Gwendoline Queen se muda a Gotham desde Star City. Está harta de vivir bajo la protección de su hermano mayor, Oliver Queen.
Trabaja como camarera y estudia medicina para cumplir su sueño de ayudar a los más necesitados.
Su vida da un drástico gir...
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HACÍA DEMASIADO FRÍO en aquel lugar tan destrozado. Parecía un lugar abandonado, lo típico de los criminales, siempre fábricas abandonadas o cosas así. Cuando Gwen abrió los ojos gracias a aquel frío se encontró con una botella de agua, un sandwich y una manta a su lado. Le pareció raro, pero no se lo pensó dos veces y se enrolló en la manta. Abrió la botella de agua y probó una gota para verificar que era agua, después bebió un buen trago. Pero no tenía nada de hambre, así que pasó de aquel sándwich y se levantó para mirar donde se encontraba, fue cuando recordó lo del comunicador. Lo sacó del zapato y se lo colocó en la oreja. Si estaban en la cueva, su voz se escucharía por los altavoces de esta.
— ¿Chicos? ¿Hola? — Habló en susurros para que nadie la pudiese escuchar. — ¿Alguien me escucha? — Pasaron unos segundos hasta que recibió una respuesta.
— ¡Gwen! Dios mío, ¿dónde estás? — Fue la voz de Oliver la primera que escuchó.
— Habibi vamos a por ti. — La voz de su novio la tranquilizó al segundo.
— No sé dónde estoy, estoy encerrada en una habitación. — Respondió la rubia mirando a todos los lados.
— Descríbenos qué es lo que ves. — Pidió Damián.
— Bueno, parece un sitio abandonado. Hay una ventana, puedo ver casi todo Star City desde aquí. Además parece que hay camillas de hospital, pero no creo que esto sea un hospital. — Continuó hablando en voz baja hasta que escucho un llanto que reconoció. — ¡Felicity! ¡Soy Gwen! — Gritó esta para que su amiga la escuchase.
— ¿Cómo está Felicity? — Dijo con rapidez Oliver.
— ¡Gwen! Dios mío tú también estás aquí.
— No la veo, está en otra habitación. — Le respondió a su hermano. — Se está acercando alguien, os tengo que dejar. — Rápidamente se quitó el auricular del oído y lo escondió esta vez bajo unas mantas que habían tiradas por el suelo de la habitación.
Cuando la puerta se abrió, dejó ver a un chico realmente atractivo, que por su cuerpo y tatuajes parecía ser el mismo que la había secuestrado. Este la miraba con una sonrisa mientras se acercaba a ella, hasta tenerla acorralada contra la pared, mirándola de arriba a abajo.
— Te pareces mucho a tu hermana Thea, menos en el pelo. — Dijo causando un escalofrío en la chica Queen.
— ¿Dónde está? — Consiguió preguntar.
— ¿Thea? Tal vez si te portas bien te diga algo, belleza. — La mirada del hombre era aterradora.
— ¿Qué quieres que haga? — Preguntó, pues si se trataba de su hermana iba a hacer lo que fuese necesario.
— Tengo unos invitados aquí, me gustaría que los tratases como se debe. — Explicó. — Eres una chica muy guapa, ¿sabes?, y ellos son importantes para cerrar un trato.