40. El Juego de Fuego

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El aire en Desembarco del Rey era pesado, impregnado de tensión y desesperación. Cersei Lannister, la reina usurpadora, se encontraba de pie en su imponente sala del trono, la luz de las antorchas proyectando sombras alargadas que danzaban a su alrededor. Su trono, una magnífica estructura de hierro forjado, parecía más frío que nunca. Había un vacío que la rodeaba, un eco de traiciones y pérdidas. Jaime, su hermano, su amante, había cruzado la línea. No solo había jurado lealtad a los Targaryen, sino que se había alejado de ella en el momento más crítico.
"¿Dónde estás, Jaime?", murmuró, dejando que las palabras flotaran en el aire. La soledad se había vuelto su única compañía, y su mente era un campo de batalla entre la locura y la razón. "Siempre has sido un traidor, pero esto... esto es diferente".Cersei giró sobre sus talones y se enfrentó a la mesa de estrategia, donde un mapa de los Siete Reinos yacía extendido, marcado con las casas que aún la apoyaban. Euron Greyjoy, el capitán de su flota, le lanzó una mirada desafiante. Era un hombre astuto, que sabía jugar sus cartas, pero sus intereses eran volátiles."¿Qué planeas, Cersei? No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras los Targaryen despliegan su fuerza", dijo Euron, su voz grave resonando en la sala. "Es hora de que tomemos la iniciativa".Cersei lo miró con desdén. "Y ¿qué sugerirías? ¿Atacar a los dragones en vuelo? Eso sería un suicidio, incluso para un hombre como tú"."Pero si logramos destruir a uno, eso podría debilitar su flota", insistió Euron, su tono convirtiéndose en un rugido. "No podemos permitir que ese bastardo de Aegon y la loca de Daenerys, se salgan con la suya. Tienen un ejército y más de doce dragones. ¿Acaso no lo ves?""Yo veo lo que he perdido", le cortó ella. "Lo que me han arrebatado".Un silencio incómodo se apoderó de la sala. Cersei respiró hondo, reconociendo la sombra que se cernía sobre ella. La traición de Jaime dolía como un puñal en su pecho, y la desesperación comenzaba a torcer su mente. ¿Cuánto tiempo le quedaba para mantener el control?Con un gesto rápido, se acercó al mapa y trazó una línea imaginaria sobre el territorio de los Targaryen. "No dejaré que me quiten el trono. No lo permitiré. Si Aegon y Daenerys se atreven a acercarse, usaré el fuego Valyrio. Volaré toda la ciudad y con ella, a todos los que se interpongan en mi camino".Euron arqueó una ceja, su mirada llena de sorpresa y curiosidad. "¿Estás dispuesta a sacrificar a tu propio pueblo?""¿Qué es un pueblo sin poder? Si caigo, arrastro a todos conmigo", afirmó, sintiendo la locura danzar en sus venas. "Nadie puede tenerme como prisionera. No más".La puerta se abrió de golpe, interrumpiendo la conversación. El Gorrión Supremo, un hombre de robes humildes y mirada astuta, entró, acompañado por unos pocos seguidores. Su rostro reflejaba una mezcla de compasión y desdén, lo que irritó a Cersei."Reina Cersei", comenzó el Gorrión con voz suave, "la situación en la ciudad es crítica. La gente murmura. La lealtad se desvanece como el humo. No podemos permitir que la locura te lleve a la ruina"."¿Locura?", retumbó Cersei. "¿Acaso no ves que la verdadera locura es dejar que los Targaryen tomen lo que es mío por derecho? He luchado demasiado para dejar que un par de dragones me arrebaten mi legado".El Gorrión la observó con paciencia. "No puedes jugar con el fuego sin quemarte. Considera la vida de los inocentes. Aún hay quienes te apoyan, pero la esperanza se desvanece rápidamente".Cersei sintió la rabia burbujear en su interior. "¿Esperanza? ¿Para qué? Para que me traicionen como lo hizo mi hermano? No puedo confiar en nadie"."¿Y si llegara a haber un camino hacia la reconciliación? Aegon podría entender si se le presenta un argumento sólido", sugirió el Gorrión, aunque su tono era casi imperceptible."¿Reconciliación? ¿Con un Targaryen? No puedo creer que sugieras eso", Cersei le lanzó una mirada helada. "El único camino es la destrucción. La única forma de demostrar que nadie puede desafiarme"."Destruir es fácil. Construir es lo difícil", murmuró el Gorrión, pero Cersei lo interrumpió."¡No me hables de construir! He sido una arquitecta de mi propio destino, y lo que he construido es mi trono. La ciudad puede arder, pero no me llevarán con ellos".Euron, notando la creciente tensión, intentó suavizar el ambiente. "A veces, una retirada estratégica puede ser más inteligente. Necesitamos tiempo para reagruparnos, no un enfrentamiento directo que podría acabar con todos nosotros".Cersei lo miró con desdén. "¿Y qué sugieres, Euron? ¿Que me esconda como una rata mientras los Targaryen celebran su regreso? No, no puedo permitirlo"."No me interpretes mal, Cersei. Solo creo que es mejor estar preparado para la próxima jugada", dijo Euron, tratando de calmar la tormenta. "Debemos reunir a las casas que aún te apoyan. Hacer un llamado a los demás reinos"."¿Apoyos? ¿Qué queda de mis aliados? Han visto el camino de la traición en mi propia casa. ¿Por qué me apoyaría alguien ahora?", la desesperación se manifestaba en su voz, y sus manos temblaban con la rabia contenida.El Gorrión Supremo la miró con seriedad. "No podemos permitir que el caos se instale. La fe y la lealtad son cuestiones complicadas, pero aún hay quienes te ven como la salvadora de este reino. Debes ser más astuta".Cersei frunció el ceño, dándose cuenta de que el tiempo se acababa. Los rumores sobre su caída se esparcían como un fuego incontrolable. "Aegon tiene mi hermano y esos malditos dragones. No me dejaré vencer sin luchar. Si ellos quieren la guerra, se la daré"."Lo que quieres hacer no solo puede costarte el trono, sino también tu vida", advirtió el Gorrión, su tono lleno de gravedad."Quizá eso es lo que deseo. La muerte puede ser un alivio. Pero no moriré como una perdedora", se retorció su corazón, ya asumiendo el hecho de que tal vez el final de su reinado no sería lo que ella había esperado.La mirada de Euron se iluminó con una chispa de entendimiento. "¿Qué tal si, antes de que las llamas consuman a todos, ofreces una última propuesta? Aegon y Daenerys no son estúpidos; saben que la guerra puede destruirlo todo. Quizá, al menos, podrían considerar tu oferta de paz".Cersei lo miró, sopesando la idea. "¿Y qué oferta podría hacerles? Que les entregue el reino en bandeja de plata? Ellos solo quieren el trono. No hay lugar para negociaciones".Euron: Podrías ofrecerles un trato, la ciudad, a cambio de tu vida. 

El retorno de los TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora