POV SEYRAN
Cuando me levanté para ir a clase el miércoles por la mañana, mi madre me estaba esperando.
Con las prisas por salir de casa y alejarme de mi padre, casi ni la veo.
Hasta que no me detuve en el pasillo para agarrar el abrigo, no la vi sentada a la mesa de la cocina con una taza de café entre las manos.
—¿Mamá? —Fruncí el ceño al verla.
Parecía exhausta, con unas oscuras ojeras debajo de los ojos, y la tez pálida y demacrada. Estaba envuelta en su vieja y deshilachada bata de lunares, el último regalo de Navidad que Efe le había hecho antes de irse.
Dejé el abrigo en el colgador y entré en la cocina.
—¿Qué haces levantada?
—Seyran —me saludó ella, forzando una débil sonrisa—. Ven y siéntate conmigo un rato.
Lo hice porque era muy raro verla a esas horas de la mañana, y supe que algo iba mal.
Miré el reloj para asegurarme de que no me había quedado dormida por accidente o algo así.
Las seis menos cuarto de la mañana.
No, llegaba temprano y definitivamente algo iba mal.
Arrastré una silla por el respaldo, me senté frente a ella y le pregunté:
—¿Qué pasa, mamá?
—¿No puedo levantarme para despedirme de ti?
No.
La verdad es que no.
En absoluto.
Mi silencio debió de ser una respuesta a voces, porque mi madre dejó su taza y me agarro una mano.
—Seyran—empezó, yendo finalmente al grano—, sé que crees que no, que a veces tu padre no es demasiado... Solo quiero que sepas que adoro a todos mis hijos por igual, pero tú eres la más especial para mí.
Eso era mentira.
Yo no tenía nada de especial para ella.
Efe era su favorito y, cuando se fue, mi madre nunca volvió a ser la misma.
En verdad, entre los turnos de trabajo y el cuidado de los pequeños, apenas si reparaba en mí.
Yo quería a mi madre, de veras que sí, pero eso no significaba que no me molestara su debilidad, porque sí que me molestaba.
Mucho.
Incómoda, saqué la mano de debajo de la suya y le pregunté:
—¿Firmaste la autorización para el viaje escolar a Donegal?
Sabía que no lo había hecho.
Todavía estaba encima de la panera, sin firmar.
—No me siento cómoda con que estés tan lejos de casa, Seyran—explicó, con la preocupación reflejada en el labio inferior—. Donegal está muy lejos.
Exactamente.
—Quiero ir, mamá —susurré—. Ece y Dicle van, y tengo muchas ganas de ir. He de entregar la autorización antes del viernes o no me dejarán ir.
De acuerdo, eso era mentira, tenía hasta después de las vacaciones para entregar el papel, pero presionarla era la única manera que tenía de lograr que firmara la autorización.
—¿Y si te pasa algo allí? —conjeturó mi madre—. ¿Qué pasa si alguien te ataca?
—Hay más posibilidades de que eso ocurra en esta casa —mascullé.
ŞİMDİ OKUDUĞUN
binding 13
Teen FictionSu primer y último amor verdadero siempre ha sido el rugby. O eso pensaba Ferit Korhan Hasta ahora. Él quiere salvarla. Ella quiere esconderse. Ella está dañada. Él está decidido. El destino los unió. El amor los ata.