CAPÍTULO 28

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Anthony

Algo se agitó dentro de Anthony mientras la observaba. Había algo atractivo en los pequeños rasgos de su rostro, como la forma en que arrugaba su nariz cuando algo le parecía gracioso, o la forma en que las comisuras de sus labios intentaban reprimir una sonrisa cuando intentaba ser seria, o la forma en que sus ojos azules cambiaban de color al procesar un pensamiento o una emoción.  

Después de la noche anterior, no sabía qué esperar, era difícil predecir a Penélope. Conocía a la chica desde siempre, pero hasta hace poco descubrió que no sabía absolutamente nada de ella, salvo su nombre. Tenía toda la intención de dejarle claro sus sentimientos. Cómo o cuándo, todavía no lo sabía. Mucho dependía de ella, antes que nada quería asegurarse de que estuviera abierta a lo que fuera que estuviera desarrollándose entre ellos.  

Penélope Featherington no era una belleza evidente. No, era una obra de arte, de esas que tienes que sentarte a observar hasta que te envuelve su profundidad. Penélope era el cuadro en la pared que requería que te detuvieras y observaras para apreciar verdaderamente su delicadeza. El trazo de cada pincel, el uso del color y el equilibrio de la luz. Su belleza estaba en sus ojos, en sus mejillas coloreadas, en la forma en que su cabello era salvaje e indómito. Su belleza no era ruidosa ni escandalosa, era como un fuego que crepitaba en la noche. De pie frente a ella ahora, se dio cuenta de que había sido un hombre ciego. 

Anthony hizo todo lo posible por mantener una sonrisa juguetona mientras la observaba con renovada curiosidad. La atención de ella bailaba entre sus labios y sus ojos.  

"Pregúntame algo más" había una parte de él que sabía que no sería capaz de negarle nada si ella le pedía todo.  

Penélope se mordió los labios intentando evitar que una sonrisa se extendiera aún más en su rostro. "No tengo nada más". 

Anthony disfrutaba de la proximidad, sus manos descansaban sobre sus caderas probando sus límites, "realmente la única entrevista exclusiva que daré y esas son las preguntas más atrevidas que se te pueden ocurrir". 

Disfrutaba de tenerla tan cerca, demasiado como para renunciar a ello tan pronto. Era más que solo querer tener su cuerpo, ansiaba su presencia, sus comentarios ingeniosos, un vistazo a su mente, sus sonrisas y sus mejillas sonrojadas.  

Sus preguntas adquirieron un tono sombrío, y el nombre de Siena en sus labios sonó extraño. Anthony hizo todo lo posible por redirigir la conversación hacia un tono más ligero. Hubo un cambio en su tono, sus pequeñas risitas desaparecieron. La chispa en sus ojos parpadeó, el azul de sus ojos se derritió en un azul helado mientras lo miraba fijamente. 

Su voz se redujo a un susurro "¿De qué tienes miedo?". 

La respuesta rápida en su cerebro, de muchas cosas, de tu rechazo. Tengo miedo de que perdamos esto si confieso mis sentimientos por ti. Tengo miedo de no ser lo que necesitas, lo que quieres, lo que deseas. Eso era lo que él quería responder, pero eso no era lo que ella estaba preguntando. Su pregunta era una que él realmente tenía miedo de admitir en voz alta. En el fondo, más profundamente que cualquier otra cosa, tenía miedo de lastimar a su hermano. Una vez había estado seguro de que Colin tenía sentimientos por Penélope. Luego fue y compró ese anillo para Marina y ahora no estaba seguro. Pero el pensamiento siempre permanecía en el fondo de su mente, Colin de una manera u otra debe sentir amor por Penélope.  

Pero su pregunta era más que eso. No le estaba preguntando sobre algo que no sabía o al menos él suponía que no sabía. Le estaba preguntando algo sobre él que era más profundo de lo que él jamás estaba dispuesto a admitir ante nadie más. Era el miedo que llevaba consigo cada día que pasaba.  

El Bridgerton equivocado  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora