Capítulo 33
Estaba sentado en el sofá con Usagi, el suave murmullo de una película sonando de fondo. Después de lo que había pasado entre nosotros en el despacho, todo parecía más ligero, más tranquilo. Ella estaba recostada a mi lado, su cuerpo relajado, sentía que todo estaba en paz. El mundo exterior, con todas sus complicaciones y tensiones, parecía lejano. Aquí, en este pequeño rincón de su casa, todo era más sencillo.
Pasé un brazo por detrás de sus hombros y ella se acomodó más cerca de mí. El calor de su piel contra la mía me hizo sentir más conectado con ella. Sabía que no habíamos resuelto todo, pero al menos habíamos dado un paso hacia la comprensión mutua. Me sentí agradecido por este pequeño respiro en medio del caos.
El teléfono en mi bolsillo vibró, lo ignoré al principio, pero cuando vibró nuevamente, supe que no podía dejarlo pasar. Lo saqué y vi el nombre de Kunzite en la pantalla.
"¿Has hablado con él?"
Un nudo se forma en mi estómago. Sabía a quién se refería. Diamante. Suspiré y comencé a responder mientras Usagi seguía viendo la película, aparentemente ajena a la tensión que se acumulaba en mi interior.
"No aún. ¿Por qué?"
Intenté mantenerme presente para Usagi, pero mi mente ya estaba en otro lugar. El teléfono vibró de nuevo.
"Sabes porque. No quiero quedar otra vez en medio de los dos"
Mis ojos se clavaron en la pantalla, sintiendo cómo mi cuerpo se tensaba. Diamante no iba a dejar esto pasar. Sabía que estaba buscando una forma de provocarme, no por nada Kunzite estaba tan nervioso, y ahora, con Usagi en mi vida, tenía una carta perfecta para jugar.
Tomé una decisión rápida. Me puse de pie, y aunque Usagi me miró, claramente confundida, no supe cómo explicarle todo en ese momento. Solo necesitaba salir de allí, aclarar las cosas con Diamante antes de que empeoren.
—Tengo que salir un momento —dije, tratando de sonar casual, aunque sabía que la tensión en mi voz lo traicionaba todo.
—¿Ahora? —preguntó Usagi, sentándose más erguida. Podía ver la preocupación en sus ojos, pero no podía detenerme a explicar. No ahora.
Asentí, sin decir mucho más, y me dirigí a la puerta, dejando a Usagi en el sofá con una sensación de incomodidad en el aire. Sabía que no estaba manejando esto bien, pero no tenía otra opción. No podía dejar que Diamante se metiera más en mi vida, y mucho menos en la relación que estaba construyendo con Usagi, no sabía si serviria de algo, pero quise intentar razonar con él, ya no éramos niños, no se porque insistía en querer joderme, aun cuando me aleje de todo por él.
Mientras me dirigía al lugar donde me encontraría con Diamante, mi mente regresó a Estados Unidos, a los días en que todo comenzó a desmoronarse.
La relación con Michiru había sido intensa, como si todo entre nosotros ardiera al rojo vivo desde el principio. Pero su vida estaba llena de incertidumbre y riesgos que no había visto al principio. Cuando Diamante la conoció, fue como si todo lo que yo intentaba mantener bajo control comenzara a derrumbarse. Él siempre encontró formas de tentarla, de llevarla al límite. Y una noche, ese límite fue demasiado.
Recuerdo vívidamente aquella fiesta. Las luces brillantes, la música ensordecedora y el caos que se desató cuando Michiru decidió seguir a Diamante en uno de sus juegos peligrosos. Él siempre había sido así, buscando empujar a las personas hasta el borde solo para ver qué pasaba. Michiru terminó en el hospital esa noche, al borde de la muerte por una sobredosis.
Desde entonces, todo cambió para mí. La necesidad de control se apoderó de mi vida. No podía volver a dejar que alguien a quien amaba se saliera de control de esa manera. Michiru sobrevivió, pero nuestra relación no. Ella me dejó, llevándose consigo una parte de mí que nunca pude recuperar. Y Diamante... él nunca asumió la culpa. Para él, todo era solo un malentendido, un error más en su lista de imprudencias.
Por fin llegué al bar donde había acordado reunirse con Diamante. Lo vi en una mesa al fondo, esperando con una copa en la mano y esa sonrisa burlona que siempre lograba sacarme de quicio.
Me acerqué, y cuando me senté frente a él, me miró con esos ojos llenos de astucia.
—Mamoru, siempre tan puntual —dijo, alzando su copa—. Me sorprende que hayas venido tan rápido.
—No tenía intención de alargar esto más de lo necesario —respondí con frialdad, intentando mantener la compostura.
Bebió un sorbo de su copa, su mirada fija en la mía. —Siempre tan serio. ¿No te cansas de llevar todo ese peso sobre tus hombros?
—Ve al grano, Diamante —dije, cansado de sus juegos.
Dejó la copa a un lado y se inclinó hacia adelante. —Es curioso, ¿sabes? Tu nueva chica, Usagi , ¿verdad? Ella parece... interesante. ¿Qué tiene de especial?
Sentí cómo mis puños se apretaban bajo la mesa. No quería que mencionara a Usagi. No quería que ella fuera parte de esto.
—No me gusta repetir las cosas, ya te lo he dicho antes, no te metas con ella —le advertí—. Esto no tiene nada que ver con Usagi.
—¿Estás seguro? Parece que siempre tienes esa necesidad de proteger a las personas. No funcionó muy bien la última vez, ¿verdad? ¿Recuerdas lo que pasó con Michiru?
Su nombre era como una daga en mi corazón. Michiru, esa parte de mi vida que intentaba dejar atrás. Diamante estaba hurgando en viejas heridas, y lo sabía. Sabía cómo desestabilizarme.
—No vuelvas a mencionarla —le advertí, mi voz más baja, pero llena de ira contenida.
Se rió suavemente. —Relájate, primo. No estoy aquí para arruinarte la vida. Solo quería ver si aún eres el mismo de antes, tan desesperado por controlar todo a tu alrededor. Pero deberías saber que no puedes controlar a las personas, Mamoru. Y mucho menos a Usagi.
Su provocación casi funcionó. Casi. Pero esta vez, no iba a dejar que ganara. No iba a perder el control de nuevo.
—Ya me cansé de tus juegos, Diamante —dije, levantándome de la mesa. Estaba furioso, pero me negaba a caer en su trampa.
—Está bien, está bien... —dijo, levantando las manos en señal de rendición, aunque su sonrisa seguía allí—. Solo quería ver cuánto habías cambiado. Sabes, el control que tanto ansías no lo es todo. Deberías aprender a soltar un poco.
Me di la vuelta, ignorando su último comentario, y salí del bar. No podía dejar que él siguiera interfiriendo en mi vida. No esta vez.
De regreso a casa, mi mente seguía dando vueltas a lo que había pasado. Supe que Diamante no iba a detenerse, pero esta vez no iba a permitir que arruinara lo que estaba construyendo con Usagi.
Entré a la casa, esperando que Usagi aún estuviera despierta, pero la casa estaba tranquila. Me dejé caer en el sillón, sintiendo el peso de la noche sobre mis hombros. Las palabras de Diamante resonaban en mi cabeza. "El control no lo es todo." Tal vez tenía razón en algo. Mi necesidad de control había sido una constante en mi vida desde Michiru, pero ahora con Usagi, tenía que aprender a confiar más en ella, a dejar de intentar controlar todo.
No iba a permitir que mi pasado destruyera mi presente. No esta vez.
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Ansiedad social
FanfictionUna joven con ansiedad social se encierra en su mundo para evitar el dolor de las relaciones. Su vida transcurre en soledad, protegida por muros invisibles que levantó para no ser herida. Por otro lado, un hombre, impulsado por una curiosidad inquie...