Sus legionarios formaban a su espalda mientras observaba como algunos arqueros enemigos tomaban posición en las torres y empalizadas de madera de aquel pueblo, en sus torres se izaba un estandarte de guerra, era una espada roja sobre un fondo blanco, seguramente el emblema del señor local.
- ¿Este estandarte estaba entre los invasores? - pregunto a Tulio que estaba parado junto a él.
El guerrero de los clanes lo miro y nego.
- Bien - dijo Andros - por no ser participes les daré la oportunidad de rendirse.
- ¿Y si no aceptan? - pregunto el guerrero mientras llevaba su mano al hacha de su espalda.
- Aceptaran - dijo Andros con una sonrisa - o moriran todos, no me importa erradicar a su clan completo, eso les debe haber quedado más que claro.
El guerrero asintió y dio media vuelta para entrar entre las filas de legionarios y perderse entre los hombres.
- ¡Primer Centurión! - grito Andros con firmeza.
El centurion de la primera fila de su ejército se adelanto e hincó la rodilla ante el.
- Sí mi príncipe - dijo el hombre del principado con solemnidad.
- Que su centuria marche conmigo al pueblo, que su banderizo lleve una bandera de tregua - dijo Andros mientras se subía a su caballo y le acariciaba la cabeza - que sus arqueros estén listos para disparar de ser necesario.
El centurion asintió y se levanto para empezar a gritar ordenes en la lengua antigua del principado.
- Milites principatum sequimur principem nostrum - ordeno con firmeza y la centuria completa, los ochenta soldados de infantería y los veinte arqueros formaron a su espalda y se dispusieron a marchar.
Andros entonces hizo avanzar a su caballo mientras dos banderizos se adelantaron al trote y se posicionaron a la delantera del grupo, uno llevaba la bandera blanca de la tregua y el otro su nuevo estandarte, había decidido que ya era hora de aceptar que no podía simplemente ser un Whitewood y el consorte de la reina de Alban, era también príncipe de Reindlad y sus soldados marchaban a su espalda, debía honrarlos con un símbolo, por eso ahora el árbol blanco tenia a dos lobos uno dorado y otro plateado, aullando bajo sus ramas.
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca de la entrada vio como las puertas se abrían y el que parecía ser el señor del clan salía escoltado por algunos de sus guerreros, pudo ver levemente el interior de su pueblo y noto que quizá tendría como máximo quinientos hombres.
- ¿Con quien tengo el honor de hablar? - dijo el jefe del clan desde su caballo.
Andros lo estudio rápidamente, era un hombre que alcanzaba los cuarenta años, con ojos negro y cabellos negros, llevaba una barba larga que le caía en el pecho y un yelmo de hierro, una cota de malla y un jubón de cuero debajo, el hombre le pareció un guerrero, cicatrices en las manos y en el rostro.
- Soy Andros Whitewood - dijo en la lengua de los glaumos mientras se acercaba y le extendia la mano.
El jefe se acercó y apretaron sus muñecas.
- Polos Espada de Sangre - dijo el hombre - escuche de su reputación, veo que no era inventada.
Separaron sus manos y Andros lo observó con firmeza.
- Vengo a exigir su rendición Polos - dijo mientras acomodaba las manos en la silla de montar - veo que no ha participado en la invasión a las tierras de mis vasallos y por eso no veo motivo para matar a sus guerreros, pero entenderá que no puedo simplemente ignorar a clanes que podrían intentar unirse a mis enemigos.
El hombre lo escuchaba atentamente, parecía en cierta medida sorprendido de que Andros pudiera hablar su lengua con tanta fluidez y al final pareció asentir.
- Entiendo sus motivos - dijo el hombre mientras también se acomodaba en su silla - pero, como bien debe saber, si yo lo dejo pasar por mis tierras podrían creer que soy su aliado y atacarme una vez que usted pase y entonces mi pueblo y mi gente terminaría igualmente masacrada.
Andros sonrió mientras asentía.
- Pues le voy a proponer algo más - dijo Andros - ríndase, arrodíllese ante mi y una sus fuerzas a las mías.
El jefe se sorprendió y lo miro escéptico.
- ¿Porque quiere a mis guerreros? - pregunto señalando a la espalda de Andros - por lo que puedo contar usted cuenta como más de ocho mil hombres y seguro que tiene más, siempre hay más.
- Cierto - dijo Andros mientras miraba a su espalda - tengo a un ejército potente y muchos clanes y señores glaumos se han unido a mi, otros, como usted ya debe saber, prefirieron el acero y el fuego.
- Cierto - dijo mientras parecía perderse su mirada a la espalda de Andros - reconozco algunos de los estandartes.
- Todos los hombres que luchen bajo mi mando - dijo Andros - serán recompensados, muchos clanes han sido aniquilados y señores perdido sus tierras, ¿porque no debería dársela a aquellos que me juren su lealtad?.
Vio entonces como una sonrisa se dibujaba en los labios del jefe glaumo, algunos de los guerreros se miraban entre ellos y entonces el jefe habló.
- Usted es extranjero - dijo mientras apoyaba su mano en la empuñadura de su espada, sus legionarios llevaron sus manos a sus espadas en respuesta, Andros alzó la mano para que no hicieran nada - pero habla nuestra lengua como si fuera suya, adoras a nuestros dioses, luchas al frente de tus hombres, eres un hombre de palabra y eres el mas fuerte de estas tierras - Andros vio como desenvainaba su espada y se acercaba para finalmente en un rápido y ágil movimiento hacer girar la espada y tomarla por la hoja, vio como algunas gotas de sangre se derramaban sobre la tierra entre ellos - mi espada es tuya, desde este dia hasta el ultimo de mis dias, si me juras que protegerás a mi gente y unirás a los glaumos de una vez por todas.
Andros tomo la espada desde la base de la hoja y la presiono para que su sangre recorriera la espada y se mezclara con la del glaumo.
- Lo juro por la vida de mi esposa y de mi hija - dijo antes de soltar la espada.
El glaumo sonrió y guardó su espada en la vaina.
- ¡Hombres! - grito Polos mientras alzaba la mano herida - ¡luchamos por Andros Whitewood!
Vio como los hombres de los muros y los guerreros del pueblo alzaban sus armas en aclamación.
- ¡Whitewood!¡Whitewood!¡Whitewood! - gritaban con fuerza.
- Que tus hombres se preparen para marchar - dijo Andros a Polos - les daré una batalla digna de ser recordada por siglos y llenare sus cofres de tanto oro que no podrán gastarlo en una vida.
Polos lo miro y sonrio.
- ¿Cuales son sus órdenes? - pregunto con solemnidad.
- Marchamos a Glaumiria - dijo mientras giraba su caballo.
- Como ordene - dijo Polos a su espalda - mi rey.
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La Nueva Sangre
FantasyTercer Libro y ultimo de la saga. Primero Leer El Consorte y La Reina, después Legitima y finalmente este libro. La Reina Maria dedica sus esfuerzos a restaurar su reino luego de la guerra contra el Usurpador y consolidar la paz, mientras que Andros...