Cap 56: Enfrentamientos.

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Hajun

Sabía que los entrenamientos para convertirse en jugador de fútbol profesional iban a ser agotadores, pero estaba aquí para cumplir mi sueño. No podía desistir.

Habíamos recibido muchas críticas buenas y, si todo salía bien, a finales de año, con nuestro contrato cerrado, podríamos comenzar a jugar en el club que nos contrató.

Por otro lado, Matt y yo habíamos decidido irnos a vivir juntos. Aunque conservaba mi apartamento, pasaba la mayor parte del tiempo en el suyo.

A pesar de que habíamos superado esa etapa, decidimos mantenerlo en secreto por el momento, debido a que los medios ya comenzaban a notarnos y a reconocernos por diversos artículos que nos mencionaban como las nuevas promesas del deporte.

Preferimos guardar nuestra vida privada para evitar conflictos.
Una mañana, mientras Matt se duchaba, fui hasta la cocina por el olor embriagante que venía de allí.

—¿Cuándo aprendiste a cocinar? —cuestioné mientras probaba lo que había preparado.

—Como tú mismo lo dijiste: debía añadir algo más a mis encantos. Mamá me ha ayudado bastante.  —respondió desde cocina.

En ese instante, su móvil se alumbró. El nombre que aparecía era el de Betty.

—Matt, tienes un mensaje.

—Revisa, tal vez es algo importante.

Tomé el móvil y lo desbloqueé. Solo era un texto pequeño donde lo felicitaba por sus logros alcanzados. Pero lo que me sorprendió fue uno de los mensajes que estaban en la parte superior del chat.

Betty: Me hice la prueba y dio negativa. Puedes estar tranquilo, no serás padre…aún. Besos y cuídate.

Mi rostro se contrajo en una mueca y algo en mi pecho dolió. No podía creer que haya sido capaz de acostarse con ella.

Sentí asco y náuseas.

Cuando Matt regresó la habitación, se encontró con toda mi ropa dispersa en la cama.

—¿Qué haces? —cuestionó, dejando caer la toalla que traía en las manos.

—Te fuiste a la cama con tu ex, ¿verdad?

Él tragó grueso y cerró sus manos en puños. Fruncí los labios y asentí con molestia. Le di la espalda para continuar sacando la ropa del armario.

Luego saqué mi maleta que estaba debajo de la cama y empecé a llenarla.

Se puso de pie a mi lado y a medida que yo metía ropa, él la sacaba. Lo miré con fastidio.

—¿Qué crees que haces? —preguntó. 

—¿Qué te parece que hago? Me voy.

—No te vas.

—Mírame hacerlo.

—No significó nada.

—Me alegro haberte ayudado con tu problema —dije con sarcasmo ignorando sus explicaciones —. Al final era lo único que querías de mí, ¿no es así? Perfecto. Entonces ya comprobaste que puedes hacerlo con cualquiera. No te hago falta.

Cerré la maleta y la coloqué en el suelo para irme. Él se detuvo frente a mí.

—Dije que no vas a ningún lado. —Me arrebató la maleta de la mano —. Fue un estúpido error que jamás se repetirá. Ni siquiera sentí la mitad de las cosas que contigo.

—Parece que del calentón olvidaste el condón, porque si tenía la duda de si estaba embarazada…

—Claro que no. La única persona en quien confío lo suficiente para hacerlo así eres tú. Solo tuvo un pequeño desarreglo en el período y como ninguno de los dos tiene mucha experiencia surgió la duda.

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