37: Es tu cumpleaños

34 7 0
                                    

POV SEYRAN

Pasé unos buenos veinte minutos entre los brazos de Ferit mientras intentaba desesperadamente controlar mis emociones.

Al final, cuando sentí que ya no me quedaba ninguna lágrima más por derramar, me aparté para mirarlo.

La compasión ardía en esos ojos marrones mientras me observaba con atención.

—Hola —sollocé, avergonzada.

—Hola —dijo Ferit con voz ronca mientras me apartaba el pelo, que tenía húmedo, de la cara y me lo pasaba sobre el hombro.

—Gracias —grazné, resistiendo el impulso de presionar mi mejilla en su mano.

—¿Por qué? —preguntó con interés, colocándome mechones de pelo sueltos por detrás de las orejas.

—Por abrazarme y no soltarme —respondí en un hilo de voz. 

Él sonrió con tristeza.

—Para eso estoy. ¿Quieres hablar de ello? —me planteó entonces, con la mirada clavada en mis ojos.

Negué rápidamente con la cabeza, pues quería desecharlo todo y concentrarme en lo único bueno de mi vida.

Él.

Ferit me miró con recelo.

—¿Estás segura?

—Quiero olvidarme de eso —le confesé—. No quiero ni pensar en ello. En absoluto... Al menos hasta que tenga que volver a casa y enfrentarme a ello.

—Si eso es lo que quieres, entonces eso es lo que haremos —contestó Ferit con voz ronca. 

Me derrumbé de alivio.

Qué chico. 

Dios mio.

—¿Tienes hambre? —dijo entonces, soltándome las caderas y quitando así la reconfortante sensación de sus manos sobre mi piel.

Mi estómago gruñó ante su propuesta mientras me bajaba de mala gana de su regazo.

—Tomaré eso como un sí —rio Ferit por lo bajo.

Sacudiendo la cabeza, se puso de pie y ayudó a Sookie a bajar de la cama antes de girarse para sonreírme.

—Vamos, Seyran como la Ciudad. —Inclinó la cabeza hacia la puerta—. Déjame alimentarte.

Con piernas temblorosas, seguí a Ferit y Sookie a través del largo pasillo hasta la enorme escalera.

Tuve que luchar contra la sonrisa que amenazaba con escapárseme cuando se detuvo en lo alto para agarrar a Sookie y luego procedió a bajar con la enorme labrador de mínimo treinta y cinco kilos acunada en sus brazos como si fuera un bebé.

—Artritis —explicó en tono avergonzado cuando me pilló mirándolo—. Es mayor. —La bajó con cuidado cuando llegó a la planta baja y miró cómo zanqueaba por el pasillo antes de añadir—: Pero tiene un espíritu joven.

Yo iba descalza y en cuanto mis pies tocaron las frías baldosas, chillé y volví de un salto a la enmoquetada escalera.

—¡Dios! —chillé, temblando—. El suelo está superfrío.

—Espera —dijo Ferit, que volvió a subir las escaleras para regresar unos minutos más tarde con un par de calcetines.

Me los dio y me senté en el escalón para ponérmelos.

—Gracias —murmuré, subiéndome los enormes calcetines negros. 

Mira tú por dónde, eran Nike.

Y no una falsificación.

binding 13Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin