Gwendoline Queen se muda a Gotham desde Star City. Está harta de vivir bajo la protección de su hermano mayor, Oliver Queen.
Trabaja como camarera y estudia medicina para cumplir su sueño de ayudar a los más necesitados.
Su vida da un drástico gir...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
HABÍA LLEGADO EL MOMENTO de despedirse. Gwen se sentía terriblemente asustada, pero intentaba no hacerlo notar. Había pasado la noche con Damian, después de haber confesado su amor no sabía realmente que había entre ellos, pero sentía que le pertenecía. Había accedido a regañadientes a dejarla ir, después de pensar en que él habría hecho lo mismo si estuviese en su posición. El plan era sencillo, las calles de Gotham estaban tomadas por los criminales. Joker había ofrecido más de cien mil dólares por cualquier héroe, y por Gwen, había ofrecido trescientos mil. Aquella noche Gwen estaba caminando por las calles de la ciudad, solo tenía que esperar a que algún loco la encontrase, mientras tanto, solo podía pensar en el beso de despedida que había tenido con el pequeño de los Wayne. Solo esperaba volver a verlo, ella sabía que se había metido en algo muy turbio. No tuvo que esperar mucho cuando escuchó una voz que gritaba su nombre.
— ¡Es la chica que quiere! ¡Cogedla y seremos ricos! — Ella no se dejó coger desde el principio para no levantar sospechas. Peleó vagamente, hasta que uno de ellos le dio un fuerte golpe en la nuca que la hizo caer al suelo inconsciente al momento.
Cuando despertó estaba en una habitación vieja, solo había una cama y un lavabo. Intentaba saber dónde se encontraba, pero las ventanas estaban selladas. Miró su brazo para comprobar que no le habían quitado el localizador y así era. La puerta de la habitación estaba abierta, salió con cautela observando cada detalle. Parecía una casa en ruinas, vieja y llena de basura y artefactos extraños. Sintió como su corazón se paraba cuando escuchó un grito de dolor que conocía perfectamente.
Oliver.
Salió corriendo por el pasillo, subió las escaleras de aquel sótano en el que se encontraba y vio a su hermano atado a una silla. Estaba lleno de heridas, no entendía cómo podía seguir vivo. En otro lado, Jon inconsciente. Su corazón habló y fue corriendo con su hermano, desató sus cuerdas y fue entonces cuando escuchó una risa que le causó escalofríos. Los ojos de Oliver gritaban que se fuese corriendo de allí. Estaba aterrado por su pequeña hermana.
— Por fin tengo el placer de conocer a la joven Gwendoline Queen. — La sombra de un hombre bajando unas escaleras se hizo presente, cuando le dio la luz pudo ver al Joker. — Eres un imán de héroes, no me sorprende, eres guapa, pero parece que solo eso les basta ahora. No parece que seas más que una indefensa niña, hasta parece que te guste esto. — Rió. — Gritas y pataleas esperando que vengan a salvarte. Eres patética.
— No tienes ni idea de mi vida. — Dijo con rabia mientras se ponía frente a su hermano, evitando que nadie lo tocase ya que estaba débil.
— Has llegado para salvar a tu hermano, pero tu amigo Jon no ha tenido esa suerte. — Gwen sintió que se quedaba sin aire. — Aunque cuando has entrado has dejado claras tus preferencias.
— ¿Qué le has hecho? — Gritó entrando en cólera. Corrió hasta el cuerpo sin vida de su mejor amigo e intentó moverlo para despertarlo pero fue imposible, él ya estaba muerto.
— Lo que le haré a cada uno de tus amigos. Se que van a venir a por ti, así que a ti no te mataré hasta que ellos no vengan, te verán morir frente a ellos. — Sonrió con frialdad.
— Estás loco. — Gritó mientras lloraba y se lanzaba hacia el para golpearle. Consiguió alcanzarlo y le propinó bastantes puñetazos, esta vez no fallaba ni uno. Pero tuvo un fallo, su vista se nubló cuando sintió el pinchazo en su brazo. Este le había clavado una aguja con algún tipo de calmante que la hizo caer en sueño.
Mientras tanto, los chicos iban a toda velocidad mientras rastreaban el localizador de la rubia. Damian estaba demasiado tenso, no formuló palabra en el corto camino hasta el antiguo banco central abandonado. Cuando salieron del vehículo, no escucharon un solo ruido y eso les pareció muy raro. Entraron a la fuerza en el edificio y lo primero que vieron fue a Gwen atada con heridas en la cara, un cuchillo clavado en la pierna y la boca partida. A su lado estaba Oliver tirado en el suelo, vivo por poco. Bruce Wayne se llevó a Oliver a la mansión para curar sus heridas e intentar mantenerlo con vida. Parecía que nadie se había percatado del cuerpo sin vida del joven Superboy en una esquina de la habitación.
— Gwen... — susurró con rabia Damian cuando fue a desatarla.
— Jon... Jon está.. — Intentaba formular la frase, pero le era imposible.
— Guarda fuerzas habibi. — Dijo el chico la cogió en sus brazos. — Ya estás a salvo.
— Apostaba porque eras tú su enamorado. — El payaso irrumpió en la sala. — También pensé en Red Hood, pero era algo mayor para la chica ¿no?
— Eres un hijo de puta, te pienso matar. — Gruñó Damian.
— Creo que la única que va a morir aquí es tu chica. — El lunático rió y Damián sintió como cada nervio de su cuerpo se tensaba. Era la primera vez que estaba asustado.
— Le he inyectado veneno, en menos de diez estará muerta. — Damian miró a la chica con terror en sus ojos. — Puedes dejarla aquí y venir a matarme a mí, o puedes desbloquear el antídoto averiguando una simple contraseña. Pensaba que quería mataros a todos, pero verte así es más placentero.
Cuando Damian escuchó eso se puso manos a la obra a buscar la contraseña mientras que los otros chicos se ocupaban de perseguir al payaso que había huido. No encontraba nada y a la chica la quedarían unos cinco minutos de vida, Damian se desesperaba al escucharla toser. Por el intercomunicador Dick le habló, la contraseña la tenía el payaso. Él sabía que elegiría salvar a la joven, y si el se llevaba la contraseña se quedaría sin conseguir nada. Cuando desbloqueó la contraseña y cogió el antídoto fue corriendo a inyectárselo a Gwen, quien estaba en sus últimas. Como por arte de magia, comenzó a encontrarse mejor y supo que había funcionado. La tomó en brazos para sacarla de allí y meterla al coche, pero esta vez al hospital.