bodega.

𝐄ᴸ ᴵᴺᶠᴵᴱᴿᴺᴼ ᴰᴱ 𝐀ˡᵉˣᵃᶰᵈʳᵒᵛᶤᶜʰ| ʏᴏᴏɴᴍɪɴ. [Pausado].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora