POV FERIT
Seyran Sanli tenía los ojos de un verde oliva que no se me iban de la maldita cabeza.
Al menos ese era el color más parecido que logré encontrar en las innumerables búsquedas que había hecho en internet.
Las paletas de colores eran confusas, pero no tan desconcertantes como mi jodido cerebro, que estaba pillado y parecía un disco rayado.
La canción que no paraba de repetir era Seyran como la ciudad, con aquellos preciosos ojos verde, la cara angelical y un pasado turbulento.
Después de leer su expediente, tardé varios días en asimilar el contenido, y varios más en lograr contenerme para no conducir hasta el instituto público de Ballylaggin y romperles la puta cara a sus matones.
Me pasé toda esa primera semana después de las vacaciones de Navidad preocupado por la chica, esperando a ver si volvía a clase al día siguiente.
Mis niveles de ansiedad estaban por las nubes cuando llegó el viernes y ella seguía sin aparecer.
Estaba tan inquieto que pasé por el despacho del señor Twomey para preguntar.
Fue allí donde supe que sí le había provocado una despiadada conmoción cerebral a la muchacha y que la habían mandado a casa a hacer reposo en cama el resto de la semana.
El lunes siguiente, cuando Seyran regresó a clase, me llamaron directamente al despacho del director, donde me recibieron el señor Twomey; la señorita Nyhan, la tutora de tercero; el señor Crowley, mi tutor, y la incubadora humana de la señora Sanli.
Allí me explicaron que si bien sabían que mis acciones en la cancha fueron accidentales, lo mejor sería que me mantuviera alejado de la chica para evitar futuros incidentes.
Su madre también me entregó una bolsa de plástico con mi camiseta dentro, junto con una disculpa entre dientes por haberme empujado en recepción el otro día —obviamente trataba de cubrirse el culo por haberle puesto las manos encima a un estudiante—, y otra severa advertencia para que me mantuviera alejado de su hija.
Furioso por haber sido acorralado en una maldita e innecesaria intervención, por no mencionar que me trataron como un villano por un error inocente, respondí con un mordaz «Ningún problema, joder», agarre mi camiseta y, ofendido, volví al aula con el firme propósito de centrarme en las clases.
No necesitaba ese tipo de problemas en mi vida.
No necesitaba la amenaza de ser expulsado pendiendo sobre mí. Interfería en mis planes, y no había ninguna chica por la que valiera la pena arriesgar mi futuro.
Obedeciendo, más por mi propio bien que por el de ella, me mantuve alejado.
No le hablaba, y no me acercaba cuando la veía entre clase y clase o en el comedor durante la hora de la comida.
Me mantuve alejado de esa chica y de las complicaciones que parecían acompañarla. Pero, a pesar de lo cabreado que estaba, seguía pendiente de ella por los pasillos.
Podríamos llamarlo ser sobreprotector con una chica vulnerable o lo que sea, pero mantenía los oídos atentos en lo referente a Seyran Sanli y acallaba cualquier mierda que pudiera ser un problema, asegurándome de que tuviera una transición sin problemas a Tommen.
Sin embargo, un par de días después, enseguida quedó claro que no necesitaba la ayuda de nadie.
A Seyran le iba bien en Tommen.
A los profesores les gustaba.
A los estudiantes les gustaba.
A mí mismo me gustaba, mierda.
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Teen FictionSu primer y último amor verdadero siempre ha sido el rugby. O eso pensaba Ferit Korhan Hasta ahora. Él quiere salvarla. Ella quiere esconderse. Ella está dañada. Él está decidido. El destino los unió. El amor los ata.