Chapter 41

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POCO A POCO VOLVÍA a recuperar su brillo

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POCO A POCO VOLVÍA a recuperar su brillo. O al menos eso era lo que pensaba Thea sobre su hermana. Había pasado un año y medio desde la muerte de Jason Todd, y un poco más desde que rompió con Damián. Estaba claro que no lo había superado. Todos los días dormía con su camiseta y con la ventana abierta por si decidía volver a verla. Pero eso nunca pasaba.
Gwen había conseguido un puesto en el hospital privado de Star City después de una entrevista y ya llevaba seis meses trabajando allí, era muy feliz y había conocido a bastantes compañeros de trabajo con los que salía de vez en cuando por la ciudad. Además, ayudaba a Oliver por las noches a combatir el crimen cuando lo necesitaba, aunque no era demasiado a menudo porque ella había preferido apartarse por un tiempo de ese mundo que tantas cosas le había arrebatado. Visitaba cada mes a Bruce y a Alfred, ya que se habían vuelto familia para ella después de todo el tiempo que habían convivido.

Gwen estaba feliz hoy, era su cumpleaños número veinte y su hermana le había preparado una fiesta sorpresa en el Verdant. Eran las doce de la noche cuando Thea la llevó con los ojos vendados al lugar donde estaban todos sus amigos y conocidos. Aún así, sintió un vacío, faltaban dos personas en la fiesta y eso no era algo que fuese a pasar por alto. Pero decidió fingir un día más una sonrisa e intentar tranquilizar a sus seres queridos para que no creyesen que se iba a suicidar de la pena.

Acababa de terminar de cenar cuando salió de la discoteca para encenderse un cigarro. Era uno de los muchos malos hábitos que había adquirido para intentar saciar su dolor de alguna forma. Tosió al inhalar el humo de aquella droga que tanto la calmaba. Suspiró viendo el cielo, preguntándose que era lo que estaba haciendo Damián en aquellos momentos.

— No sabía que fumabas. — Gwen sintió como cada músculo de su cuerpo se tensaba y las piernas le dejaban de funcionar. No podía estar pasando. Había pasado mucho tiempo pero jamás podría olvidar esa voz. Sin darse cuenta comenzó a notar como las lágrimas le brotaban de los ojos y se deslizaban por sus mejillas. Consiguió darse la vuelta sin procesar todavía lo que acababa de pasar. Cuando vio a Damián parado en frente suya pensó que estaba soñando como una de esas tantas veces que había soñado que volvía a buscarla. — Te he echado de menos cada segundo, habibi. — Gwen no pudo evitar sollozar al escuchar de nuevo esa manera de llamarla. Corrió hacia sus brazos y lo abrazó, siendo correspondida al instante por él. Era un abrazo necesitado por ambas partes.

— No puedo creer que estés aquí. — Consiguió decir mientras la voz le temblaba, al igual que todo su cuerpo. — Han pasado tantas cosas desde que te fuiste.

— He estado presente en tu vida, Gwen. Incluso cuando no estaba a tu lado. — Admitió. — Te dije que siempre te protegería y así fue. Cuando me convertí en el líder de la liga te mandé proteger por mis mejores soldados, y ellos siempre me informaron de todo lo que te sucedía. El día de tu entrevista de trabajo, cada día en el hospital y todas las noches de patrullaje. — Continuó explicando. — Jamás has estado sola.

— ¿Por qué has vuelto, Damián? — Preguntó ella.

— Acabé con la liga, con mi madre y con todo lo que se le pareciera. — Respondió él. — Te dije que encontraría la manera, y lo he hecho.

— ¿Cómo? — Preguntó atónita.

— No lo he hecho solo. — Damián sonrió y miró detrás de Gwen, esta, extrañada, se giró y vio algo que jamás pensó que podía ser posible. Ahora sí que sentía que estaba viviendo una mentira, era imposible que esto pudiera llegar a suceder. El mismísimo Jason Todd la miraba con una sonrisa mientras se acercaba a ella. Gwen corrió a sus brazos mientras lloraba y sollozaba. No entendía que era lo que había pasado, ella lo vio morir y asistió a su funeral.

— No es posible. — Balbuceó. — Te vi morir, Jason. — Habló entre lágrimas y gripando. — Te he echado tanto de menos, te he necesitado cada día.

— Cuando Jason murió mandé que recogiesen su cuerpo. — Explicó Damián, Gwen se giró a mirarlo a él. — Eché su cuerpo a la fosa de lázaro, esta tiene el poder de la resurrección.

— Me va a estallar la cabeza. — Dijo tomando de la mano a ambos chicos. — ¿Todo ha acabado?

— Sí Gwen. — Habló Jason. — La pesadilla ha terminado y ha salido todo bien.

— La gente va a creer que eres un zombie. — Rió la joven de cabello dorado, haciendo reír a su mejor amigo.

— Quizá lo sea. — Continuó la broma. — Voy a darle la noticia a los demás, espero que no crean que ven a un fantasma.

Los chicos rieron y Jason entró a la discoteca. Ahora solo quedaban los dos enamorados bajo la luz de la luna. Ambos se miraban a los ojos sin saber bien qué decir, el nerviosismo los dominaba a ambos, después de tanto tiempo ansiando su reencuentro y teniendo tantas cosas para contarse, se mantenían en silencio agarrándose de las manos, disfrutando del tacto como si necesitaran asegurarse de que realmente volvían a estar juntos. Damián sacó una pequeña caja de su bolsillo, esta era de terciopelo granate.

— Felia cumpleaños habibi. — Dijo mientras le ofrecía la caja. — Te prometí una eternidad a tu lado. — Gwen abrió la caja y se encontró con un anillo de oro blanco con una piedra preciosa con forma de corazón. — ¿Quieres casarte conmigo, Gwendoline Queen? — Damián se arrodilló ante ella y Gwen no pudo contener las lágrimas. Está asintió dando saltos y él le colocó el anillo.

— Claro que quiero casarme contigo.

Exile - Damian Wayne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora