VACÍA, sucia, inservible, así era como Gwen se sentía después de aquella misión. Ni siquiera podía mirarse al espejo sin ponerse a llorar. Ya no podía ducharse tranquila porque cuando se veía sin ropa sentía asco de sí misma. Ya no se sentía sexy, y si en algún momento lo hacía, se odiaba a sí misma por ello.
En los dos últimos días no había comido, no había dormido y no había salido de su habitación. Ni siquiera había hablado con nadie más que Alfred desde que la subieron a su habitación después de comprobar que estuviera bien en la enfermería. Todo era una mierda, los problemas con Damián, las muertes de sus amigos, y lo que había pasado en la misión colmó el vaso. La habían violado.Salió de la ducha envuelta en una toalla mientras secaba las lágrimas que le resbalaban por las mejillas con la palma de su mano izquierda. Se puso una camiseta grande y un pantalón que cubría poco de sus muslos y se tiró nuevamente a la cama a mirar el techo como había estado haciendo los últimos días. Su estómago rugía, así que se decidió por salir a comer algo, pues eran las dos de la madrugada y pensó que todos estarían durmiendo y evitaría encuentros incómodos.
Bajó las escaleras con los pies descalzos y entró a la cocina, abrió el armario donde guardaban el pan y se dispuso a hacerse un bocadillo cuando una tos en sus espaldas la asustó dando un pequeño salto. Se giró rápido y se encontró con los ojos de Damián. En ese momento se puso a llorar, sin poder evitarlo, él corrió a abrazarla. Ella no se hizo la dura, no se apartó. Era realmente lo que necesitaba desde hacía mucho tiempo.
— Estás bien Gwen. — Dijo susurrando mientras acariciaba su pelo. — Ese hijo de puta está muerto, yo mismo me aseguré de ello.
— Damián ya no puedo soportarlo más. — Habló separándose de él unos centímetros para poder mirarlo, él se rompió ante esas palabras.
— Lo siento tanto Gwen, siento no haberte tratado como te merecías. — Le tomó las manos mientras la miraba. — Se que te he fallado habibi, y que soy un estúpido porque mi orgullo no me permitió pedirte perdón antes, lo que he sentido por ti es tan fuerte que me asusté y me alejé de ti.
— Damián...
— Pero ahora sé que nunca debí hacerlo princesa, quiero cuidarte, quiero protegerte, quiero que seas mía. — El chico limpio una lágrima rebelde que le caía por la mejilla. — Joder Gwen, llevo sin llorar desde los cinco años, tú eres mi talón de Aquiles.
— Damián yo...
— Voy a ser mejor novio, lo seré. — Ella sonrió débilmente. — Luna no es nada para mí, nunca he sentido nada por ella tú eres la única mujer que realmente he amado en toda mi vida Gwen.
— Damián, está bien. — Él se quedó sin palabras por unos instantes.
— ¿Cómo puedes perdonarme tan fácilmente después de lo que he hecho?
— Porque te quiero, y no me imagino mi vida si tú no formas parte de ella. — Admitió algo avergonzada.
— Prometo mejorar por ti, para ti, amor.
— Todo está bien, necesitaba esto. — Susurró abrazándole.
Después de pasar un rato hablando y cocinando para que Gwen pudiera comer después de esos dos días, hablaron sobre lo que pasó en la misión, y Damián le contó que había servido de mucha ayuda ya que habían conseguido liberar veinte mujeres que eran víctimas de prostitución y trata de blancas gracias a ella, eso la hizo sentir algo mejor. También le dijo que sabían dónde se encontraba Selina, pero que ella estaría fuera de esa misión.
Horas después, ambos chicos despertaron gracias al sol que entraba por la ventana de la habitación de Damián. Gwen amaba estar ahí, le gustaba ver las estanterías llenas de libros de acción, armas que tenía perfectamente ordenadas, y ropa que desprendía todo su olor corporal amontonada en una silla de escritorio.
Gwen se había cogido unos días de baja después de lo que había pasado, y no tuvieron problema en dárselos. Necesitaba descansar la mente, o eso le había dicho Dick. Este día sería especial para Gwen y para Damián, iban a tener una cita. Los dos chicos se levantaron de la cama después de una intensa sesión de besos mañaneros, Gwen se despidió de él para ir a su habitación a cambiarse de ropa. Se puso un pantalón y una sudadera bonita, acompañado de unos botines de piel. Salió de su habitación y bajó hasta el salón, donde Jason y Dick hablaban de algo, Luna estaba acostada en el sofá con mala cara.
— ¡Rubia! — Jason la abrazó y la levantó en el aire. — ¿Cómo es que has salido de tu habitación?
— Voy a salir con Damián a comer. — Dijo y pudo sentir como Luna le lanzaba un par de maldiciones muy molesta, eso la hizo sentir bien. Al fin los papeles se habían cambiado.
— ¿Ya estáis bien el demonio y tú? — Habló Dick.
— Anoche nos encontramos en la cocina y nos sinceramos el uno con el otro, vamos a hacerlo mejor esta vez. — Explicó jugando con sus dedos nerviosa.
— Yo te ayudaré siempre elijas lo que elijas Gwen, pero recuerda que vales mucho. — Jason se ganó un abrazo de la rubia, se separaron tras un carraspeo.
— Damián. — Habló Luna por primera vez levantándose del sofá con una sonrisa.
— Gwen, ¿vamos? — Dijo ignorándola completamente, esto le hirvió la sangre a la azabache.
— Claro amor. — respondió tomando su mano y cogiendo el casco de la moto con la otra.
Los chicos salieron de la mansión y subieron a la moto para dirigirse al centro comercial más cercano para ir de compras y comer juntos. Las compras era algo que obsesionaba a Gwen, siempre le había gustado comprar ropa aunque no la necesitase, era casi un problema, pero como tenía bastante dinero no le importaba demasiado. Damián ayudó a bajar de la moto a Gwen, quien tenía algo de dolor en el cuerpo todavía.
Entraron a varias tiendas y al poco rato Damián ya estaba cargado de bolsas repletas de bolsos, vestidos, pantalones, mini camisetas y maquillaje. Nada de eso le hacía falta realmente pero ella era feliz así, y Damián no decía nada porque él era feliz viéndola feliz.— Estas hamburguesas están riquísimas. — dijo la rubia con la boca llena de comida, causando la risa de Damián.
— No sabes cuando había echado de menos esto.
— Yo también, no soportaba no poder hablar contigo de nada. — Dijo mientras tragaba comida. — Damián, ¿por qué me apartaste y hacías todo eso con Luna?
— Creía que ya estaba superado. — A Gwen le molestó eso pero no dijo nada.
— Ya, tienes razón, mejor dejémoslo pasar.
— Claro habibi. — Damián le sonrió mientras le acariciaba la mejilla.
Terminaron de comer y tras estar un rato más paseando por la zona, volvieron a la mansión para cenar y ver una película, elegida por Gwen. Ella era fanática de las comedias románticas y a Damián no le importaba verlas, tenía mucha paciencia para aguantar películas de amor y cantantes de pop inglés.
Gwen se quedó dormida mientras la película transcurría y cuando Damián se dio cuenta, apagó la televisión y la cogió en brazos para subirla por las escaleras hasta su habitación. La dejó en su cama y le dio un beso en la frente para después acostarse a su lado a observarla mientras dormía, hasta que él también cayó rendido.
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Exile - Damian Wayne.
Fanfiction~Siento que ya he visto esta película antes. Y no me gusta este final.~ Gwen se muda a Gotham desde Star City, no quiere seguir siendo la sombra de su hermano Oliver Queen. Allí conoce a un chico muy peculiar. Este libro trata temas como la toxicid...