POV SEYRAN
Sentía los ojos de Ferit clavados en mi cara desde el otro lado del comedor.
Como buena acosadora, sabía exactamente dónde se sentaba a comer cada día: el último asiento al extremo de la mesa de las estrellas de rugby, en la fila interior, junto a la salida.
Me pasé toda la comida del lunes obligándome a ignorar el ardor que sentía en las mejillas, el mismo que me llegaba hasta los dedos de los pies, y prestar atención a Ece y Dicle.
Porque sabía lo que sucedería si me volvía a mirarlo.
Me delataría, y Ferit no tenía por qué saber lo mucho que me alteraba.
Me confundió el viernes pasado y me estaba confundiendo de nuevo.
¿Por qué me estaba mirando?
¿Por qué me invitó a aquella fiesta?
¿Por qué me aceleraba el corazón de aquella manera tan bestial?
No entendía lo que estaba pasando, y en la caótica tormenta de emociones en que estaba inmersa, necesitaba aferrarme a cierta sensación de control.
Sin embargo, no resultaba fácil, y ese control me fue arrebatado de mis temblorosas manos en el momento en que Abi vino directamente hacia nuestra mesa, con su pelo rubio y una gran sonrisa.
—Señoritas —saludó, en ese tono coqueto al que ya me había acostumbrado, mientras se deslizaba en un asiento junto a Ece—. ¿Cómo estamos hoy?
—¿Qué quieres, Abidin? —se quejó Ece, apartándose de él cuando le pasó un brazo por el hombro—. Estamos comiendo.
—Tengo algo que enseñarte —le anunció, moviendo las cejas.
—No voy a mirarte el pene —siseó ella—. Así que deja de intentar enseñármelo.
—Eso no —bufó Abu, y luego procedió a sacarse un juego de llaves del bolsillo y las balanceó en la cara de Ece—. Esto.
—Hala —exclamó ella ahogando un grito, y le quitó las llaves de las manos—. ¿Tus padres te han dado el coche antes de tiempo? Pensaba que no te darían las llaves hasta el fin de semana.
—Cedieron —le dijo, sonriendo—. Lo que significa...
—¿Que hay un maniaco suelto por las carreteras irlandesas? —intervino Dicle.
—Buah —masculló Abi mirándola mal desde el otro lado de la mesa—. Eres graciosísima.
Dicle se limitó a hacerle la peineta y siguió comiendo.
Sacudiendo la cabeza, Abi volvió su atención a Ece.
—Hay más —anunció, dirigiéndose solo a ella—. Se han ido a Tenerife —agregó moviendo las cejas—. Hasta el lunes.
—¿Te han dejado solo? —preguntó Ece—. ¿A ti?
—Y sabes lo que eso significa, ¿no? —Le guiñó un ojo—. Fiesta de pijamas.
—¿Tus padres te han dejado a cargo de su casa? —repitió ella, estupefacta.
Él sonrió y le quitó la manzana que tenía en la mano.
—Así es.
—¿Una semana entera? —Ece, boquiabierta, negó con la cabeza—. ¿Solo? ¿Sin supervisión?
La sonrisa de Abi se ensanchó mientras lanzaba la manzana al aire.
—Pareces sorprendida —comentó, agarrando la pieza al vuelo sin esfuerzo. Intrigada por la conversación, me apoyé sobre la mesa y observé con interés.
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Teen FictionSu primer y último amor verdadero siempre ha sido el rugby. O eso pensaba Ferit Korhan Hasta ahora. Él quiere salvarla. Ella quiere esconderse. Ella está dañada. Él está decidido. El destino los unió. El amor los ata.