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Mientras marchaban a Glaumiria aun encontraban algunos focos de resistencia, era impresionante lo aguerridos que resultaban ser los glaumos, abandonaron sus pueblos y quemaron sus campos para retroceder a los montes y bosques, perdían el miedo a los bosques con tal de hacerle frente a sus fuerzas, era admirable, pero Andros no tenía intención de rendirse. Había ordenado a los glaumos al mando de Polos que se encargaran de esos grupos armados, y lo estaban haciendo bien, mucho conocían el terreno y ya tenían idea de donde estaban sus campamentos, por lo que en los últimos días que llevaban de marcha era normal que grupos de glaumos de su ejercitó volvieran con varias decenas de hombres atados y sus armas eran presentadas ante el en señal de respeto.

Andros salió de su tienda vestido únicamente con la cota de malla negra y la espada en su cinturón, fuera encontra a una docena de caballeros que rodeaban una escena, Polos estaba de pie con el pecho hinchado de orgullo y había tres hombres de rodillas tras el que eran sujetados por sus guerreros.

- Mi rey - dijo mientras inclinaba la cabeza en señal de respeto - le traigo a tres de los líderes capturados, había más pero no sobrevivieron al combate.

Andros avanzó mientras con una mano se masajeaba el cuello, había dormido mal toda la semana y ya estaba cansado de estos grupos que retrasaban su llegada a Glaumiria donde esperaba poder poner fin a esta guerra y volver a casa.

- ¿Quienes son? - preguntó mientras se paraba frente a los hombres.

- Jefes de clanes menores - dijo Polos mientras caminaba hasta estar detrás de los hombres - todos ellos son responsables de quemar los campos y de emboscar a nuestra vanguardia, por fortuna fueron repelidos y mis muchacho y yo fuimos en su persecución.

Escucho lo que decía Polos mientras observaba a los hombres, todos ellos eran guerreros, se notaba por sus vestimentas y las cicatrices, veteranos que ya superaban los treinta años con facilidad, todos lo observaban con miradas desafiantes.

- Son hombres valientes - dijo Andros en glaumo - no negaré eso, pero fue estúpido atacarnos, si hubieran esperado nuestra llegada a sus pueblos, les habría concedido términos de rendición favorables.

Uno de los guerreros escupió a sus pies y el guerrero que lo sujetaba lo golpeó en el estómago causando que cayera de cara al suelo y tociera con dolor.

- Nosotros no fuimos responsables de los ataques que sufrieron sus vasallos - dijo otro de los guerreros mayor que los demás, ya con canas en la barba y en el cabellos - ¿porque nos ataca a nosotros?

El guerrero de Polos que lo sostenía hizo el ademán de golpearlo, pero Andros levantó la mano y lo fulmino con la mirada, negó y el guerrero se detuvo y volvió a sostenerlo.

- Por eso les ofrecería términos de paz favorables - dijo Andros con tranquilidad y dio un paso al frente - si su estandarte fuera identificado como el de los atacantes, simplemente mandaría a mis tropas sin mediar palabra y ordenaría la masacre de todo su pueblo.

El hombre lo miró con terror en la mirada.

- ¿Tan poco le importa la vida de mi gente? - pregunto.

- Es tu gente - dijo Andros sin dudarlo - al que debe importarle sus vidas es a ti, tu eres su gobernante y protector, si aceptaran mis términos, entonces se convertirían en mi pueblo y yo seria su protector y entonces sí me importarían sus vidas, pero, como decidieron ser mis enemigos haré lo que se hace con los enemigos.

- ¿Que ordena? - pregunto Polos.

- Si ahora se arrodillan voluntariamente ante mi - dijo mientras los observaba a todos - les perdonaré las vidas a ustedes y a sus hombres, además de prometer no tocar sus tierras, ni a sus familias, sus hombres lucharán para mi a partir de este momento y si se niegan, bueno, siempre necesito más cabezas que decoren las lanzas de mi ejército.

La Nueva SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora