Cap 13: Si sigues mirándome así

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Matthew

El día de clases me resultó eterno. Cuando finalmente sonó el último timbre solté un suspiro de alivio.

Me dirigí hacia la salida, no pretendía hacer nada más por hoy. Me sentía cansado… y un poco angustiado.

Mi cumpleaños número dieciocho se acercaba y no me sentía con ánimos para celebrar nada. Lo único que quería era encerrarme y no salir nunca más de mi habitación.

Alguien tenía otros planes, aparentemente.

—Matt —me llamó la voz conocida de Danya a mi espalda —. No olvides que debes ayudarme con los murales hoy también. Los necesito.

—Creo que hoy no, me siento un poco mal.

—¿Será por la resaca de anoche? Me enteré que salieron de fiesta —dijo cruzando los brazos sobre el pecho —.  Hajun tampoco vino ¿Quién me ayudará?

—No fue una...bah, olvídalo. Y con respecto a tu pregunta, no lo sé, y realmente no estoy interesado. Tengo problemas personales. Adiós.

Y me marché dejándola con la palabra en la boca.

Dudaba de que Hajun tendría fuerzas para levantarse luego de que salimos de aquel bar casi a las cinco de la mañana. Por suerte yo me mantuve completamente sobrio y los llevé a todos a casa.

                       (…)

Llegué a mi casa unos minutos después. Me sorprendí al encontrarme a uno de mis hermanos allí. Era Sandro.

—Hola —le dije acercándome a él para saludarlo.

—Hola ¿Cómo estás? ¿Todo bien en la escuela?

—Sí, supongo. Ya sabes, mucho estudio, entrenando. Además de que continúo teniendo buenas notas y soy el capitán del equipo de Fútbol —le conté en un intento banal de recibir un poco de afecto de su parte o brillo de orgullo en sus ojos, de los cuales ninguno llegó.

—Eso es bueno. Sigue así. Verás, traje tu regalo de cumpleaños hoy. Carl y yo no estaremos en el país esos días, por lo que no estaremos presentes en tu fiesta. Lo siento mucho, son compromisos que no puedo aplazar. —Pasó por mi lado —.  Buen trabajo. Pórtate bien y disfruta tu auto nuevo.

Me dio la espalda y se marchó. 

Quizás para cualquier otra persona esto lucía como una típica escena familiar. Y tal vez lo fuese, si no tuviese una historia detrás.

Mi padre tenía una familia con Lina —su esposa anterior —y mis dos hermanos.

Mi madre comenzó a visitar uno de nuestros hoteles con su padre, era solo una adolescente tonta e impresionable.

Entonces cuando conoció a mi padre, se quedó prendada de él. Comenzaron una relación en secreto, fueron amantes por casi un año, durante el cual nací yo.

Todo se mantuvo en las sombras, hasta que Lina falleció de cáncer tiempo después. Mi padre decidió hacer a su amante su esposa oficial y reconocerme como su hijo.

Es una época que me entristece recordar.  A pesar de la cordialidad que mi padre impuso en el trato de ambos chicos hacia mí, había un atisbo de resentimiento en su mirada. Para ellos siempre sería el bastardo. Nada cambiaría.

Salí al patio y en el garaje estaba aparcado mi nuevo auto. Era un increíble Mercedes de color negro, con destellos naranja a ambos lados.

—Por lo menos, tuvieron la decencia de justificarse de que no vendrían a la fiesta. Esto era solo una disculpa.
                        
                      
                       (…)

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