Cap 12: Deberías vivir un poco

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Matthew

No debí venir. No debí venir.

Continuaba repitiéndolo en mi mente. ¿En qué momento me dejé arrastrar aquí?

Por supuesto que un plan tranqui con chicos de instituto no existe. El lugar no era el típico bar donde se juega billar en silencio y concentrados.

Era una puta fiesta con todas las de la ley.

Me incomodó desde el momento que vi la fila en la puerta.

Por suerte, los chicos habían pagado nuestra entrada y no tuvimos que esperar mucho tiempo.

Una vez dentro, lo único que pretendía era salir volando de allí.

—Matt, hombre, pareces una estatua —criticó Andrew cuando vio mi expresión de disgusto —. ¡Intégrate! Baila, no sé. Pareciera que estás obligado.

—Es que lo estoy. Dijeron que era algo tranqui y me han traído a esta fiesta de bar. Además de que pagaron mi entrada y ahora siento que se los debo. Si se los pago: ¿me dejarán ir?

—De ninguna manera. Las chicas están al llegar.

—Andrew, tengo novia.

—¿Qué hay con eso? No tiene que saberlo. Deberías vivir un poco.

Rodé los ojos. Hajun, Jay y Brad venían hacia nosotros.

—Este chico está loco —dijo Jay, casi gritando por encima de la música, refiriéndose a Hajun, con su brazo por encima del hombro de Kim —. Se ha besado con un chico. ¿Me han oído? ¡Con un chico!

—¿Qué puedo hacer? —se defendió Hajun con una expresión orgullosa —.  Nadie se resiste a mis encantos.

Fruncí el ceño.

—¡Mi canción! —gritó Andrew —. ¡Vamos a la pista de baile!

Jay y Brad lo siguieron. Le hicieron señas a Hajun para que los acompañara, pero este negó y señaló la barra.

—Deme dos de tequilas —ordenó al bartender —. Uno para mí, y otro para mi amigo —dijo refiriéndose a mí.

—No, no y no —le dije, sosteniéndolo. Él observó mi mano sobre su muñeca para luego mirarme a los ojos —. No soy tu amigo, no voy a beber, y no lo harás tampoco. Ya estás borracho.

—¿Quién lo dice?

—Yo, te has… —comencé en voz alta, pero bajé el tono —. Te has besado con un chico.

—¿Qué hay con eso? Estaba perfectamente consciente. Me gustaba y lo besé.

Lo miré con la frente arrugada.

—Entonces, ¿eres gay…?

Él comenzó a reír.

—Para divertirme, me da igual lo que sea.

—Estás fuera de ti. No sabes lo que haces.

—El que no sabe nada eres tú. —Se acercó a mí y ladeó el rostro con una expresión aparentemente inocente —. Se ve que eres virgen. No entenderás de lo que hablo hasta que hayas experimentado lo que se siente estar dentro de alguien… o tenerlo dentro de ti.

Tragué grueso.

Me miró a los ojos, giró la cabeza para pagarle las bebidas al bartender y se bebió primero su vaso de tequila y luego el mío.

—¡Salud!

Una ansiedad se asentó en mi estómago. Me sentía un poco humillado.

Tal vez Hajun tenía razón. No sabía cómo vivir.

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