30. El otro lado del muro (parte I)

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Mientras la batalla se desencadenaba al sur, Aegon en el norte no estaba enterado de ello. Esa misma mañana mientras su amada estaba en el campo de batalla, se disponía a salir al otro lado del muro junto a algunos exploradores para seguir buscando a su hermano y posible hermana, y encontrar el campamento salvaje para ofrecerles refugio para el frío invierno que se avecinaba.

Phantom no estaba acostumbrado al frío, pero no abandonaría a su padre, su insistencia en acompañarlo cada vez que cruzaba el muro hizo que el maestre Aemond buscara entre sus registros, un tónico que en la antiguedad usaban para que los dragones pudieran soportar las gélidas temperaturas al otro lado del muro; y así lo logró le llevó casi un mes preparar la cantidad necesaria para un dragón del tamaño de Phantom, el tónico consistía de dos fases, una que debía beberla cuyo tamaño no superaba a un barril de cerveza, y la parte más complicada que era un unguento para frotar en sus escamas. No solo fue dificil elaborar tanta cantidad de unguento, sino que el desafío de untarlo en sus escamas fue aún peor. Cuando Phantom frente a la insistencia de su jinete entendió que era necesario, permitió a algunos miembros de la guardia nocturna tocar su cuerpo para poder protegerlo del invierno. Aegon tomó nota mental de a quienes no permitió que lo toquen, su dragón sabía en quienes podía confiar.

Volviendo al presente, Aegon cruzó el muro a lomos de su dragón, y debajo de ellos, los exploradores iban cruzando la nieve.  En los cielos Aegon podía tener una visual más amplia de lo que le deparaba el camino, y podía prevenir a sus compañeros en caso de que necesiten volver al castillo. Pero como las últimas veces que saliueron a explorar, solo se veía el manto blanco pintado por doquier.
Aegon decidió adelantarse aún más, una mezcla de impotencia y frustración le hacían avanzar a toda velocidad, avanzó y avanzó hasta solo ver blanco, ya no se divisaban árboles ni rocas. Parecía un paisaje surrealista donde el cielo y la tierra se fundían en la blancura de la nieve. un lugar tan puro y a la vez implacable, hermoso y letal, no creía que en ese punto pueda encontrar vida, no había manera de que eso suceda, nadie podría soportar el clima. Pero  cuando estaba a punto de volver, un punto un tanto más gris llamó su atención, no era necesario darle la orden a Phantom de bajar, ellos tenían una conexión por fuera de lo común, un vínculo que les permitía ser uno en los cielos. 

Al acercarse, pero aún a lomos de su dragón en el cielo, pudo observar algo que le dió esperanza, una cueva, y por el resplandor que se distinguía en su entrada, había llamas. Eso quería decir que en su interior había humanos, podían ser salvajes, o su familia.  Quiso adentrarse en la misma, pero no era prudente, ya que si eran salvajes y lo veían como una amenaza, nadie lo podría encontrar si algo le sucedía. No podía entrar a la cueva con Phantom, por lo cual estaría solo. El no era cobarde, pero era conciente de que debía volver sano, mucha gente dependía de el.

Retomó vuelo hacia donde marchaban sus exploradores y mientras observa el horizonte nevado con la mirada fija en el camino que tienen por delante

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Aegon: . Está bien, gente, escuchen. Hemos recorrido una buena distancia hoy y creo que hemos dado con algo interesante.

Explorador 1: (Sacudiéndose la nieve de los hombros). ¿Qué has encontrado, Mi Lord?

Aegon: Phantom y yo encontramos una cueva. Está a varios kilómetros de aquí, pero parece que podría estar habitada. No quiero que nos acerquemos sin prepararnos.Phantom ha sido de gran ayuda para rastrear el área. Aparentemente, la cueva tiene signos de actividad reciente. Lo que no sabemos es si hay salvajes o algo más allí.

Explorador 3: (Frunciendo el ceño). ¿Crees que deberíamos ir allí de inmediato? ¿No es arriesgado acampar tan cerca de un lugar desconocido?

El retorno de los TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora