[CAPÍTULO N°26:"Derrota Inesperada"]

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[Punto de vista en tercera persona]


Tras la incómoda derrota de Yamcha, el público estaba desconcertado y dividido entre la felicidad y el miedo. Por un lado, estaban contentos porque habían presenciado un gran combate, incluso sin ser artistas marciales. Por otro lado, temían que un descuido de los luchadores pudiera resultar en daño a personas inocentes.

Ante la incertidumbre, el presentador dio un paso adelante con determinación para elevar el ánimo de su querido público. Si no lo lograba, temía ser despedido. Con su característica voz y entusiasmo, exclamó:

-¡Muy bien, necesito un momento de su atención, por favor! Tras la victoria del luchador Ten Shin Han en la primera pelea, ¡es hora de presentar el segundo combate del Torneo de las Artes Marciales! -gritó, creando un efecto emotivo que contagió a gran parte del público. La emoción se propagó como un virus, y todos esperaron ansiosos el segundo combate, como si los acontecimientos del primero nunca hubieran sucedido.

Observando el ánimo renovado de la audiencia, Shingen sonrió levemente, agradeciendo internamente al presentador por elevar la moral incluso entre ellos. Mientras pensaba esto, Shingen miró a su lado y vio que Bulma estaba más tranquila. Aunque su rostro mostraba cierto desánimo, era preferible a la pura terror o tristeza.

Por otro lado, en algún lugar árido, Pilaf y sus secuaces buscaban desesperadamente algo que les ayudara a vengarse de Shingen y de la Escuela de la Grulla en general. Desde que fueron atacados por ese individuo, todo se había complicado enormemente. No solo les robaron las Esferas del Dragón, sino que también perdieron sus robots. Con la chatarra que quedó, lograron comprar un viejo avión que les permitía moverse a cortas distancias.

-¡Maldición, Shu, Mai! ¿Aún no encuentran la vasija? -reclamó impaciente Pilaf. La información de que el antiguo Rey Demonio Piccolo había sido sellado y que el recipiente estaba en esta zona del Lago Isuri hizo que Pilaf imaginara con avidez la posibilidad de llegar a un acuerdo con Piccolo para dividir el mundo en dos.

Mientras los pobres secuaces continuaban buscando, Mai encontró una antigua olla eléctrica con un talismán pegado en ella. Con gran emoción en su voz, anunció que había encontrado el recipiente. Minutos después, Mai y Shu salieron del lago con la olla en sus manos.

-¡Por fin la encontramos, señor! -gritó Mai emocionada, esperando los elogios de su jefe. Sin embargo, Pilaf le arrebató la olla de las manos y la examinó con más detalle.

Desconcertada, Mai observó cómo su señor la ignoraba por completo, a pesar de que había pasado tres días buscando la dichosa olla. Sin prestar atención a su entorno, Pilaf miró la olla con rostro emocionado y, sin dudarlo, retiró el talismán que impedía que el Rey Demonio saliera.

Con los nervios a flor de piel, Mai y Shu vieron cómo un ser aterrador, alto y de color verde oscuro, aparecía frente a ellos con una mirada asesina. El ser, al ver que había salido de su prisión, examinó su propio cuerpo y, con molestia, notó que, a pesar de estar sellado, seguía envejeciendo y debilitándose.

 El ser, al ver que había salido de su prisión, examinó su propio cuerpo y, con molestia, notó que, a pesar de estar sellado, seguía envejeciendo y debilitándose

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