Capítulo 20: Mala idea

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Hajun

—Eso que tienen en su mano son los folletos que deben rellenar y mostrar a sus padres con la autorización para asistir al Campamento de entrenamiento. —El entrenador Owen se desplazaba por toda el aula repartiendo los papeles —. Este año la duración será de dos semanas y nos concentraremos en el fútbol solamente. Tendremos muchos partidos al terminar las vacaciones de diciembre y no quiero que sus traseros estén flácidos y no puedan ni correr diez minutos tras el balón. ¿Cierto, Louis? —dijo dirigiéndose a uno de los miembros de equipo que había ganado un poco de peso recientemente —. No quiero que falsifiquen ninguna firma, sus padres deberán leer todos los parámetros en el folleto. Estoy muy viejo para caerle atrás a unos mocosos tontos y muy joven para ir a la cárcel.

—Hoy tenemos partido con el colegio del Bosque —susurró Jay a mi lado —. Dicen que son chicos grandes, pero no tienen mucha técnica. Esto está ganado. –Y ambos comenzamos a reír.

—¿Hay algo que quiera compartir con el resto del equipo, señor Kim y compañía?

Negamos.

—Bien, y otra cosa… les voy a contar las noticias: las animadoras también irán al campamento. Sus habitaciones quedarán lejos de su alcance. —Todos en el salón comenzaron a vitorear. El entrenador esbozó una sonrisa fingida —. Por ese motivo no tienen permitido salir de noche ni una sola vez. Mantengan sus extintores dentro de la caja si no quieren tener a un mini ustedes por ahí en nueve meses. —Fingió estremecerse —. Que dios los ampare.

Me giré hacia atrás y pude ver a Matt con la mirada fija en el cuaderno. Ni siquiera parecía estar allí, ni me había saludado cuando entró. ¿Qué le pasaba? Estaba seguro que se iba a arrepentir en algún momento de lo que sucedió, pero no esperaba que fuese tan pronto. Decidí ignorar mis pensamientos y concentrarme en prepararme para el juego de esa tarde.

                                (…)

—¿En serio es esa tu idea de una estrategia perfecta? —pregunté dirigiéndome a Matt. El partido comenzaría en breve y aún no lográbamos ponernos de acuerdo.

—Claro que lo es…

—¡Hajun! —La voz de Danya me llamó desde atrás. Me tomó del brazo y me besó en los labios —. Solo quería desearte buena suerte. Nos vemos después.

Me tensé por un segundo, pero afortunadamente me dio tiempo reaccionar y devolverle el beso. Ella se fue dando brincos hasta su grupo de animadoras. Cuando estaba lo suficientemente lejos, los chicos comenzaron a reírse y a felicitarme.

—¿Quieren prestarme atención a mí? —inquirió Matt irritado. Dudaba de que su enojo fuese por esta acción. Estaba en ese estado desde la mañana —. Harán exactamente lo que les digo.  Hasta ahora hemos ganado gracias a mis estrategias.

—Pero yo creo que… —comencé a decir.

—Escúchame, Kim. El capitán del equipo soy yo. Si no estás de acuerdo con eso te cambias de deporte, te cambias de escuela o te propones como animadora ya que te entiendes bastante bien con ellas. Aquí mando yo.

El silbato que indicaba el comienzo del partido sonó. No pude responderle y salimos corriendo hacia el terreno.

Noventa minutos después el partido concluyó y ganamos por un gol de diferencia. Estaba seguro de que mi estrategia nos hubiese dado una diferencia más grande, por lo que pensaba discutirlo con este engreído altanero. Cuando todos se marcharon de las duchas, aproveché y fui hasta él.

—¿Qué fue todo eso? —inquirí, luego de quitar el espejo que usaba y tirarlo a un lado.

—¿Qué?

—Lo que hiciste allá fuera.

—Me cuestionaste y gracias a mí ganamos. Como capitán debo tener fe en mis estrategias.

—También he sido capitán, y sé que deberías escuchar las opiniones de tus jugadores.

—Mira, si todo esto es porque ahora que hicimos… cosas y crees que va a cambiar mi actitud hacia ti, estás muy equivocado.

—No es eso. No quiero que me des de comer en la boca o me tomes de la mano en público porque tampoco me interesan esas cursilerías, pero no voy a tolerar que me trates como una mierda solo porque estás molesto con alguien más. Esto fue una mala idea y creo que deberíamos dejarlo así. Era mejor cuando solo nos odiábamos. —Le di la espalda para marcharme cuando me habló.

—Claro, dedícale más tiempo a ella. Seguro que ambos están necesitados de atención.

Suspiré, levantando la mirada hacia el techo y me marché. No iba a quedarme a escuchar idioteces. 

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