Chapter 19

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EN TAN SOLO UNA HORA Gwen había descubierto que había acertado totalmente eligiendo esa profesión

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EN TAN SOLO UNA HORA Gwen había descubierto que había acertado totalmente eligiendo esa profesión. Adoraba ayudar a la gente que llegaba enferma y necesitando ayuda al hospital. La mayoría eran muy amables con ella por ser nueva, estaba encantada y se le estaba pasando el tiempo volando.
Casi se le había olvidado que había pasado con Damián, ni siquiera había hablado con él antes de irse y eso no era normal en él. Su Damián era detallista y él sabía a qué hora ella se iba, hasta se ofreció en llevarla. Pero no iba a dejar que eso le amargase el primer día, si tenía que llorar, que fuese a las tres de la tarde cuando hubiese terminado el turno.

Almorzó con Marie y ella al contrario no había tenido tanta suerte como ella, los pacientes que había tenido hasta ahora no habían tenido ninguna paciencia con ella, y no le tenían confianza como para contarle sus problemas. Pero Gwen le dijo que eso era normal y que con el tiempo iría mejorando, estaba segura. Después del almuerzo fue a urgencias, estaba todo tranquilo hasta que llegó un chico de dieciséis años en una camilla.

— Atropello, parada respiratoria. — Anunciaba el médico. — Gwen, pásame el desfibrilador. — Recapacitó. — Hazlo tú.

— ¿Seguro que...?

— No hay tiempo. — Sin pensarlo más Gwen obedeció al médico, de nombre Josh. Aplicó los conocimientos que hacía poco le habían enseñado y a los pocos segundos el chico volvía a respirar casi con normalidad. Se sintió realmente orgullosa de ella misma. — Cada segundo cuenta Gwen, nunca olvides eso.

— Sí, claro. — Asintió varias veces.

— Se te ve buena chica, lo vas a hacer bien. Además, tienes la pasión por la profesión.

— Desde que era niña siempre quise ayudar a la gente. — Se encogió de hombros mientras se quitaba la mascarilla y la bata.

— Si le pones este empeño cada día estoy seguro de que al final de las prácticas te va a contratar.

— Eso espero. — La rubia sonrió y se despidió de su compañero de trabajo y superior.

Marie la estaba esperando en recepción con las llaves el coche en la mano. Suspiró aliviada cuando vio a Gwen bajar por el pasillo y salieron del hospital mientras hablaban de cómo les había ido el día.

— No todos los alumnos de práctica pueden alardear de lo que tú has hecho. — la halagó.

— Me siento muy bien, la verdad. — Admitió. — Es como ser una heroína. — río y Marie igual.

— Eres mejor que cualquiera de esos justicieros de Gotham, cielo.

La chica de tez morena aparcó el coche en la mansión Wayne y se despidió de su amiga hasta el día siguiente.
Gwen se encontró con que la puerta estaba abierta, así que subió hasta su habitación y se dio una ducha fría para luego ponerse algo de ropa cómoda de deporte para bajar a entrenar. Eran las tres y media y a esa hora no solía haber nadie entrenando así que tendría la sala para ella sola. Echaba de menos a Damián, llevaba un día entero sin hablar con él, pero además estaba molesta y no pensaba ir a buscarlo.

Bajó hasta el sótano, se cruzó con Dick y le dio una sonrisa como saludo. Caminó hasta la sala de entrenamiento y para su sorpresa allí se encontraba Damián dando unos golpes al saco de boxeo. Estaba solo, y se veía distraído, Gwen no hizo caso de su presencia y simplemente dejó sus cosas en el banco. Sin embargo el joven la observaba con detenimiento.

— ¿Qué tal te ha ido tu primer día? — Preguntó parando de golpear el saco, cediéndoselo a la rubia.

— Ahora resulta que te importa.

— ¿Qué estás diciendo Gwen? — Damián se acercó más a ella.

— Déjalo Damián. — Golpeó el saco de boxeo.

— No, ¿qué te pasa? — La rubia seguía golpeando el saco cada vez con más intensidad hasta que Damián se puso en medio y ella se quedó quieta mirándolo a los ojos con seriedad.

— Anoche te escuché hablando con ella en la madrugada, esta mañana ni siquiera has venido a despedirme. — Apartó la mirada. — Cuando la viste ayer te olvidaste de mí, Damián.

— ¿Enserio sientes celos de Luna? — El azabache sonrió de lado acarició la mejilla de su novia, quien lo miró. — No hay nadie que se te iguale habibi.

— Jason me contó que salisteis juntos.

— Eso fue hace mucho. — Damián pasó sus manos por la cintura de Gwen. — Jason no sabe nada, yo ya no siento nada por ella.

— Bien, te creo. — Levantó las manos.

— Ahora quiero que me cuentes todo, ¿qué tal el primer día?

Gwen y Damián estuvieron dos largas horas en la sala de entrenamiento. Además de entrenar juntos, reían y se tocaban más que cualquier otra cosa. Gwen se sentía mucho mejor, Damián era como una droga para ella y eso la asustaba. No quería depender de él para ser feliz, pero ya era tarde para eso. Ya había ocurrido.
Bruce los llamó para cenar, Luna hablaba como si llevase años viviendo con ellos, y odiaba cada vez que se ponía insistente con Damián.
Cuando acabaron la cena cada uno fue a su habitación, menos Gwen, quien fue con Damián. Aquella noche durmieron juntos, y no solo durmieron. Era una buena forma de solucionar sus problemas. El azabache dejó un beso en la frente de la rubia cuando supo que estaba dormida y apagó las luces de la habitación.

— Buenas noches habibi.

Exile - Damian Wayne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora