Cap 26: Fugas nocturnas

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Matthew

El campamento estaba ubicado dentro de un enorme y denso bosque. Debíamos subir una loma enorme para llegar hasta él.

Por suerte, el autobús estaba preparado para esto.

Una vez arriba, me sentí un poco aturdido, la altura suele tener este efecto.

Mi cabeza dolía un poco, por lo que tuve que tomarme uno de los medicamentos que empaqué para estos casos.

El lugar era ciertamente hermoso, había un camino desde el lugar donde el autobús aparcó, que conducía hasta las construcciones donde dormiríamos, estaba rodeado de flores de distintos colores y tipos.

A un lado del camino un arroyo extenso se abría paso, desembocando en lo que parecía una colina. Me preguntaba hacia  donde iría.

Todos llegamos arrastrando las maletas al lugar donde nos recibieron.

Anotaron nuestros nombres, números de identidad y nos entregaron la llave de la habitación.

—¿Solo una por habitación? —me quejé, cuando me alcanzaron solo una llave, a sabiendas de que éramos cuatro en la habitación.

—No veo el problema —señaló el entrenador —. Más vale que no la pierdan y que anden junticos como si fuesen uno solo. Si lo hacen no tendrán problemas ni se quedarán a dormir al aire libre.

No tenía sentido discutir. Por supuesto, me tocó a mí la responsabilidad.

Usamos el día para recorrer un poco el lugar, familiarizarnos y descansar ya que el entrenador nos había advertido que no lo haríamos mucho.

En dos días teníamos un enfrentamiento con el instituto local, que también se asentaba en el campamento aledaño.

Por mi parte, aún conservaba el dolor de cabeza que tuve cuando llegué, por lo que tomé un comprimido para relajarme y luego de que comimos, me dormí profundamente. Hasta que unos susurros me despertaron horas más tarde.

—¿Estás loco o qué? Nos van a descubrir. —Pude distinguir la voz nerviosa de Jay.

—Si sigues hablando lo harán. —Esa voz también la reconocí: era Hajun.

—Yo tengo la llave de mi habitación, pero tú: ¿cómo vas a entrar luego?

—Le robas la llave a Matt y ya. No es la gran cosa.

—Si es así, ¿por qué no lo haces tú? ¿No será mejor decírselo?

—Sí, me imagino lo que dirá. Bueno, no importa, dejaré esta ventana de aquí abierta y entraré por ella, ¿satisfecho?

—Hajun. Estamos en el medio del bosque, ¿cómo vamos a dejar esta ventana abierta? Le daremos entrada a sabrá dios cuantas especies de bichos. Mira, tomas la llave, cuando regreses la colocas de vuelta y ya está.

—Sí, lo haré.

Ambos estaban sentados en la cama de Hajun. La cual, por supuesto, estaba en el extremo más alejado de la habitación. Lo más lejos posible de mí.

Planeaban escaparse, seguramente al campamento de al lado donde dormían las animadoras.

Mi estómago se revolvió, pero culpé al medicamento que había ingerido horas antes.

Cerré los ojos y fingí dormir, sentí los pasos ligeros de Hajun y su mano pasando sobre mí para alcanzar la llave en la mesilla.

Lo dejé, pero tendrían una sorpresa esperándolos cuando regresaran.

Las reglas del entrenador debían ser respetadas, y yo me encargaría de que fuera así.

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