POV FERIT
Nunca entenderé por completo qué se me metió en la cabeza para llevar a Seyran a Biddies, pero allí estaba, y parecía peor que una hora antes, cuando la encontré vomitando en el instituto.
Yo igual.
Trataba de ocultar mi rabia, pero juro que estaba a punto de matar a alguien.
Sincera.
Real.
Y definitivamente.
Seyran estaba aterrorizada por esas chicas.
Temblaba de pies a cabeza.
Temblaba.
Razón por la cual estaba acurrucada a mi lado, con mi brazo envuelto con fuerza alrededor de sus frágiles hombros.
Sabía que me estaba pasando de la raya y mucho, pero me negaba a dejar que huyera de esas cabronas.
Sabía que no debería tocarla, pero ¿cómo demonios no iba a hacerlo?
¿Cómo iba a dejarla ahí sentada, tan asustada e insegura como estaba? No podía.
Para ser sincero, era bueno que me estuviera tocando, porque estaba a punto de estallar y acabar en la cárcel.
Ese no era yo.
Yo no era de los que saltaban.
Reflexionaba las cosas.
«No con esta chica...».
La castaña con el uniforme del instituto público de Ballylaggin al otro lado del salón volvió a llamar mi atención y sonrió.
Le devolví una mirada fría y dura, y me deleité con una especie de placer enfermizo cuando su sonrisa se desvaneció y el miedo llenó sus ojos.
«Ten miedo —pensé para mis adentros—, no tienes idea de con quién te estás metiendo».
Podría destrozarle la vida a esa gente.
Quería hacerlo.
Cada célula de mi cerebro gritaba rabia y venganza, exigiendo que recuperara lo que le quitaron a Seyran.
Arráncales su orgullo como ellas se lo arrancaron a ella.
Asustarlas como ellas la asustaron a ella.
Hacerlas sufrir como ellas la torturaron a ella.
Podía saborear mi ira.
Era jodidamente intensa.
Maldita sea, necesitaba controlarme, pero cada vez que lo intentaba, volvía a pensar en su expediente.
¿Fue una de esas perras las que le cortaron la coleta?
La castaña me daba mala espina.
Otro problema que estaba teniendo y que me iba a hacer perder la maldita cabeza era la forma en que esas imbéciles la miraban.
Con anhelo.
Sería mejor que apartaran la mirada de esa chica, joder, porque no podía soportarlo.
No tenían que volverse en su dirección para nada.
Jamás.
Le había pasado un brazo alrededor, joder ya.
«Dalas por aludidas, joder».
«Con razón la castaña estaba enfadada», pensé para mis adentros.
El mongolo de pelo oscuro claramente estaba saliendo con ella y, sin embargo, miraba a Seyran como si fuera la cena.
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Teen FictionSu primer y último amor verdadero siempre ha sido el rugby. O eso pensaba Ferit Korhan Hasta ahora. Él quiere salvarla. Ella quiere esconderse. Ella está dañada. Él está decidido. El destino los unió. El amor los ata.