POV SEYRAN
Siempre sabía cuándo se avecinaba tormenta en casa.
Podía sentirlo cada vez.
Era como algún tipo de sexto sentido que me advertía y alertaba a mi cuerpo del peligro y el dolor.
Me pasé todo el viernes en clase con una sensación de pavor desgarradora en la boca del estómago, y ni respirar profundamente ni hacer ejercicios para calmarme lograba disiparla de mi corazón.
Era tan intensa, potente y clara que lo cierto es que tenía miedo de irme a casa.
El numerito del miércoles por la noche no había ayudado en nada.
Mis padres se estaban gritando tan fuerte que la Gardaí llamó a la puerta tras recibir un aviso anónimo por alteración de la paz.
Mi paz.
Porque fui yo quien llamó.
Porque tenía miedo de que le hiciera daño.
Cabreada con mi madre o no, no soportaba pensar que pudiera tirarla escaleras abajo de un puñetazo mientras yo me escondía en mi habitación como la cobarde que era.
Kaya se había vuelto a ir a dormir con Suna, y yo no era lo suficientemente grande ni valiente como para salvarla.
Por suerte, mi padre no le había puesto un dedo encima a mi madre, y una vez que convenció a la Gardaí de que su esposa estaba teniendo una rabieta por el embarazo, se fue toda la noche.
Por supuesto, regresó por la mañana con un ramo de flores y la promesa de no volver a hacer lo que fuese que hubiese hecho esa vez.
Funcionó.
Ella lo abrazó y lo besó, y estaba bastante segura de que si no fuera porque ya estaba embarazada, lo habría estado después de pasar la mañana encerrada en su habitación con él.
La odiaba.
A veces más que a él.
El día anterior fue una de esas veces.
Cuando regresé a clase el viernes por la mañana, me dolía el cuello y estaba seriamente abatida.
Ya lo creo, porque a pesar de que mi padre y mi madre estaban como tortolitos de nuevo, yo seguía siendo su objetivo favorito.
Al parecer, todavía no había superado esa foto mía con Ferit.
Algo que recordé la noche anterior, cuando, como una tonta, bajé corriendo a la cocina a por algo de comer y acabé atrapada en uno de sus rebotes de borracho.
Añadió nuevos moretones a los viejos y pasé una buena parte de la noche contemplando los peores pensamientos posibles.
Cuando terminó la última clase del día, estaba tan tensa que apenas podía hacer que mis pies caminaran en línea recta desde el edificio de Ciencias hasta el edificio principal.
Sabía que tenía que volver a casa, y la idea me paralizaba.
No quería que llegara el fin de semana y de repente lo tenía allí, mirándome a la cara.
Era una perspectiva aterradora.
Me pasé todo el día con un dolor horrible y persistente en el estómago que rozaba lo insoportable.
Tenía la mente tan sobrecargada de repasar una lista tras otra de posibles problemas a los que me enfrentaría cuando cruzara la puerta de casa que no prestaba atención al chaparrón que me caía ni a los estudiantes que pasaban zumbando junto a mí.
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binding 13
Teen FictionSu primer y último amor verdadero siempre ha sido el rugby. O eso pensaba Ferit Korhan Hasta ahora. Él quiere salvarla. Ella quiere esconderse. Ella está dañada. Él está decidido. El destino los unió. El amor los ata.