Cap 52: Los miedos cobran vida.

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Matthew

Exactamente, un mes más tarde,  participamos en el partido más importante de la temporada. Nos esmeramos muchísimo, a pesar de que todos extrañábamos a Hajun.
Ganamos con una diferencia de diez a seis goles y fuimos motivos de vitoreo y felicitaciones de parte de todos.

Todo estaba bien, hasta que el entrenador Owen nos comunicó que la familia de Hajun estaría trasladándose a Europa al finalizar las vacaciones.

Mi pecho dolió, pero traté de recordarme a mi mismo su pedido de la última vez que hablamos. Debía dejarle ser feliz. Eso es lo que haría.

Cuando todos se marcharon, Betty me recogió en el auto y nos llevó a ambos a nuestro apartamento.

Si Hajun deseaba olvidar, pues yo también lo haría.

                              (…)

Lo que comenzó siendo un intento de olvidar todo, terminó con ambos, de espaldas al otro, en la cama. Desnudos, en silencio.

—Lo siento mucho, yo…

—¿Con quién pasó? —pregunté con un nudo en la garganta.

—Eso no importa. —Ella se giró y colocó su mano sobre mi hombro. Me aparté un poco.

Realmente mi dolor no fue que ella ya hubiese tenido relaciones con alguien más, ni siquiera creía que me importara lo suficiente para molestarme por eso.
Sí, suena mal, pero es la verdad.
Al final, molestarme por eso sería hipócrita de mi parte, yo también lo había hecho. Con alguien que no era una chica, que no era mi pareja y de quien estaba enamorado, perdidamente.

Mi dolor fue que me sentía una basura, por acostarme con ella pensando en esa persona, y encima haberle mentido al respecto. 

—No quiero justificarme, sé que lo que hice no estuvo bien. Creí que te ayudaría con tu problema. Si tenía más experiencia podría ayudarte…

—No hables más, por favor.

—Pero tú, ya no luces tan nervioso como antes. También has estado con alguien…

De un salto, me aparté, colocándome de pie en medio de la habitación.

—Dije que no hables más. —Tomé mis pantalones del suelo y me los coloqué —. Me voy a mi casa.

—No, por favor, escúchame.

Tomé mis zapatos y camisa. Ella me abrazó por detrás, para evitar que me fuera. Al ver que no tendría otra alternativa, tuve que decir algo que sabía la afectaría.

—Sí, tienes razón, he estado con alguien.

Se quedó en silencio por unos segundos, giré el rostro y estudió mis expresiones para comprobar que no estaba mintiendo. Al notar mi semblante serio, se apartó.

—Entonces somos iguales. No veo el problema aquí. Te perdono, me perdonas y seguimos como la pareja perfecta que hemos sido siempre.

—¿Lo amas?

—¿Eh?

—¿Que si lo amas?

—Claro que no. No significa nada. Solo fue sexo.

—Entonces la respuesta es no… no somos iguales. Yo sí lo amo. 

—¿Lo? —preguntó desconcertada —. ¿Fue con un hombre?

—Esa información no te concierne. Esto terminó.

Salí colocándome los zapatos en el camino, ella me siguió por todo el corredor hasta las escaleras.

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