Chapter 16

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LA NOCHE FUE MARAVILLOSA para ambos chicos, al menos hasta que se puso a llover y tuvieron que volver a la mansión empapados

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LA NOCHE FUE MARAVILLOSA para ambos chicos, al menos hasta que se puso a llover y tuvieron que volver a la mansión empapados. Gwen sentía mariposas en el estómago, mientras que el chico azabache sentía que algo dentro de su ser había cambiado, y que ahora tenía algo a lo que aferrarse, algo por lo que luchar.
Todo el equipo se encontraba reunido en la cueva, incluido el mismísimo murciélago, quien nunca venía a ninguna misión ya que estaba demasiado ocupado con cosas más importantes. Pero esto era muy importante, el Joker era alguien peligroso y él había luchado contra este muchas veces. Damián estaba nervioso, él también había combatido con él y por eso mismo sabía el peligro en que su querida novia se estaba metiendo, pero sabía que pedirle que se quedase iba a ser una tontería, más cuando esté secuestró a su hermano y mató a su mejor amigo.

El plan era este: Llegarían a la ubicación chivada por Crane, inspeccionarían la zona para evitar una emboscada y buscarían al villano. Lo siguiente era lo más sencillo, atraparlo y devolverlo a Arkham. Gwen pensaba que era pan comido, mientras que los demás estaban algo preocupados. No había hablado demasiado con Bruce Wayne, pero por el camino aprovechó para hacerlo, ya que ahora era su suegro. Esta vez ella iba en el bat móvil con Bruce, Tim y Jason. Damian y Dick iban en dos motos. Gwen se dio cuenta de que el señor Wayne era un hombre muy agradable, simplemente necesitabas hablar con él un poco para darte cuenta de que todo es una fachada.

Al llegar a la zona, todos estacionaron algo más lejos para no alertar con el ruido de los motores. Fueron andando con sigilo hasta lo que parecía algo abandonado, y mientras Dick y Bruce revisaban todo, ellos aguardaban esperando una señal para entrar. La recibieron dos minutos más tarde. Antes de entrar, Damián tomó la mano de Gwen deteniéndola.

— Ten cuidado habibi. — Pidió con voz de niño.

— Lo mismo digo, Dami. — Besó la comisura de sus labios y se adentró junto con Jason.

— Esto no es como una misión rubia, el Joker es muy peligroso. — Tomó la mano de la chica, quedando un poco más atrás de los otros chicos. Damián se veía frágil, y en realidad lo estaba. Jamás había estado tan aterrado en toda su vida, ni siquiera cuando vivía con su madre. Damián nunca tuvo nada que perder, pero ahora tenía un punto débil y no podría soportar que algo le sucediera a la chica de la cual estaba enamorado.

— Damián, estaré bien, todos los estaremos. — Ella se encogió de hombros y dejó un beso cálido en los suaves labios del azabache, intentando calmar sus nervios. Ella también estaba algo asustado pero tenía que permanecer tranquila para él, no quería ocasionarle más problemas.

El lugar era una escuela abandonada, por lo que Bruce les había comentado, hacía más de cuarenta años que había sido inhabilitada debido a un incendio que hubo. Desde ese entonces el edificio quedó casi en ruinas y lo usaban para fines nada buenos. Aún se podían ver algunos cuadernos o mochilas por las esquinas.
A medida que el grupo se iba adentrando, se separaban más e iban con más cautela. Jason subió las escaleras junto a Tim, Bruce y Damian iban juntos, y Gwen estaba con Dick.
Registraron el lugar por media hora hasta que encontraron un sótano escondido que Dick avisó por el comunicador, cuando todos llegaron, abrieron la puerta para bajar. Gwen miró a Damián y le dio una sonrisa, el acarició su pelo y bajó delante de ella.

Lo que encontraron fue espantosa, decenas de cuerpos amontonados en una esquina, todo un laboratorio de drogas, unas diez personas armadas y el pez gordo, esperándolos. Este último río de manera escalofriante y exagerada. Señaló una pantalla con las cámaras de seguridad que él mismo había instalado.

— Llevó un buen rato esperando que me encontréis. — Hizo un puchero. — Sois horribles jugando al escondite. ¿Alguna vez os lo han dicho? — Jason disparó a la pierna del guasón, tomándolo por sorpresa. — ¡Los quiero a todos muertos!

Todo el equipo se colocó en posición de ataque para luchar contra los matones. No eran difíciles de tumbar, pues eran pocos y no muy inteligentes. Gwen se encargó de uno y pudo ver por el rabillo del ojo como el Joker intentaba escapar. Tim se dio cuenta también, ambos jóvenes lo persiguieron dejando al resto del equipo ocupados.
Al salir al aparcamiento de la vieja escuela, este había desaparecido. Ambos jóvenes se miraron sin entender dónde había podido ir, hasta que una bomba de humo se hizo presente. Gwen cayó al suelo de un golpe en las piernas. No conseguía ver nada, más solo oía la horrible risa del payaso.

— ¿Tim? ¡Tim! — Gritaba intentando arrastrarse por el suelo.

No recibía respuesta del chico, más que una tos. La niebla se iba desvaneciendo, y cuando levantó la cabeza se encontró con la diabólica sonrisa del Joker. El villano la agarró del cuello y la elevó cortando su respiración, le puso una pistola en la cabeza y habló.

— ¿Tus últimas palabras Queen? — Dijo con emoción.

— Púdrete en el infierno, cabrón. — Le escupió en la cara y este frunció el ceño.

— Tú lo has querido así. — Iba a apretar el gatillo cuando cayó al suelo y vio a Tim lanzarse a golpes contra él. Se puso la mano en el cuello y en el pecho tratando de recobrar la respiración con normalidad. Se ayudó a levantarse sujetándose de una pared, y cuando fue a correr hacia los dos que luchaban, escuchó un disparo.

Dos disparos.

Tres disparos. Tim.

Gwen sacó de su bota derecha una pistola con la que apuntó al abdomen del villano sin titubear y disparó cuatro veces. Este cayó al suelo y ella corrió hacia Tim, quien tosía sangre e intentaba tapar su herida, la cual tenía mala pinta.

— Tim, te vas a poner bien, te lo prometo. — Susurró.

— No puedes cumplir esa promesa, Gwen. Pero no pasa nada, moriré feliz sabiendo que ese hijo de puta ya no está suelto. — Sonrió levemente. — No llores Gwen, está todo bien, preciosa.

— Lo siento tanto, Tim. — Sollozó limpiando las lágrimas rebeldes que caían por sus mejillas.

Notó como este dejaba de respirar y ella gritó con rabia. A los pocos minutos el equipo salió y vio la escena, Dick no podía creer lo que había pasado. Él era el más unido a Tim y sentía una furia indescriptible y un dolor inmenso. Damián se acercó a ella y la apartó del cuerpo del héroe con suavidad. Pasó un brazo por su cuerpo, atrayéndola a él y abrazándola para reconfortarla.

— Ya está mi niña, ya todo ha pasado.

Exile - Damian Wayne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora