Hajun
Parecía que las semanas pasadas no habían ocurrido.
Matt y yo volvimos al principio.
Luego del castigo que me impuso el entrenador a mí y a Jay -el cual consistía en correr hasta que nuestros pies no respondieran, literalmente-, decidí ignorar toda la cercanía que habíamos alcanzado y dejar de ser un blanco para todas sus actitudes fastidiosas. Así que yo también puse de mi parte.
Comenzamos a hacernos bromas el uno al otro. Las cuales iban desde un animal muerto bajo la almohada hasta ranas en las duchas, estas quedaban a unos metros de las habitaciones.
Por supuesto, escondimos las ropas del otro en más de una ocasión. En una de ellas, Matt tuvo que salir completamente desnudo y el entrenador lo vio.
Luego de reírse en su cara, lo mandó a hacer cincuenta abdominales por violar las reglas establecidas, aunque no hubiese sido su culpa, solo por joderlo.
En los entrenamientos, nos concentrábamos en el juego y evitábamos tener contacto. Pero siempre que alguno cometía el más mínimo error, el otro se encargaba de ridiculizarlo.
Éramos como una bomba de relojería, parecía que explotaríamos en cualquier momento.
Por desgracia, ese día fue el del partido con los locales.
Todo comenzó sobre las seis de la tarde, el partido sería a las ocho de la noche.
Fuimos en autobús desde el campamento hasta el campo de fútbol del instituto del pueblo.
Nos reunimos en los vestidores, el entrenador Owen y Fred nos indicaban algunas de las estrategias que podíamos usar y señalaron algunos errores en las de Matt.
Nos pusimos de acuerdo, aparentemente.
Les prometimos a ambos entrenadores que daríamos lo mejor. Debíamos demostrar que nuestro instituto era el mejor.
Cuando estábamos aún calentando, una figura muy conocida se acercó a mí: el chico con quien me había visto días atrás, Leo era su nombre. Era de los miembros del equipo contrario y se veía increíblemente caliente con el uniforme y el logo de Capitán.
Sí, me había follado al puto líder de mis rivales. Agradecí que no estuviésemos en la época medieval, porque de otra forma, este comportamiento hubiese sido motivo de ejecución.
Me llamó a un lugar apartado con el dedo. Lo seguí. No había motivos para ser grosero con él.
Para mi sorpresa, en cuanto llegamos a la parte baja de las gradas, tiró de mi pullover y me besó. Me tomó un segundo reaccionar, pero cuando volví en mí le correspondí. Tomé sus brazos musculosos y los oprimí con fuerza.
-Te ves irresistible en ese uniforme azul -me dijo, despegando nuestros labios por un segundo -. Espero que no seas tan duro en el campo como lo fuiste en la cama la otra noche. De lo contrario, no tendremos oportunidad. Todavía conservo alguna que otra marca.
Sonreí con picardía y mordí mi labio inferior.
-La fuga de la otra noche me costó un castigo terrible.
-Por supuesto, debes saber que eso está prohibido, pero valió la pena, ¿o no?
Asentí con la cabeza y me acerqué a besarlo.
De pronto, un sonido detrás nos hizo voltear: era Matt, tenía el móvil en la mano y se despedía de alguien.
Lo más probable es que se hubiese escondido allí para atender la llamada, pues una de las primeras reglas del entrenador fue nada de móviles para lograr concentración máxima.
Se quedó inmóvil cuando nos vio.
Sus ojos estaban casi al salirse de las órbitas. Esperaba que no se chivara a nadie, ya que él también estaba rompiendo las reglas.
Me separé de inmediato de Leo y miré a Matt a la cara sin pestañear, estudiando cada una de sus reacciones.
Observó el logo en el brazo de Leo. Achicó sus ojos y frunció los labios con fuerza.
-Esta vez te superaste por completo, Kim. -Pasó por nuestro lado, negando con la cabeza.
Diez minutos antes de comenzar el partido.
-Te he dicho cien veces que el capitán soy yo. ¿Vas a irritarme más de lo que ya estoy? -Matt tenía las mejillas coloreadas de ira.
-Esto que te digo es mejor, hazme caso. No seas terco, su defensa es muy buena. Los vimos el otro día entrenando.
-La mía es mejor, y mi estrategia también lo es. Los mismos entrenadores lo admitieron.
-No estoy sugiriendo que cambies la estrategia, solo que cambies al jugador de nuestra defensa.
-Kim, me estás sacando de quicio. Cállate de una vez.
-A mí no me callas...
- ¡Chicos! -Jay había intervenido con molestia -. ¿Quieren parar de una vez? El juego está a punto de empezar. Hajun, sé lo que quieres decir, pero Matt es el capitán, si no se da cuenta no puedes obligarlo. Vamos a concentrarnos una vez más. El entrenador nos matará si perdemos.
Matt y yo nos miramos con rabia, hasta que se escuchó el silbato que indicaba el inicio del juego, o, mejor dicho, de la batalla.
Desde el minuto uno, parecía que Matt estaba sobre Leo.
Pensé que eran ideas mías, pero luego de treinta minutos de juego, no estaba tan seguro.
En uno de los pases, pateó a Leo en la espinilla, y le sacaron tarjeta amarilla. Rato después empujó a otro jugador y este cayó al suelo.
Leo le correspondió minutos más tarde para defender a su jugador, empujando también a Matt. Para colmo, ellos habían anotado un gol y casi finalizaba el primer tiempo.
Cuando finalizó este, todos los miembros del equipo descansaban, y fui hasta Matt para confrontarlo.
-¿Qué ha sido todo eso? -le cuestioné una vez estuve frente a él -. Casi te sacan tarjeta roja. ¿Estás frustrado porque vamos perdiendo? Si es así, no es con el capitán contrario con quien debes estar molesto, deberías autoevaluarte.
-Tú no eres quien para decirme eso. -Se puso de pie para estar a mi altura -. ¿Qué pasa, Kim? ¿Solo porque te estás tirando a su capitán no quieres que seamos rudo con ellos?
No sé en qué momento de la discusión sucedió. Tal vez fue el hecho de que su altanería me molestó, o que expuso mi intimidad delante de todos los miembros cuando solo Jay sabía, pero en una milésima de segundo lo golpeé en el rostro y nos hicimos un ovillo en el suelo.
Esto no iba a terminar bien...nada bien.
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The love you're born to find
Storie d'amoreLa actitud desenfadada y liberal de Hajun solía atraer la atención de todos los que lo conocían. Matthew, quien goza de un excelente récord académico y una conducta impecable, detesta (y envidia) el desenvolvimiento del que presume el chico. Para t...