Cap 42: Creí que todo estaba bien

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Matthew

El campo de fútbol era inmenso. Cuando llegamos, había unos árbitros junto a otras personas, esperando por nosotros. Nuestro abogado se situó a su lado mientras calentábamos.

Esa sería la rutina de casi toda la semana. Llegábamos a la casa agotados y sudorosos. Pero estábamos satisfechos pues habíamos avanzado bastante y nuestras habilidades físicas mejoraban aún más.

A mediados de semana, recibí una llamada de Betty diciendo que se tomaría unos días libres el fin de semana para verme. Su escuela estaba ubicada en Francia, por lo que debía tomar un vuelo hasta Madrid para verme.

Pensé que era lo mejor, pues realmente no quería terminar con ella por teléfono. Por supuesto, cuando le comenté a Hajun, él estuvo de acuerdo.

Él y yo nos despedimos en la mañana, y fui a buscarla. Comimos, paseamos y hablamos mucho.

Lo que no recordaba era lo difícil de terminar con alguien. Cuando la vi llegar tan guapa y arreglada, algo en mi pecho dolió. Estaba consciente de que le rompería el corazón, pero no podía más con esta situación. Ella lloró, me insultó y me golpeó en el brazo. Me sentía la peor persona del mundo.

Cuando estábamos por despedirnos, era de noche y la vi quejarse de un fuerte dolor en el abdomen. Al principio pensé que era fingiendo, pero apenas podía hablar y me preocupé. La llevé a urgencias, afortunadamente solo era su período que había llegado. Le pusieron una inyección solamente, pero me tomó la noche casi por completo. Las salas de urgencia en esta ciudad eran muy concurridas.

Llegué al apartamento pasadas las dos de la mañana. Cuando entré en este, la habitación estaba casi por completo en penumbras. Solo una sombra sentada en el sofá. Prendí la luz.

—¿Hajun? —lo llamé preocupado —. ¿Qué haces despierto tan tarde?

Me agaché frente a él. Tenía la cabeza gacha y vi que uno de sus dedos estaba lastimado y de él caían gotas de sangre al suelo.

—¿Qué te sucedió? ¿Con qué te cortaste? ¿Hajun?

Levantó la mirada, y pude ver que tenía los ojos rojos e hinchados. El olor a alcohol era evidente.

—¿Estás borracho?

Sin responder, tiró de mi abrigo juntando nuestros labios. Si era lo que hacía falta para que se abriera, lo haría. Pero comenzó a intentar quitarme la ropa con tanta violencia que me sentí incómodo y me cubrí.

—No tengo deseos, Kim.

Me ignoró, empujándome sobre el respaldo del sofá, bajó mis pantalones con fuerza y comenzó a forcejear para penetrarme. Algo andaba mal. Le di un empujón y se tambaleó un poco.

—¿Qué pasa contigo? ¿No ves que no quiero hacerlo?

Por un segundo, se quedó mirándome incrédulo. Chasqueó la lengua y abandonó la sala.

Me volví a colocar los pantalones algo tembloroso. Cuando dirigí la mirada hacia la cocina pude ver una botella de vino vacía por completo y una cena perfectamente preparada, con velas incluidas.

Mierda, no podía creer que había preparado eso para nosotros. Aunque en su estado actual no valía la pena hablar. Lo haríamos al día siguiente.

                              (…)
Por desgracia, al otro día cuando desperté, él no estaba en la habitación. Seguro estaba molesto y no quería verme.

No entendía lo que estaba ocurriendo, si habíamos acordado que solo iba a ir a la cita con Betty para aclarar las cosas y terminar nuestra relación.

El entrenador Owen fue invitado a ver el partido que jugaríamos hoy. Habían conformado un equipo con varios jóvenes promesas y talentosos para comprobar nuestro desenvolvimiento en grupo.

El único problema era que el día anterior, el domingo, los chicos del equipo se habían reunido para trazar una estrategia de juego, pensaban que Hajun me la transmitiera, pero eso no pasó, ya que ni siquiera me dirigió la palabra.

Casi perdemos el partido por mi descuido. Me sentí mal, aunque ganamos, los reproches de Hajun me hacían sentir peor, por lo que la discusión entre nosotros fue evidente.

—Bueno, tal vez si no te hubieses ido a pasear con tu noviecita, te habrías tomado ese tiempo para aprenderte la estrategia —me reprochó Hajun molesto —. Esto es tu culpa.

—No estaba paseando, la llevé a urgencias. Y apenas recibió la inyección la llevé de vuelta a su casa.

—Bueno: ¿cómo iba a saberlo? No te molestaste en responder ninguno de mis mensajes.

—Porque me quedé sin batería.

—Ay, sí, por supuesto. ¡Qué conveniente!

—No sé por qué estás así, yo solo… —en ese instante me percaté de un detalle muy importante: todos a nuestro alrededor estaban atentos a nosotros.

Sí, por supuesto, lucíamos como una pareja de esposos en plena escena de celos. Me alejé un poco y bajé la mirada.

—¿Qué miran todos? —el entrenador Owen se acercó, separando con las manos a dos de los jugadores —. No es la primera vez que estos dos discuten. Vayan a ocuparse de sus asuntos. Para la próxima hagan un mejor esfuerzo y no quedarán con una diferencia tan pequeña.

—Entrenador, yo…lo siento —comencé a decir, pero me interrumpió.

—No tienes nada que sentir, entregaron lo mejor de sí y ganaron. Un día malo tiene cualquiera. Miren —nos dijo una vez que todos se alejaron —: no me importa lo que sea que esté pasando entre ustedes, pero déjenlo para su casa. Están aquí para convertirse en futbolistas reconocidos, no para resolver problemas matrimoniales. Vayan a resolver sus asuntos y espero no escuchar ni una sola queja más. 

Ambos asentimos apenados y nos marchamos. Él tenía razón, debíamos aclarar las cosas para volver a centrarnos.

Decidimos separarnos, Hajun se fue antes y yo di varias vueltas antes de regresar. Tenía que pensar bien lo que le diría.

Cuando llegué, lo vi sentado en el suelo, con la espalda apoyada a los pies del sofá. Me senté a su lado sin decir nada por unos minutos. No pude soportar más su indiferencia así que me giré.

—¿Cómo sigue tu dedo? Déjame verlo —le dije tratando de tomar su mano.

—No hace falta.

—Déjame verlo.

—No hagas más esto —dijo irritado.

—¿Qué?

—Esto…fingir que te preocupas por mí. Escucharme cuando te cuento algo, averiguar por mis gustos, intentar que me sienta bien, dormir abrazado a mi toda la noche.

—¿Por qué? ¿Qué tiene de malo? Creí que te gustaba.

—Porque me confundes.

—No es mi intención, y, desde luego, que no finjo preocuparme por ti. Realmente lo hago. —Con mi dedo índice, lo obligué a levantar la barbilla —. Hajun, ¿qué sucede? Creí que todo estaba bien.

Él me miró a los ojos, sentí una punzada en el corazón, esa mirada reflejaba muchas emociones y, sin dudas, lo que dijo fue prueba clara de ello.

—Creo que me enamoré de ti.

........

Hola, mis fieles lectores. Como cada domingo aquí está la actualización que tanto esperan.

Espero les gusten estos capítulos, mucha azúcar por aquí y agárrense, que vienen curvas.

Los quiero 🥰🥰

Como siempre: advertencia de contenido +18 en el próximo.

Los quiero, besitos 😘

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