Capítulo 29

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Capítulo 29

Ella se quedó dormida a mi lado, su respiración lenta y profunda. La observé en silencio, notando cómo su pecho subía y bajaba con cada inhalación. Había algo en su vulnerabilidad que despertaba en mí una mezcla de emociones, algunas que prefería no analizar demasiado. ¿Qué me había llevado a ser tan... intenso? Podría haber sido el estrés, o quizás la creciente frustración por todo lo que había pasado últimamente. Pero no, había algo más, algo más profundo. La verdad es que me preocupaba. La había empujado más allá de sus límites, y aunque su cuerpo había respondido de manera que me enloquecía, no podía ignorar la pequeña punzada de culpa que sentía ahora, viéndola así, tan indefensa. Me recordaba a esa primera vez, cuando la tuve en mis brazos y juré protegerla de todo, incluso de mí mismo. Pero esta noche había cruzado una línea, y me preguntaba si ella lo veía del mismo modo. No pude evitar sonreír al recordar su sonrojo, esa expresión de confusión mezclada con deseo. ¿Qué pensaba realmente? ¿Había notado que estaba más distante últimamente, más atrapado en mis propios pensamientos?

No podía negar lo mucho que me había complacido verla rendirse a su deseo, pero también me perturbaba la sensación de haberla empujado más allá de lo que quizás estaba preparada para soportar. Había una línea muy delgada entre la pasión y el abuso del poder que compartíamos en nuestra intimidad, y por primera vez en mucho tiempo, me pregunté si la había cruzado.

Sus palabras antes de quedarse dormida me rondaban la cabeza. Había algo en la forma en que había murmurado mi nombre, como si estuviera buscando algo más que placer en mí. Algo que no había sabido darle o que no había querido admitir que ella necesitaba. La culpa se entremezclaba con mi propio deseo satisfecho, creando un nudo incómodo en mi pecho.

Me recosté hacia atrás, mirando al techo mientras trataba de ordenar mis pensamientos. ¿Qué demonios me estaba pasando? Nunca había dudado de mis acciones antes, pero con ella todo era diferente. Había una vulnerabilidad en Usagi que me desarmaba y, al mismo tiempo, me hacía querer protegerla a toda costa. Esa mezcla de sentimientos era peligrosa, tanto para ella como para mí.

Sabía que debía cuidarla, no solo físicamente, sino también emocionalmente. Y sin embargo, esta noche había sido todo lo contrario. Mis propias inseguridades, esa creciente distancia que sentía en mi interior, me habían llevado a actuar con una dureza que no se merecía.

La observé mientras dormía, la suavidad de su respiración era un recordatorio de su fragilidad. "No puedo seguir así", pensé. Algo tenía que cambiar. Si seguía permitiendo que mis propios demonios tomaran el control, corría el riesgo de destruir lo único que realmente me importaba.

Me levanté con cuidado, sin despertarla, y me dirigí al baño. El reflejo en el espejo me devolvía una imagen que apenas reconocía. El hombre que era en el trabajo, en la sociedad, no tenía nada que ver con el que se encontraba ahora, desnudado no solo de ropa, sino de las barreras emocionales que solían protegerme de todo.

Abrí el grifo y dejé que el agua fría calmara el calor que aún sentía en mi piel. Tenía que tomar una decisión. Tenía que decidir si podía ser el hombre que ella necesitaba, o si mi propia oscuridad acabaría tragándome por completo.

Al regresar a la cama, me acurruqué a su lado, abrazándola con cuidado. "Mañana hablaré con ella", me prometí. Teníamos que aclarar muchas cosas, pero sobre todo, tenía que hacerle saber que, a pesar de todo, no la dejaría sola en esto.

Mientras el sueño me vencía lentamente, la última cosa en la que pensé fue en la expresión en su rostro antes de que cayera dormida: mezcla de confusión, deseo, y quizás algo más profundo que no había sabido interpretar. Mañana, me juré, encontraría las palabras para explicarle lo que había sentido esta noche, y para escuchar lo que ella necesitaba decirme.

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