8

46 6 4
                                    

El muchacho hacía muy bien su trabajo, había logrado lo que Andros le había pedido, lo que no era una tarea sencilla, logro que junto con unos pocos hombres logrará infiltrarse en los territorios norte de los glaumos eludiendo a todo el ejército y exploradores del enemigo, el chico tenía talento, aunque estuviera en tierras extranjeras lograba moverse como si las conociera como las suyas propias. Se sorprendió que entre los nietos de Kardus estuviera Gael y que nunca se lo hubieran enviado para ser su pupilo, el chico tenía un talento que nunca había visto, cabalgaba como los mejores que hubiera visto a pesar de no tener más de quince, usaba un arco largo como si de un veterano se tratase y con la espada era mucho mejor que sus otros pupilos cuando tenían su edad, lo único que le jugaba en contra al chico era su falta de experiencia. Pero Andros se encargaría de que la obtuviera.

Mientras avanzaban al punto que Andros había asignado como el punto de reunión el chico se acercó en su caballo.

- Señor - dijo mientras Andros lo miraba - ¿puedo hacerle una pregunta?.

- Lo que quieras chico - dijo mientras acariciaba la cabeza de su caballo.

- ¿Que tiene planeado? - dijo mientras volvía centrar su mirada al frente, pues estaban subiendo una pendiente y parecía preocuparle su caballo - no entiendo porque venimos aquí cuando nuestros compañeros se preparan para luchar.

 Andros no dijo nada mientras avanzaban, el chico lo miro expectante, pero Andros tomo su cuerno de guerra y cuando estuvieron por llegar a la pendiente lo hizo sonar con toda la fuerza de sus pulmones.

- ¿Porque hizo eso? - pregunto asustado el chico - el enemigo podría descubrirnos.

Entonces mas cuernos sonaron, cientos de ellos y Andros no pudo impedir sonreír, era momento de descubrir porque se hacían llamar Blacksong. En la pendiente el chico se quedo paralizado al ver lo que había del otro lado.

Andros vio como en aquel elevado valle se encontraban innumerables filas de hombres montados que portaban el escudo de los Blacksong en su tabardos negros y se alzaban estandartes negros con los lobos gemelos.

- ¿Como puede ser? - pregunto el chico.

Andros no dijo nada, cerró los ojos mientras escuchaba como ahora mas cuernos de guerra sonaban rompiendo completamente el silencio, el sonido era tan abrumador que estaba seguro de que todos los glaumos del territorio temblarian de escucharlo.

- Este es mi ejército - dijo mientras tomaba las riendas y se adelantaba seguido por sus caballeros - te presento al verdadero poder de la casa Blacksong, Los Catafractos Negros.

El ejército por lo que se podía ver ya estaba listo para marchar a la guerra, tal y como esperaba del ejército personal de Agdrian, entendía que no quisiera usarlos en la guerra contra el usurpador ese ejército era lo que aseguraba la supremacía de su familia por encima de cualquier otra en el principado, nadie en más de trescientos años había logrado resistir el poderoso embate de Los Catafractos Negros.

- ¡Saluden a su príncipe! - dijeron los comandantes mientras se abría camino entre sus filas en dirección a la tienda de mando que se alzaba solitaria en el centro del valle.

Ahora fueron los diez mil hombres los que tomaron sus cuernos, todos ellos y los hicieron sonar con fuerza. Blacksong, pues su música traía la oscuridad de la muerte. Todos los hombres estaban armados con cotas de mallas negras recubiertas por laminas de hierro negro y una coraza que a su vez llevaba por encima el tabardo de su uniforme, con yelmos cerrados que terminaban en una punta de la colgaba largos mechones de cabellos de diferentes colores, el símbolo de protección que habían heredado del imperio, llevaban el cabello de sus esposas o madres al combate como un símbolo de que debían regresar a sus hogares a toda costa, ya fuera vivos y con la victoria o muertos pero con la gloria de la batalla.

La Nueva SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora