Capitulo 18

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Capítulo 18

Desde que Mina decidió quedarse un tiempo en mi casa, las cosas habían comenzado a fluir con más tranquilidad. Su compañía, aunque al principio fue una sorpresa, se ha convertido en un bálsamo para mis días. Incluso Rei, con su energía desbordante, se ha acercado más a nosotras. A pesar de que su presencia aún me pone nerviosa, no puedo negar que me gusta la sensación de que mi vida está mejorando, aunque sea poco a poco. La ansiedad, esa compañera constante, sigue ahí, pero ya no me siento tan sola en la lucha. Es como si, de alguna forma, el mundo se hiciera un poco más manejable con ellas a mi lado. Sin embargo, aún hay días en los que hablar o simplemente estar cerca de otras personas me resulta abrumador, y a veces, las palabras se me quedan atascadas en la garganta.

— No estoy segura de esto.

Mi voz salió apenas un susurro, tan baja que casi no la escuché. Sentía que mi corazón latía en mis oídos, un recordatorio constante de mi incomodidad. Rei, sin embargo, no parecía notar mi creciente ansiedad, o tal vez lo hacía pero no sabía cómo lidiar con ello.

— Hazlo por mí. – Insistió Rei, formando un puchero mientras tomaba mis manos. Yo solo pude mirar hacia abajo, evitando su mirada. Quería que Mina dijera algo, que me salvara de tener que responder, pero cuando levanté la vista, vi que ella también esperaba mi respuesta.

— A mí no me mires. – Respondió Mina con una sonrisa suave. – Decide tú, o me lo reprocharás todo el día.

Sentí un nudo en la garganta. No quería decidir, no quería ser la responsable de arruinar su día si algo salía mal. Pero las palabras no salían, solo asentí ligeramente, esperando que eso fuera suficiente para que dejaran de presionarme.

— Rei, el sol me odia... – Balbuceé, las palabras atropellándose unas a otras mientras intentaba excusarme. – No haré nada allí mientras todos están en la piscina.

— Es mi cumpleaños, solo quiero que estés ahí. – Su sonrisa era cálida, pero sentí un peso en el pecho al pensar en todas las personas que estarían allí, mirándome, juzgándome. Me sonrojé cuando se acercó más, y las palabras se volvieron un murmullo apenas audible. – Prometo no dejarte sola.

Quise creerle, pero recordé cómo había sido la última vez que me prometió algo parecido.

— Lo mismo dijiste la última vez... ¿Recuerdas fin de año? – Mi voz tembló al pronunciar las palabras, la duda colándose en cada sílaba.

— Lo siento. – Sonrió nerviosa, y pude ver que no sabía cómo arreglarlo. – Pero esta vez es distinto, estará Mina, además de Jedite, y ahora te llevas mejor con Mamoru, ¿no?

El mencionar a Mamoru hizo que mi corazón diera un vuelco. Era cierto que ahora me sentía un poco más cómoda con él, pero eso no significaba que me sintiera lista para enfrentarme a una situación social tan abrumadora.

— Eso no... no me ayuda. – Susurré, tan bajo que no estaba segura de que me hubiera escuchado. Sentí el calor subir por mi cuello, y rápidamente aparté la mirada, liberando mis manos de las suyas. Necesitaba respirar, controlar la sensación de asfixia que me embargaba.

Inspiré profundamente, llenando mis pulmones y cerrando los ojos por un momento, intentando calmar los nervios que se arremolinaban dentro de mí. Cuando finalmente hablé, fue más una capitulación que una aceptación.

— Está bien. – Las palabras salieron de golpe, y al instante me arrepentí, pero Rei ya estaba sonriendo, como si todo estuviera resuelto.

Intentó abrazarme, pero me aparté rápidamente, sintiendo el pánico burbujeando en mi interior. No quería más contacto físico, no quería sentirme atrapada.

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