Cap 7: Situación lamentable

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Hajun

—Y, ¿bien? Estoy esperando una explicación...

La directora estaba sentada detrás de su escritorio. El entrenador Owen a su lado, lucía como una estatua.

Mi rostro tenía un morado justo debajo del ojo derecho. Y tenía otro en la mejilla. Matt tenía el labio partido, y por momentos se colocaba un dedo sobre el pequeño hilo de sangre que brotaba de él. También la bolsa debajo de su ojo izquierdo estaba hinchada y de color marrón.

—No puedo creer que esto haya sucedido. Y con mis dos mejores alumnos. ¿Hay algún motivo especial por el cual se hayan ido a los golpes? ¿O fue solo sus impulsos adolescentes?

—Lo sentimos mucho, no quisimos faltarle el respeto a usted ni mucho menos al instituto —se defendió Matt.

—Espero que no, pero me temo que debo decirles a sus padres.

—¿Qué? No, no es necesario. Le prometo que no volverá a ocurrir algo así.

—¿Es en serio? ¿Ambos se han visto en el espejo? Están llenos de golpes, y justo en el rostro. ¿Cómo podrán llegar a casa sin que sus padres se den cuenta? ¿Cómo quedaremos los profesores? ¿Como si no estuviésemos enterados de lo que ocurrió?

Matt cerró los ojos con resignación.

Trató de defenderse, pero fue en vano.

—Si ese es el problema, por mí no se preocupe —dijo con la mirada hacia otro lado —. No creo que nadie se percate.

Giré mi rostro y me quedé mudo por unos segundos. ¿Cómo podrían sus padres no darse cuenta de que tenía un ojo del color de una uva madura?

—Por mi parte tampoco, mi madre está en su convención anual de cineastas y no regresará hasta la semana próxima. Y mi padre...bueno...no es que pase mucho por casa estos últimos días —dije tratando de librarme de la vergüenza de que mamá fuese reprendida por mi culpa.

La directora negó con la cabeza y se colocó de pie.

—Está bien, debido a sus excelentes resultados y que es la primera vez que algo así sucede con los dos, voy a prescindir de avisarles a sus padres.
Aunque espero de corazón que nada así suceda nuevamente. Sé que ambos están ahora mismo en una etapa donde las emociones se intensifican mucho, pero deben aprender a controlar su temperamento. Nada bueno sale de la violencia.

—Lo entendemos —respondí apenado.

El entrenador le susurró algo al oído, y ella volvió a hablar.

—Aunque eso no está exento de castigo. Ambos serán los encargados de realizar los murales del baile de otoño.
Empezarán a partir de mañana. Pueden retirarse y... chicos... —Ambos nos habíamos colocado en pie dispuestos a marcharnos —. Dúchense antes de ir a casa, por favor.

Asentimos, un rubor se extendió por todo mi rostro. Me imagino la situación lamentable en que nos encontrábamos.

Cuando abandonamos la dirección, nos dirigimos a sitios diferentes. Primero fui a darme una ducha, mientras que Matt era entrevistado por medio instituto sobre los resultados del regaño. Por eso traté de irme lo más discreto posible.

Al terminar salí disparado por la puerta trasera, no deseaba encontrarme con nadie, pero al caminar dos cuadras me di cuenta de que había olvidado el libro de Cálculo que necesitaba para hacer esa noche los deberes.

Regresé a las duchas, donde había dejado el libro en el taquillero, solo para encontrarme con un Matt recién bañado saliendo en toalla.

Nos miramos por unos segundos, decidiendo si caernos a golpes otra vez o simplemente ignorarnos. Al final, ganó la segunda opción.

Caminé por su lado, sin rozarlo siquiera. Comencé a buscar en mi casillero el libro que necesitaba, pero entre tanta basura y suciedad —provocado por él mismo— no podía hallarlo. Me tardé más de lo que tenía planeado inicialmente, por lo que un gruñido me hizo levantar la vista.

—¿Vas a estar todo el día ahí? Vienen a buscarme en diez minutos.

—No lo sé, cuando encuentre lo que busco me iré. Cámbiate ahí mismo y ya está.

—¿Delante de ti? No lo creo. Con lo depravado que eres seguro hasta lo disfrutas.

Tiré con violencia la puerta del casillero, cerrándolo. Tomé el libro y pasé por su lado. Esta vez sí choqué mi hombro con el suyo desnudo. Pero al hacerlo, el libro que sostenía cayó a sus pies. Me agaché a recogerlo, y al levantarlo rocé su parte baja, provocando que el nudo de la toalla se soltara.

Se retiró de un brinco, sosteniendo la tela y volviendo a anudarla. Un rubor se extendió por su rostro.

—¿Qué crees que haces, idiota? —gritó.

Me quedé mirándolo con la frente arrugada.

—No hago nada, imbécil. No fue a posta. ¿Por qué tanto problema? Como si nunca te hubieras desnudado frente a alguien.

Su expresión cambió, giró el rostro y se ruborizó todavía más.

—¡Oh, por dios! No, por favor. No me vayas a decir que Matthew, el capitán del equipo de Fútbol es virgen. Esto es demasiado bueno para ser verdad. Me pregunto qué dirán todos cuando... —
Antes de que terminara la frase me empotró contra uno de los casilleros, con su mano sobre mi boca.

—Escúchame, pedazo de mierda —me dijo bajo con los ojos inyectados en sangre —. Hasta ahora te he permitido que intentes superarme en todo. Lo he aceptado porque adoro la competencia, pero sabes que con un solo movimiento te puedo hacer desaparecer de mi camino. Mantén la boca cerrada si no quieres terminar en un internado en Alaska.

Retiré sus manos de mí, empujándolo lejos.

—Sí, sé bien quién eres tú, son cosas que se ven. Y de lo que eres capaz cuando alguien está en medio. Pero te voy a aclarar una cosa: yo no soy alguien. Deshacerse de mí no va a ser nada fácil. —Di la espalda para marcharme, y volteé el rostro para añadir —: no voy a decir nada de tu estúpida virginidad. Eso sería destruir tu vida social demasiado fácil. Prefiero hacerlo siendo mejor que tú...en todo lo demás.

The love you're born to find Donde viven las historias. Descúbrelo ahora