CAPÍTULO 32

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Anthony  

Hablar en voz alta de sus emociones nunca había sido su fuerte. Esa parte de él había estado cerrada durante muchos años. Siena había enfrentado las consecuencias de eso. Sin embargo, ahora que miraba el rostro de Penélope, comprendía por qué nunca habría funcionado con Siena. Siena era truenos y relámpagos, mientras que Penélope era un fuego domesticado y controlado que brindaba calor y consuelo. Ardía, pero no en el caos, ardía de pasión. 

Con Penélope fue tan fácil como respirar.  

Anthony no tenía miedo de las emociones que llenaban su cuerpo, pero no era idiota. Apostar su corazón por Penélope podría causarle mucho dolor, pero apostaría contra todo pronóstico. Anthony sabía que decirle a Penélope ahora cómo se sentía podría asustarla. Su hermano acababa de romperle el corazón, sus sentimientos por él todavía estaban demasiado sensibles.  

Anthony ansiaba confesárselo. Quería gritarlo a todo pulmón, quería declararle su admiración, pero esperaría. Tenía toda una vida para dedicarle. Sería paciente. Por ahora, tenerla allí con él, para él solo, era suficiente.  

Por ahora.  

Eso no quería decir que no pudiera mostrarle destellos de su corazón y su verdadero afecto. Sería gentil, tenía que demostrarle que trataría su corazón con amabilidad y cuidado. Tenía que hacer que se enamorara de él.  

—Me encontré pensando en ti más de lo que puedo admitir en voz alta —esperó a que ella dijera algo, pero ella solo lo observaba atentamente por encima del borde de su copa—. En el momento en que el vino tocó mis labios, yo... —sus ojos se posaron en sus labios—... imaginé que así sabrían tus labios... —se atrevió a decir.  

"Hace un año, viniste aquí y pensaste en mí...", podía ver cómo las ruedas de su cabeza giraban en sus ojos. Sensualmente, se mordió el labio inferior, lo estaba torturando, "pensaste en mis labios", la frase era una pregunta que no requería respuesta.  

—Pensé en muchas otras cosas —arqueó una ceja en señal de sugerencia sobre lo que podrían haber sido esos pensamientos.  

A él le encantaba ese baile entre ellos. Había muchas más capas en Penélope de las que jamás hubiera imaginado tira y afloja, provocaciones y juegos. Y luego estaba el hecho de que ella estaba experimentando todas esas nuevas sensaciones y aventuras con él que lo llenaban de orgullo.  

—Anthony —dijo con delicadeza—. Creo que ahí abajo hay un fotógrafo. ¡No mires! —dijo justo a tiempo de impedirle que se diera la vuelta en su silla.  

"Hora de irse"  

Penélope 

El sol se había puesto hacía un rato y, aunque no podía ver, podía oír las olas rompiendo a lo lejos. Tenía buenos recuerdos de sus viajes con Eloise a California. No era su primera vez allí, pero sí con Anthony.  

Cuando ella aceptó el viaje, sabía que no era por trabajo, él solo había usado la excusa para convencerla.  

"Ven a California conmigo", le había susurrado.    

"¿California?"   

"Solo los dos, lejos de todo esto. Hace sol y calor, imagínense las viñas y el vino".    

"Esto es una locura"    

"Sí", asintió, "increíblemente loco".    

"Anthony, no podemos hacer esto" 

—¿Por qué no? —preguntó, pero no le dio la oportunidad de hablar antes de que Anthony volviera a hablar—. Lo entiendo. Pero aun así tienes que venir, como tu jefe te lo ordeno. Tengo algunos asuntos que atender y necesito que mi Comercializadora Jr. esté conmigo. Benedict tiene mucho que hacer aquí, así que debes venir conmigo.  

El Bridgerton equivocado  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora