POV FERIT
Estuve furioso durante todo el trayecto a casa, y el mal genio apenas me dejó concentrarme en la carretera.
Cuando llegué a la entrada de mi casa, todo mi cuerpo palpitaba de frustración.
Se había alejado de mí.
La había llamado y ella se había alejado, joder.
No estaba acostumbrado a que me rechazaran ni me ignoraran, y no es que fuera un engreído.
No lo soy.
Tocarla fue un error.
No podía permitirme volver a hacerlo.
Tenía quince años.
¿Qué mierda me pasaba?
Ya era bastante malo que hubiésemos tenido solo un par de conversaciones, pero ahora que había pasado dos buenas horas en un coche con ella, estaba conmocionado.
Sus preguntas habían sido más profundas que las de mierda que solían hacerme.
Eso me confundió.
No había podido leerla.
No había logrado adivinar lo que estaba pensando.
Vivía en una de las urbanizaciones de protección oficial de la ciudad, la grande donde hacían constantemente redadas antidroga y que acosaba la Gardaí, lo cual era inquietante.
¿Cómo mierda había salido alguien como ella de un lugar así?
Cuando aparqué en mi sitio habitual en la parte trasera de mi casa, mi estado de ánimo era sombrío y tenía un humor de perros.
Apagué el motor y me quedé allí sentado durante varios minutos, mirando por el parabrisas, esforzándome por controlar el horrible sentimiento de desesperación que se agitaba dentro de mí.
Dejé caer la cabeza entre las manos, me agarre algunos mechones de pelo y simplemente tiré de ellos.
No obstante, había aprendido una lección valiosa esa tarde, y era no preguntarle nunca a una chica en qué pensaba si no estabas preparado para recibir un gran golpe en el ego.
«Creo que estás negando tu proceso de curación y sé que te duele. Creo que estás jugando con fuego con tu cuerpo. Y creo que si tus médicos supieran cuánto dolor tienes en realidad, no te habrían dado el alta de ningún modo ni te habrían permitido jugar».
Sus palabras me atormentaban.
Probablemente porque había acertado.
Joder, odiaba que tuviera razón sobre mi cuerpo.
Yo era así de terco, por eso me puse tan a la defensiva cuando me abroncó por mis estupideces.
Aun así, Seyran no me conocía.
No tenía ni idea de la presión a la que estaba sometido.
Nadie lo entendía.
Y ella desde luego tampoco. Y ¡ni de broma cojeaba!
¡Joder ya!
Molesto conmigo mismo por pensar tanto tiempo en aquella chica, la aparté rápidamente de mis pensamientos y me concentré mucho en no pensar en nada.
Cuando me calmé lo suficiente, salí del coche y cerré la puerta de golpe, solo para arrepentirme de inmediato cuando estallaron los aullidos.
Las luces automáticas del patio estaban encendidas, por lo que pude ver con claridad a las dos golden retrievers saltando por el césped hacia mí, seguidas por una labradora negra mucho más lenta y vieja.
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binding 13
Teen FictionSu primer y último amor verdadero siempre ha sido el rugby. O eso pensaba Ferit Korhan Hasta ahora. Él quiere salvarla. Ella quiere esconderse. Ella está dañada. Él está decidido. El destino los unió. El amor los ata.