Chapter 3

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Los adolescentes y jóvenes gritaban las canciones del momento en aquel club tan famoso

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Los adolescentes y jóvenes gritaban las canciones del momento en aquel club tan famoso. Tamara y Gwen bailaban juntas al ritmo de la música, junto a dos amigos más de la universidad. Se sentía bien aquellos momentos donde todo el estrés pasaba a un segundo plano y solo importaba cuando habían bebido.

Ya eran las cuatro de la mañana cuando Gwen fue a la enorme barra a por su cuarta copa. Para aquel momento ya sentía sus párpados pesados y el cuerpo ligeramente mareado por el alcohol corriendo por sus venas. Aún así decidió que otro no estaba de más. Mientras esperaba su copa, veía de lejos a sus amigos bailando.

— Invita la casa. — Dijo un camarero muy guapo.

— Gracias. — Gwen sonrió dulcemente.

Intentó hacerse paso entre la gente cuando chocó con un chico peculiar, tenía un mechón blanco en el pelo y los ojos azules. Era mucho más alto que ella por lo que tenía que levantar la cabeza para mirarle. Este se veía con prisas, solo le dio un corto vistazo a la rubia, parándose en su escote. Ni siquiera pidió perdón y desapareció rápido, como si se encontrase buscando a alguien.
Gwen llegó con sus amigos y comenzó a beber su copa mientras pensaba en el chico con el que había chocado, ya no lo veía por ninguna parte. A decir verdad era atractivo pero para ella, bastante rarito.
El sonido de la música se vio interrumpido por un sonido más fuerte, acompañado de un corte de luz. Un disparo hizo estallar un gran alboroto de gente gritando y corriendo por la sala a oscuras. Había estallado también un altavoz y se había prendido fuego. Todo el mundo corría a la salida del local. La mayoría pudieron salir, hasta que una madera cayó frente a la salida, impidiendo esta. Gwen sintió como el humo entraba a sus pulmones. Para colmo, el tiroteo seguía, ella se escondió detrás de la barra, junto con otra chica más pequeña que ella. Parecía una niña que se había colado, era adolescente y estaba asustada. Gwen le dio la mano y la acercó a ella, abrazándola. Escuchaban golpes y disparos y de un momento a otro todo cesó. El fuego fue apagado pero el humo hizo mucho daño a Gwen. Sentía sus párpados pesados y juraba que podía oír los lentos latidos de su corazón. Salió de detrás de la barra y tropezó con algo cayendo al suelo. Gritó cuando vio el rostro sin vida de su amiga Tamara. Unos brazos la atraparon por detrás, tapándole la boca. Se giró y vio al héroe que anteriormente la había salvado. No duró un segundo más consciente y se desmayó.

***

Gwen sentía que la cabeza le iba a estallar y que no podía respirar bien. Se despertó tosiendo, y se quitó una mascarilla que llevaba en la boca. Se encontraba en una cómoda cama de una lujosa habitación. Al borde de la cama se encontraba su hermano Oliver. Se sorprendió tanto al verlo que casi le da un ataque de tos, se levantó de la cama y lo abrazó.

— Gwen, cuando Bruce me llamó pensaba que te había perdido. — Tenía los ojos rojos.

— ¿Quién es Bruce? — Preguntó sin entender nada.

— Robin te trajo hasta aquí. Bruce es Batman. Estás en la mansión Wayne.

— ¿Robin? ¿Qué? Dios mío. — Empezó a recordar. — La chica... Tamara. Están muertos todos. — Habló con un hilo de voz.

— Gwen, los criminales de Arkham han escapado y quieren venganza. Habrá un charco de sangre inundando Gotham. Quieren matar lo máximo posible. Es un milagro que estés viva.

Traquearon la puerta, segundos después Jon Kent entró junto con otro chico de ojos verdes, y un hombre con el traje de Batman, quien debía ser Bruce. ¿Qué pintaba Jonathan en todo esto?

— Gwen menos mal que estás bien. — El chico de ojos azules fue corriendo a abrazarla, sintió algo de dolor y emitió un quejido.

—¿Qué estás haciendo aquí Jon? — Preguntó confusa y asustada.

— Debí contártelo antes, quería tenerte fuera de esto pero comprendí que era imposible cuando me enteré de lo de tu familia. — Miró a Oliver.

— ¿Qué quieres decir? — Batman y el chico más joven observaban callados.

— Soy Superboy, Gwen. Por eso me desaparezco muchas veces, por eso encontré tu teléfono. Damian me lo dio. — Lo señaló y el chico asintió. — Él fue quien lo encontró realmente cuando te salvó.

— Vale me va a estallar la cabeza ahora mismo Jonathan. — Dijo esta mientras sentía como su pecho subía y bajaba rápidamente intentando regular su respiración por la ansiedad.

— Es difícil de entender pero no te dijo nada para protegerte de todo esto Gwen. — Está vez quién habló fue el arquero. — Nuestras vidas te ponen en peligro. Pensé que estando lejos de mi estarías mejor, pero no es así. Lo mejor es que lo sepas.

— Es la segunda vez que te salvo en la misma semana y aún no me has dado las gracias. — Por primera vez se escuchó la voz del azabache.

— Gracias. — Se limitó a decir, sentía que hablaba con narcisismo.

— De nada. — Sonrió con arrogancia y ella rodó los ojos.

— Gwen, hemos pensado que deberías aprender algo de defensa personal, yo te enseñé hace años pero no es suficiente. — Explicó Queen. — Bruce y sus hijos te ayudarán en eso. Tres días a la semana vendrás aquí, Alfred, su mayordomo, pasará a recogerte.

— Odio cuando la gente toma decisiones por mí. Tengo dieciocho años y puedo tomar mis propias decisiones. — Habló indignada.

— Últimamente tus decisiones casi te matan, chica mayor. — Damian, habló con tono de burla, haciendo enfadar a Gwen.

— Cállate ya. Te crees mejor que todos.

— No me lo creo, lo soy. Cuando dejes de ser débil dime eso.

Gwen sentía sus mejillas rojas del enfado y eso la enfadaba más. Tomó aire y lo soltó despacio. ¿Cómo un héroe podía ser tan idiota? No lo conocía todavía y ya le caía mal. Esperaba que no fuese él quien la entrenase.

— Bien, vale. Pero solo tres días. — Oliver sonrió y miró a Bruce, quien asintió.

— Empiezas mañana. — Dijo el último nombrado.

Exile - Damian Wayne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora