5: Saltar las normas para saltárselas

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POV FERIT

Para cuando regresé al vestuario, tras un desvío al comedor para hablar con la subdirectora, la señora Lane, el equipo había terminado el entrenamiento y la mayoría de mis compañeros ya se habían duchado.

Ignorando los comentarios y miradas disimulados cuando entré, fui directamente hacia Fuat Feely, me disculpé por haber sido un imbécil con él antes para quitármelo de encima y luego me acerqué a uno de los bancos.

Desplomándome junto a mi bolsa de deporte, me descalcé a patadas, apoyé la cabeza contra las frías baldosas de la pared a mi espalda y dejé escapar un profundo suspiro mientras mi cerebro ponía la quinta obsesionándose con cada detalle de lo sucedido aquel día.

Y vaya día, joder.

Acoso.

Yo no era un matón.

No había visto a aquella chica en mi vida.

Al parecer, esa pequeña joya de información resultaba incomprensible para nuestra subdirectora, a quien había llamado el señor Twomey para que le ayudara a serenar la situación.

Tras un rapapolvo de diez minutos por parte de la mano derecha de Twomey, recibí instrucciones estrictas de mantenerme alejado de la chica Sanli.

Su madre pensaba que la estaba acosando y no quería que me acercara a su hija. Si volvía a acercarme a ella, me enfrentaría a una expulsión inmediata.

Aquello era una mentira como una casa y esperaba que Seyran tuviera la decencia de aclararlo y defenderme.

A la mierda.

Me daba igual.

Mantendría el culo alejado de ella. No necesitaba aquella liada.

Las chicas eran una jodida complicación que no me hacía ninguna falta; incluso las bajitas con ojazos verdes.

Maldita sea, otra vez estaba pensando en sus ojos.

«Todavía tiene tu camiseta», pensé para mí, lo que me entristeció por una razón completamente diferente.

Era nueva y solo la había usado esa vez, joder.

Sin embargo, reconocí a regañadientes que le quedaba mejor a ella. Podía quedársela.

Solo esperaba que no la tirara.

Me iba a costar ochenta libras reemplazar la puta camiseta.

—¿Estás bien, Ferit? —preguntó Abi, interrumpiendo mis pensamientos, mientras se dejaba caer junto a mí en el banco. Estaba recién duchado e iba en bóxeres—. ¿Cómo está la chica? —añadió, inclinándose para hurgar en su bolsa de deporte.

Sacudiendo la cabeza, me giré para mirarlo.

—¿Eh?

—La jovencita —aclaró, sacando un frasco de desodorante—. ¿Quién es?

—Seyran —balbuceé—. Es nueva. De tercero. Hoy es su primer día.

—¿Está bien? —preguntó, rociándose cada axila con Axe antes de devolver el frasco a la bolsa y sacar los pantalones grises del uniforme—. Parecía fuera de sí.

—Yo qué sé, amigo. En serio que creo que le he jodido el cerebro —murmuré, encogiéndome de hombros con impotencia—. Su madre la llevará al hospital para que le hagan un chequeo.

Abidin hizo una pausa frunciendo el ceño.

—Mierda.

—Sí —asentí sombríamente—. Mierda.

binding 13Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin