26: El chico es un héroe

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POV SEYRAN

Volvía a estar en su coche.

No tenía idea de adónde íbamos ni por qué para empezar Ferit me había pedido que fuera con él después de haberme llevado a casa, pero en ese momento no me importaba.

No me importaba que hubiese herido mis sentimientos la semana anterior. 

Y no me importaba que pudiera meterme en problemas por estar con él.

Cuando abrió la puerta del copiloto de su coche y me ofreció un refugio temporal del infierno que era mi casa, lo acepté.

Más que eso.

Prácticamente me sumergí en aquel asiento.

Cuarenta y cinco minutos después, estaba sentada frente a él en un bar de la ciudad llamado Biddies, con un tazón de sopa a medio terminar delante, una botella de Coca-Cola y el corazón acelerado.

En el momento en que cruzamos la puerta del bullicioso pub, todos los que estaban dentro se dieron la vuelta para dirigirse a Ferit.

Fue increíblemente intimidante solo verlo tratar de lidiar con la atención que le dirigían. 

Yo estaba abrumada, así que no podía ni imaginar cómo sería aquello para Ferit.

Solo tenía diecisiete años.

Al igual que ese día en la cancha con los periodistas, Ferit fue de lo más profesional, aceptando apretones de manos y palmadas en el hombro mientras esperábamos en la barra a una de las camareras.

Estaba tan abstraída por la atención que recibía Ferit y la mano que mantuvo en la parte baja de mi espalda mientras hablaba que me limité a asentir cuando se acercó a mi oído para preguntarme si tenía hambre.

Estuvo otros cinco minutos más hablando con desconocidos antes de que finalmente nos sentáramos en la única mesa vacía del bar.

Me sentí tremendamente avergonzada de que me hubiera comprado comida, porque yo habría protestado y me habría ofrecido a pagar, pero no tenía dinero.

No tenía nada que ofrecerle a este chico. 

Nada en absoluto.

—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó Ferit, sacándome de mis pensamientos.

Levanté la cabeza de golpe de mis manos, que había estado mirando, y lo encontré observándome desde el otro lado de la pequeña mesa redonda.

Volví a sentir la familiar agitación en la barriga cuando me obligué a mirarlo a los ojos.

Llevaba su abrigo bien ajustado a mi alrededor, pero eso no me impidió echarme a temblar.

—Estoy, eh, estoy mucho mejor ahora —respondí, sonrojándome por el peso de su mirada—.Gracias.

—Bien. —Ferit se recostó en la silla, con la mirada todavía fija en mí, y golpeó distraídamente un posavasos que había sobre la mesa—. Me alegro.

—Gracias por la cena —añadí, sintiéndome cohibida e incómoda y un millón de cosas más—.Te lo agradezco mucho.

Por alguna razón, mis palabras le provocaron una gran sonrisa.

—¿Consideras que un plato de sopa es la cena? —me planteó, sonriendo tan ampliamente que se le marcaron los hoyuelos.

—Bueno, era un tazón enorme —comenté encogiéndome de hombros—. Así que sí, lo considero la cena.

—Es sopa, Seyran —se rio Ferit—. Es prácticamente agua.

—¿Por qué? —Observé el plato y el tazón vacíos frente a él—. ¿Sigues con hambre? 

binding 13Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin