Chapter 25

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NADIE VOLVIÓ A LA GALA BENÉFICA, Gwen se las tuvo que ingeniar para despedir a la gente diciendo que Bruce se había mareado y había tenido que irse al hospital rapidísimo

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NADIE VOLVIÓ A LA GALA BENÉFICA, Gwen se las tuvo que ingeniar para despedir a la gente diciendo que Bruce se había mareado y había tenido que irse al hospital rapidísimo.
Cuando llegó a casa, en taxi además, bajó hasta la cueva al no escuchar ruidos en la casa. Se quitó los tacones y caminó con los pies algo doloridos hasta donde escuchaba las voces de los chicos. Cuando vio lo que estaba pasando, los tacones cayeron al suelo y hicieron tanto ruido que todos se giraron a mirarla. Ella se encontraba en un estado de shock. Damián estaba en una camilla con la cara y el cuerpo llenos de moratones y heridas. En la camilla de al lado, Selina Kyle en ese estado de sueño.

— Damián... — Caminó hasta la cama en la que el héroe estaba acostado.

— Estoy bien, mi habibi. — Intentó calmarla.

— ¿Qué has hecho? ¿Dónde fuiste? — Preguntaba sin entender cómo le había pasado aquello.

— Vi la señal y fui a ver qué ocurría sin avisar a nadie del equipo para no interrumpir la gala. Pero eran demasiados, quizá habían unos cincuenta con armas. Tumbé a la mitad pero no pude hacer nada más, si no hubieran llegado ahora estaría seguramente muerto.

— ¡Eres idiota! Joder. — Gwen reprimía lágrimas, cansada de llorar. — ¿¡Cómo se te ocurre hacer eso?!

— Me dominaba la rabia, ya sabes por qué, habibi.

Gwen recordó lo que había pasado cuando intentaron tener sexo, y algo en ella se rompió al ver que él había estado enfadado, y para no pagarlo con ella, salió a desquitarse con delincuentes. Necesitaba de esa violencia para tranquilizarse, y eso la asustaba. Pero Damián había crecido con violencia desde su infancia.

— Si sigues teniendo tanta rabia dentro de ti va a acabar matándote. — Dijo la rubia, para después girarse, coger sus tacones del suelo y subir rápido para ir a su habitación.

Gwen se lanzó a su cama sin quitarse el vestido, no reprimió más el llanto y lo dejó salir. Cuando creía que todo mejoraba con Damián, se dio cuenta de que no, de que su relación iba a ser siempre así, pero después de todo, ya no era capaz de hacer una vida sin él. Lo necesitaba como una droga, y él a ella, aunque no se hacían bien, eran como la bella y la bestia.

La puerta sonaba, y sabía que no era Damián ya que posiblemente hasta mañana no podría levantarse de esa camilla, así que se limpió la cara y fue a abrir para ver quién era y que necesitaba. Sonrió un poco al ver a Jason junto con un gran bote de helado de chocolate.

— Me da igual lo que sea que os haya pasado ahora, pero no vas a estar toda la noche llorando.

— Jason, eres la mejor persona que conozco, cualquier chica que salga contigo tendría una suerte que no se la imagina.

— Bueno, la chica que quiero que salga conmigo ya está con alguien más. — Gwen sintió que era una indirecta para ella, pero prefirió hacer como que no entendía nada.

— Pues esa chica tiene que ser estúpida.

— En realidad no, es preciosa, es muy lista pues tiene una carrera universitaria, es super valiente y gentil. — Habló mientras pasaba a su habitación, Gwen retrocedía lentamente.

Los chicos quedaron observándose por unos segundos, hasta que Jason rompió ese silencio tomando la nuca de la rubia y estampando sus bocas para besarla. Gwen quedó quieta un momento hasta que reaccionó y se apartó de él.

— Jason, no puedo, estoy con Damián. — Dijo con pena.

— Si algún día decides que ya no quieres seguir aguantando sus demonios, estaré esperándote Gwen. Mientras tanto, te escucharé hablar de él las veces que sea necesario.

— Te quiero, Jay. — Gwen abrazó a Jason y este le correspondió.

— Y yo. — Respondió. — Ahora entra, que se va a derretir el helado.

Ambos entraron y se acostaron en el sillón que había frente a la televisión. Estuvieron viendo películas y hablando durante toda la noche. Por la mañana despertaron, Gwen dormía en la cama y Jason descansaba en el sillón. Los jóvenes despertaron al escuchar la puerta. Jason se levantó para abrirla y conforme la abrió, recibió un puñetazo que lo hizo caer al suelo. Gwen se levantó de la cama corriendo para ver que estaba pasando y vio a Damián realmente enfadado, golpeando a Jason. Gwen se interpuso entre ellos pero no era capaz de parar a Damián con unos simples empujones, así que le dio un puñetazo que lo dejó muy sorprendido.

— ¿Qué coño te pasa Damián? — Dijo agachándose a comprobar la situación de Jason.

— ¡Habéis dormido juntos! ¿Te has follado a mi novia? — Dijo dirigiéndose a Jason.

— Estás enfermo, yo solo vine para que no estuviera llorando toda la noche por un idiota como tú. — Damián se quedó inmóvil, entonces pensó que la rabia lo había dominado y que quizá no había sucedido nada. — Si sigues con esa actitud de mierda vas a acabar perdiéndola.

— Estás enamorado de ella, ¿no es así?

— ¿Podéis dejar de hablar como si yo no estuviera presente? — Ambos chicos le prestaron atención. — Aquí no ha pasado nada, Jason vino anoche con helado y vimos el documental de Taylor Swift.

— Yo... — El azabache no sabía bien qué responder, pues estaba confundido por los celos. — Lo siento Gwen.

— No importa, no es conmigo con quien te tienes que disculpar. — Señaló a Jason quien tenía un ojo morado. Ella sabía que a Damián le costaba pedir perdón al ser un chico orgulloso, pero si realmente la quería, lo haría por ella.

— Bien, tienes razón. — Bufó. — Perdón Jason por haberte pegado.

— No quiero saber nada más, pero como la próxima vez que te enfades los golpes sean para ella, te vas a enterar.

— ¡No soy un monstruo, joder! — Jason se fue de la habitación y la pareja quedó sola. Gwen cerró la puerta y se sentó en su cama, hizo un gesto para llamar a Damián, pues tenían muchas cosas que hablar.

Exile - Damian Wayne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora